Les comparto una respuesta de oración por la cual alabo de Dios. Mateo y Margarita son muy queridos para nosotros; Bob llevó a cabo su boda. Margie tuvo un embarazo delicado donde esperaban que el nacimiento tuviera complicaciones, ellos fueron fuertes al resistir la insinuación de parte del doctor para que abortaran a su hijo. Los problemas que su hijo tuvo pudieron ser corregidos con algunas cirugías menores y nos regocijamos con ellos sobre todo lo que Dios hizo. En el momento en que las cosas se tranquilizaron ellos se alejaron de Dios, dejaron de venir a la iglesia, inclusive se involucraron en una secta. Esto los llevo a tener una ruptura en su matrimonio y eventualmente una separación. Estuvieron en mi lista de oración por 6 años. Un día recibí la llamada de Margarita; quería que nos reuniéramos. ¡Cuán grande regocijo fue cuando ella regreso a los pies de Cristo! Ese mismo día Mateo llamó a Bob y ¡él también se reconcilió con Cristo! Se reencontraron y gozosamente comenzaron a tener compañerismo.
Esta es una historia muy dramática, pero hay muchos más testimonios de la fidelidad de Dios, los cuales se multiplican en cada diario. Así como fue un deleite para el apóstol Pablo el interceder por los creyentes a quienes él llevó a Cristo, de igual modo es un gozo para nosotros (Filipenses 1:3). Eran sus hijos en la fe. Él sabía que Dios trabajaría en sus vidas al Él orar por ellos. No es una carga sino un privilegio presentar a sus amados ante Su trono de gracia. Y cuando Dios contesta las oraciones trae gloria a Él mismo.
En mi diario también llevo una “lista especial de oración” basada en la siguiente promesa, “Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4). Le pido a Dios que solo responda esas peticiones si esto deleitará Su corazón como al mío. Al final de la hoja donde tenía estas peticiones escribí esta oración, “Señor si esto no es bueno para mí o no traerá gloria a Ti, por favor no lo hagas”. No quisiera que me diera algo que será dañino para mí. Ha sido hermoso ver como Dios responde a estas peticiones especiales.
He aquí un ejemplo de respuesta a una de las peticiones especiales. Le pedía al Señor que pudiéramos mi esposo y yo ir al otro lado del mundo a ministrar. Era una petición muy sincera ya que habíamos deseado trabajar en misiones. Sin embargo, era un salto de fe ya que era la primera vez que Bob predicaría internacionalmente.
Un día que Bob estaba husmeando en mi diario y se topó con mi lista de peticiones especiales. “¿Qué? ¿Alguien me va a pedir que predique del otro lado del mundo?”, me dijo riéndose. Y justo unas semanas después vino un hombre a nuestra iglesia representando a la Asociación Bíblica Consejera de Alemania a pedirle a mi esposo que predicara por tres semanas por todo el país. “Por cierto, también deseamos que venga su esposa”, añadió.
Resultó que el seminario donde mi esposo obtuvo su doctorado en el ministerio en consejería bíblica le recomendó. Durante nuestro tiempo en Alemania impartiendo consejería bíblica nos fue posible conocer a misioneros con nuestra misma carga. Bob llamo a esa aventura “Operación Isaac” porque se rió.
Desde ese momento, sabiendo el deseo de nuestro corazón en esta área, Dios nos ha dado el privilegio de ministrar a los misioneros en todo el mundo. Él se deleita en deleitarnos al nosotros deleitarnos en Él.
Bob y yo también hacemos “caminatas de oración” varias veces a la semana. Oramos juntos por nuestras peticiones, peticiones familiares y de la iglesia. Si el clima no es bueno, caminamos en una banda sin fin y usamos el directorio de la iglesia para actualizar las necesidades de las familias. Qué alivio es saber que Dios tiene el poder de actuar en cada situación. Él responde las oraciones. No es posible que nosotros suplamos cada situación, ¡Pero Dios sí puede!
