El llamado a ejercitarnos pare la piedad sugiere también dirigir todas nuestras energías hacia la santidad. Pablo lo ilustra en otra parte, al decir: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene .. .Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre” (1 Corintios 9:25-27). iEso implica esforzarse con intensidad y energía! Debemos notar particularmente que en una frase posterior en el contexto de la orden de Pablo de “ejercítate pare la piedad”, él hace un comentario sobre el mandamiento y las palabras interpuestas, diciendo que “por esto mismo trabajamos y sufrimos” (1 Timoteo 4:10a). “Trabajamos” significa “esfuerzo fatigoso”, y “sufrimos” es la palabra griega de la cual proviene “agonizar”. El esfuerzo fatigoso y la agonía son necesarios si uno desea ser santo.
Cuando uno se entrena seriamente, se somete voluntariamente a horas de disciplina y aun de dolor pare ganar el premio: comer diez kilómetros comenzando con cien metros en plena forma. iLa vida cristiana victoriosa es un asunto agotador!
iSin intrepidez no hay madurez! iSin disciplina no hay discipulado! iSin esfuerzo no hay santificación!
¿POR QUE LA DISCIPLINA?
Comprendiendo esto, abordaremos ahora las razones que he tenido pare escribir este libro, las cuales son dos:
En primer lugar, en el mundo y en la iglesia de hoy, la vida cristiana disciplinada es la excepción, no la regla. Esto vale tanto para los hombres como para las mujeres y los clérigos profesionales. No podemos justificarnos diciendo que eso siempre ha sido así, porque no es verdad! En cuanto a la razón de que así sea, pueden ofrecerse varias causas de sentido común, tales como la deficiente enseñanza en cuanto al tema o a la apatía espiritual personal. Pero subyacente a gran parte del rechazo consciente de la disciplina espiritual, está el terror al legalismo. Para muchos, la disciplina espiritual significa ponerse uno de nuevo bajo la ley, con una serie de reglas draconianas que nadie puede cumplir, y que engendran frustración y muerte espiritual.
Pero nada puede estar más alejado de la verdad, si uno comprende lo que son la disciplina y el legalismo. La diferencia es de motivación: el legalismo se centra en la persona, mientras que la disciplina se centra en Dios. El corazón legalista dice: “Haré esto para ganar méritos para con Dios.” El corazón disciplinado dice: “Haré esto porque amo a Dios y quiero agradarle.” iExiste una diferencia infinita entre la motivación del legalismo y la motivación de la disciplina! Pablo lo sabía implícitamente y combatió sin cuartel a los legalistas en toda Asia Menor, sin ceder un ápice. Y ahora exclama: “Ejercítate (disciplínate) para la piedad (santidad).” Si confundimos el legalismo con la disciplina, lo hacemos a riesgo de nuestra propia alma. La segunda razón para este libro es que los hombres son mucho menos disciplinados espiritualmente que la mujeres. Un estudio reciente llevado a cabo por la Iglesia Metodista Unida reveló que el ochenta y cinco por ciento de los suscriptores a su importante revista devocional, EL aposento alto, son mujeres.
Por otra parte, las mismas estadísticas son cierta para su otro folleto devocional, Alive Now [Vivos ya], cuyo setenta y cinco por ciento de lectores son mujeres.9 Esto esta corroborado por el hecho de que la gran mayoría de los libros que se venden en las librerías cristianas son comprados por mujeres.10 iEso significa sencillamente que las mujeres leen más literatura cristiana que los hombres!
También es cierto que la mujer se preocupa más por el bienestar espiritual de su esposo que a la inversa. La revista Today’s Christian Woman [La mujer cristiana de hoy] ha descubierto que los artículos que tratan del desarrollo espiritual de los esposos son los más leídos.11 Todo está respaldado por estadísticas comprobables. Una encuesta de Gallup realizada en junio de 1990, reveló que el setenta y un por ciento de las mujeres encuestadas creían que la religión puede dar respuesta a los problemas modernos, mientras que solo el cincuenta y cinco por ciento de los hombres lo creían así.12 El culto típico de una iglesia time un cincuenta y nueve por ciento de mujeres, frente a un cuarenta y un por ciento de hombres.” Además las mujeres casadas que van a la iglesia sin su esposo superan en una proporción de cuatro a uno al número de hombres que asisten sin su esposa.14
¿Cuál es la razón de eso? Con toda seguridad, el extendido credo de la autosuficiencia y del individualismo de los hombres tiene que ver con eso. Parte del problema también puede estar en que los hombres evitan cualquier cosa que implique relaciones (¡en lo cual, precisamente, consiste el cristianismo!). Pero no podemos admitir que las mujeres sean más espirituales por naturaleza, pues el desfile de grandes santos (tanto hombres como mujeres) a través de los siglos, así como de hombres espiritualmente ejemplares en nuestras iglesias de hoy, refutan claramente esta creencia. Sin embargo, la verdad es que los hombres de hoy necesitan de mucha mas ayuda que las mujeres en cuanto a la edificación de una disciplina espiritual.
Lo que voy a decirle - de hombre a hombre - en este libro, sale de mi corazón y de mi estudio, durante mucho tiempo, de la Palabra de Dios. Al escribir esto me he imaginado estar de frente a mis propios hijos adultos, sentados conmigo a la mesa, tratando de decides lo que pienso en cuanto a las disciplinas fundamentales de la santidad. Este libro es fácil de manejar y comprender. La Iglesia necesita de verdaderos hombres, ¡y nosotros somos esos hombres!
UN LLAMADO CÓSMICO
Nada de lo que se diga puede exagerar la importancia de este llamado a la disciplina espiritual. Escuchemos nuevamente a Pablo en 1 Timoteo 4:7,8: “Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”
El habernos disciplinado o no, hará una enorme diferencia en esta vida. Todos somos miembros los unos de los otros, y somos animados o desanimados por la vida interior de los demás. Algunos afectamos a los demás como una gozosa marea, pero otros somos como resacas al Cuerpo de Cristo. Si usted está casado, la presencia o la falta de disciplina espiritual pueden servir para santificar o para maldecir a sus hijos y a sus nietos. La disciplina espiritual, por consiguiente, tiene enormes promesas para esta vida presente.
En cuanto a la “vida venidera”, la disciplina espiritual edifica la arquitectura perdurable del alma sobre el fundamento de Cristo: oro, plata y piedras preciosas que sobrevivirán a los fuegos del juicio y que permanecerán como un monumento a Cristo por toda la eternidad (cf. 1 Corintios 3:10-15).
Algunos podrán menospreciar la importancia de la disciplina espiritual en esta vida, ¡pero nadie lo hará en la eternidad! “La piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.” El cristiano disciplinado da y recibe lo mejor de ambos mundos, tanto del presente como del mundo por venir.
La palabra disciplina puede suscitar en algunas mentes la idea de represión, sugiriendo que ella implica una vida restringida. ¡Pero nada puede estar más alejado de la realidad! La disciplina obsesiva y casi maniaca de Mike Singletary es lo que lo libera para que pueda jugar como una fiera en el campo de fútbol. La angustia de Hemingway en cuanto a las palabras precisas fue lo que lo liberó para que dejara una marca permanente sobre la lengua inglesa, sólo superada por Shakespeare. El sinfín de bocetos pintados por Miguel Ángel fue lo que lo liberó para crear los cielos de la Capilla Sixtina. La esmerada preparación de Churchill fue lo que lo liberó para dar sus grandes discursos “improvisados” y sus brillantes respuestas. El disciplinado trabajo agobiador de los grandes de la música fue lo que liberó el genio que