— Papi — insistió el niño.
El médico respondió a esto con un gruñido, dando a entender que sabía que el niño estaba allí, pero que no quería ser molestado.
— Papi — dijo una vez más el niño.
Enojado, el atareado médico dio media vuelta a su silla y dijo:
—¿Qué cosa es tan importante que insistes en interrumpirme? ¿No ves que estoy ocupado? Ya te ha dado un caramelo y un lápiz. Ahora, ¿qué más quieres?
—¡Papi, quiero estar contigo!
Los “sí” de la paternidad no se pueden ejercer por medio de los demás. Usted tiene que participar acostando usted mismo a sus hijos y orando por ellos y con ellos. Usted tiene que participar en sus juegos, en sus conferencias, en sus presentaciones teatrales y musicales, y en sus competencias deportivas.Tiene que sacar tiempo para estar a solas con cada uno de sus hijos. Tiene que responsabilizarse de planificar fabulosas vacaciones familiares y de promover y fortalecer la solidaridad familiar.
Ahora que me encuentro en la mitad de la vida, a veces pienso con melancolía a dónde se escapó el tiempo entre los dos recuerdos imborrables que fueron el nacimiento de mi hija y el nacimiento de su hijo. Para ser sincero, algunos de estos años fueron lentos y difíciles, y en numerosas ocasiones pensé que jamás podría hacer frente a tantos problemas. Pero cuando esos grandes acontecimientos se recuerdan con el significado que tuvieron, no parece haber transcurrido nada de tiempo entre ellos. Por eso, cada vez que tengo la oportunidad de tener a un bebé en mis brazos, animo a sus padres a saborear cada momento y a no ejecutar de prisa la experiencia, pues en un abrir y cerrar de ojos el niño ya habrá crecido. El saber que disponemos de apenas un breve tiempo para criar a nuestros hijos, debe ser motivación más que suficiente para hacerlo de la mejor manera posible y para que la enseñanza de la Palabra de Dios en cuanto a la responsabilidad paternal vibre de importancia para nosotros.
El tiempo es la crisálida de la eternidad, pues no hay más tiempo que el presente. Estoy consciente de que todos atravesamos períodos de nuestra vida en los que disponemos de poco tiempo para dedicarnos a nuestra familias, es parte del ritmo natural de la vida. Pero el excesivo “atareo” no debe ser a propósito ¡como resulta tan a menudo! Debemos tener cuidado de no llenar nuestra agenda diciendo “sí” a cosas que significan “no” a nuestras familia. Precisamente ahora es el momento de sacar tiempo para ella. ¡No hay otro! ¿Lo hará? ¿Lo haré yo?
Debemos juzgar nuestro desempeño como padre. ¿Qué le dice su corazón al leer las preguntas que siguen a continuación? ¿Es usted un buen padre o un mal padre?
• ¿Está usted siempre criticando a sus hijos, o los estimula?
• ¿Es excesivamente estricto o razonablemente estricto? Es decir, ¿les permite gradualmente a sus hijos mayor libertad?
• ¿Es impaciente o irritable, o paciente y mesurado en su trato con sus hijos?
• ¿Es consecuente en cuanto a lo que espera de ellos?
• ¿Ha cumplido con lo que les ha prometido?
• ¿Muestra favoritismos?
• ¿Es tierno tanto con sus hijos como con sus hijas?
• ¿Participa en su disciplina?
• ¿Pasa tiempo con sus hijos, tanto en familia como individualmente?
¡Qué poder tan imponente el de nosotros los padres! Nuestros hijos desean el “magnetismo y el afecto” de sus padres. ¡El corazón de nuestros hijos está volcado hacia nosotros! Y nuestro Señor quiere que el nuestro esté volcado hacia el de ellos. Escuchamos esa verdad gloriosamente proclamada por el ángel Gabriel al anunciar que parte de la misión de Juan el Bautista de preparar al pueblo para el encuentro con el Señor había sido “hacer volver los corazones de los padres a los hijos” (Lucas 1:17). Ahora que Cristo ha venido, este es el resultado permanente de su obra salvadora. Cuando un hombre se entrega verdaderamente a Cristo, su corazón se vuelve hacia sus hijos.
Sométase a Cristo. Permita que Él vuelva el corazón de usted hacia sus hijos. Y pídale al Espíritu Santo el poder para poner en práctica la disciplina paternal. Esfuércese por el alma de sus hijos.
Alimento para pensar
¿Qué esperaba o quería de su padre? ¿Ha sucedido esto? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Qué esperan o quieren sus hijos de usted? ¿Sucede esto? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Está viviendo el “no” y el “sino” de Efesios 6:4?
Como padre, ¿es demasiado estricto o demasiado clemente? ¿Qué puede hacer, en la práctica, para llegar a ser más equilibrado en esta área?
¿Comete siempre el mismo error que Jacobo y José (favoritismo)? ¿Cómo puede dejar de hacer esto? ¿Qué debe tomar su lugar?
¿Qué enseña Proverbios 22:6 acerca de criar hijos? ¿Servirá todavía este principio de la Escritura en el mundo actual?
¿Qué error cometió el sacerdote Elí con relación a sus hijos? ¿Cómo le va en esta área? ¿Cómo puede mejorar?
La aplicación/Respuesta
¿De qué habló le Dios más específicamente, más poderosamente en este capítulo? ¡Háblale a Él acerca de eso en este momento!
¡Piensa en esto!
Has una lista de algunos de los atributos de su Padre Celestial, como están descritos en la Biblia. ¿Cuál de éstos debe ser imitado por usted como padre terrenal? Enumera las maneras específicas en que cada uno de éstos deba practicarse en su vida con sus niños. Después, comparte tus hallazgos con sus hijos e hijas.
1 Telémaco, mitológico hijo de Ulises y Penélope, cuando su padre no regresaba de la Guerra de Troya, fue a buscarlo. Al no encontrarlo, volvió a Itaca, una isla, donde vivían, y se enteró de que su padre había llegado el mismo día, pero a otro sitio de la isla.
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