Cultivar el hábito de alabanza diaria e intercesión es la mejor manera en que la esposa de pastor puede hacer frente a las cargas. Echemos todas las cargas en el Señor, quien puede llevarlas completamente (1 Pedro 5:7). El orar se convierte como en respirar. Cada necesidad que tenemos debe ser llevada ante Dios. Debemos orar por todo. Cada petición de la cual sepamos, oremos por ella aquí y allá—si es a través del teléfono, en la calle o en un restaurante. Puede ser hecho en silencio o audiblemente. No debemos llevar nosotros esa carga ni un minuto, sino inmediatamente entregársela a Dios. Él nos enseñará la parte que nos corresponde en esa necesidad, pero Él es quien lleva todas las cargas.
Te reto a que aumentes tus “ejercicios de rodilla”. Comienza con 5 minutos, 20 minutos, media hora, una hora diaria y ¡observa lo que Dios puede hacer!
Tomando Parte en los Sufrimientos de Cristo
Hemos hablado de cómo debemos esforzarnos para acercarnos a Cristo a través de nuestra disciplina espiritual de leer la Biblia y orar. Ahora quiero compartir contigo cómo es que Cristo nos acerca a sí mismo a través de las pruebas y oportunidades que Él mismo trae a nuestras vidas. ¿Estamos deseosas como Pablo, de agradecer a Dios por cada oportunidad de morir a nosotras mismas? Podremos desear esto si vemos la recompensa.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. (Filipenses 3:8-11)
Pablo está escribiendo sobre las dificultades que sobrellevó en su ministerio. “Y además de otras cosas (las cuales eran muchas), lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11:28). Pablo invitaba al joven Timoteo a “sufrir las penalidades” del ministerio (2 Timoteo 2:3). Sería difícil estar en el ministerio si no cargáramos un poco del peso del mismo. Esto parece contradecir lo que acabamos de decir acerca de echar las cargas sobre Cristo.
Experimentamos las presiones del ministerio, pero luego las echamos sobre Cristo a través de la oración. El preocuparse por la iglesia es parte del corazón del pastor y su esposa. Esto es parte de conocer a Cristo en el compañerismo de Su sufrimiento.
El peso puede ser algo bueno. Uso el peso para incrementar mi fuerza durante el ejercicio. No es particularmente divertido. He notado que cuando aflojo y no uso el peso constantemente me vuelvo flácida y fuera de forma. No es bueno ser creyentes flácidas. Necesitamos usar el peso para desarrollar los músculos espirituales de confianza en Cristo y acercarnos a Él.
Podemos clamar las promesas de nuestro Padre de que Él trabajará todas las cosas para bien en nuestra iglesia, sabiendo que Él es amoroso y soberano (Romanos 8:28). Podemos agradecerle por adelantado por cada situación estresante, por cada cosa que nos cause pena, cada presión y decepción, cada interrupción que pueda venir en nuestro día y semana. Esto es a pesar de cómo nos sentimos. Podemos escoger no resistir las cargas como si fueran intrusas, sino darles la bienvenida como amigas, considerarlas como un gozo, y agradecerles a Dios por ellas (Santiago 1:2-4). Dios sabe lo que está haciendo. Nos está moldeando a ti y a mí conforme a Cristo. Esto es parte de Su voluntad, la cual es “Buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Solo considera lo siguiente, ¡Dios está trabajando para hermosear tu carácter en cada problema; exponiendo tu debilidad, pecado y egoísmo y así perfeccionarte hasta ser lo que Él desea que seas en Cristo! Este es el objetivo principal de Dios para nosotros (Romanos 8:29).
Sí, estamos bajo el constante peso del ministerio e involucra sacrificio, pero lo mejor de compartir Sus sufrimientos es que también compartiremos Su gloria. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Conociendo a Cristo en Su poder de resurrección
Hermana, ¡no podemos tener mayor esperanza que nuestra unión con Cristo en Su muerte y resurrección! Pablo captó la verdad de la unidad con Cristo cuando escribió las siguientes palabras, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora