Santidad, falsa santidad y posesiones demoniacas en Perú y Chile. René Millar. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: René Millar
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425705
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Madre y de Santa Catalina de Sena a la cual tuvo por maestra. A todos tres veía, oía, hablaba innumerables veces en forma visible. Y desde el tabernáculo que este convento tiene de Nuestra Señora del Rosario háblanle la Virgen y su hijo a esta dichosa Rosa. Conocía en el rostro de la imagen de Nuestra Señora del Rosario los trabajos del reino y las necesidades de él.

      Alcanzó que el mismo hijo de Dios se desposó con ella diciéndola Rosa sed mi esposa. Y la Virgen Santa María, en tal desposorio, fue la madrina; porque en aquesta ocasión tenía al niño Jesús en sus manos, mirando a Soror Rosa, la dijo: gran favor es el que te ha hecho mi hijo Rosa. Padres, querer decir los portentos, los prodigios, maravillas y gracias que Dios comunicó a Soror Rosa de Santa María agradecido del amor con que esta sierva suya la servía y amaba, es nunca acabar.

      Buena ocasión es esta y bastante motivo para que amemos a Dios, para que de todo corazón le sirvamos. Ver una sierva desde sus tiernos años abrasarse con tan rigurosas penitencias. Niña entre nosotros, nacida en nuestra propia tierra y patria de nuestra misma masa con quien conversamos y tratamos. Paladeada con la leche de nuestra doctrina. Sustentada con el buen ejemplo de los religiosos de esta casa, tan adelante en la virtud y tan honrada de Dios. Así como cosa suya se la llevó para sí en 24 días del mes de agosto año de 1617, día de San Bartolomé a las doce y media de la noche. Dijo antes que muriese el día de su muerte sin errar un punto en ella.

      No es poca ponderación de su virtud y de que la estimaba Dios Nuestro Señor, el concurso de la gente que a la mañana y tarde concurrió a la casa donde estaba el cuerpo difunto, teniéndose por dichosos los que alcanzaban poderla besar las manos y tocar en ellas sus rosarios. Moción no sólo en el cuerpo, pero ha sido también en las almas y corazones de muchos que con voces y lágrimas, manifestando sus culpas a Dios, han determinado mudar su vida y mejorar las costumbres. Y aunque esto más en particular ha sido en algunos seglares de que me consta, la voz del pueblo la misma ha sido y todos vienen a llorar sus pecados sintiéndose mucho de no haberla conocido. Fue tanto el golpe de gente y la fuerza de devoción con que la reverenciaban que fue bien menester la diligencia que se hizo de cerrar las puertas de su casa y que sacasen el cuerpo muchos religiosos de la orden para que no quedase desnuda. Antes de sacarla de su casa fue el cabildo eclesiástico a su entierro de gracia; y movidos de su particular hermosura sacaron el cuerpo santo en sus hombros hasta la primera posa; los cuales no pudieron sino fue haciendo que los sacerdotes que la llevasen, parados, sustentasen el cuerpo sobre sus hombros, acudiendo a esto religiosos de otras órdenes sin haberlos convidado, con una devota competencia y loable porfía sobre quien había de gozar de tan felice suerte, cual había de poner sobre sus hombros a la que traían en sus almas la gente que acompañó su cuerpo.

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      PENITENCIAS PARA VENCER EL SUEÑO. LAUREANO DÁVILA (QUITO, s. XVIII).

      Convento de las Dominicas de Santa Rosa. Santiago, Chile.

      El concurso que había en nuestra iglesia y en las calles fue tan extraordinario que jamás se ha visto otro igual. A la última calle antes de entrar en el convento, el cabildo seglar llegó a quererse llevar el cuerpo y fue tanta la gente que fueron sobre el ataúd a coger de la corona de rosas y de la palma que llevaba, que fue necesario, para que no hiciesen el cuerpo pedazos y el hábito para reliquias, sacar el cuerpo de la iglesia y entrarlo en la casa de novicios, que ni aun allí no estaba seguro. El Señor Arzobispo, en compañía de los demás señores de esta audiencia, hincados de rodillas ante el bendito cuerpo de esta hermosa rosa, la besaron las manos, las cuales tenía con los dedos de ellas tan tratables que causaba admiración. Así se jugaban los brazos, dedos y manos como si fueran de gonces o cosa viva, llevándolos cada uno hasta la parte que quería. Exhalaba de sí este santo cuerpo, después de 36 horas que le había dejado el alma, según el dicho de todos, una fragancia y olor como de Rosa de Santa María; y con ser de ordinario asqueroso un cuerpo difunto, en especial en ojos y boca, en esta dichosa virgen Rosa no solo no lo fue. Pero parecía que los ojos los tenía dormidos, la boca, que tenía algo abierta tan hermosa, y toda ella de si tan linda que por particular alegría y devoción llegaba el pueblo a verla, teniendo a infelice su suerte no poder llegar a este cuerpo santo sus rosarios, cruces e imágenes, niños que de todas enfermedades padecían dolor.

      Fue una cosa de espanto que con no poderse enterrar el día de San Luis, que fue el siguiente de su muerte; a la mañana viernes, con poner el cuerpo en un túmulo alto y dos sacerdotes arriba y otros muchos religiosos y guarda de alabarderos para que no pudiesen llegar seglares al cuerpo no fue posible; y así fue necesario, por las muchas voces y ruido que en la iglesia había al oficiar de la misa porque no se oía en el coro aunque se hacía señal con campanillas, viniesen algunos religiosos al mismo altar mayor y allí respondían; y como el pueblo sintiera acabado el oficio que la querían enterrar fueron tantos los alaridos, las voces y muchedumbre de gente que por entre las alabardas procuraron subir al túmulo, como de hecho subieron algunos, entre los cuales fue una la mujer de Jacome Carlos, manca y impedida de un brazo, la cual, con la devoción que pudo, hizo que una mano desta dichosa virgen la tocase el brazo enfermo y luego al punto sanó. Aquí fue donde todos se abalanzaron al cuerpo y viendo que le hacían pedazos los hábitos, procuraron hacer que la enterrasen dentro del convento; y entre la una y las dos, con el mayor secreto que pudo, la enterraron. Está dentro de una caja de cedro, cubierta la sepultura de ladrillos; y porque sabiendo el pueblo que la habían enterrado llegaron con tan grande extremo a llevar tierra de la sepultura que temimos la desenterrasen; pero el Señor, que se honra de sus santos, ha obrado mil maravillas en esta santa, con cojos, mancos, tullidos y otras mil enfermedades y achaques. A dos mancos impedidos de todo punto, que oraron encima de su sepultura refregando el brazo dolorido encima del, les concedió Dios salud. El uno es un sacerdote, hermano del padre fray Joan de Aranda, que apenas podía decir misa y ya manda el brazo como si no hubiera tenido enfermedad. El otro es un moreno conocido de todo el reino. El mismo día de su entierro en la tarde dio salud a un tullido que estaba sobre su sepultura llamado Alonso Díaz Durán, que por esta ciudad andaba arrastrando pies y manos pidiendo limosna. A un mulatillo, que ni aun con muletas podía andar sin arrimarse a las paredes, le dio esta virgen manos y pies tan ágiles que podía dar carreras y saltar sin ayuda de muletas. Aquella noche siguiente, a las diez de la noche, cobró salud en su sepultura un hombre llamado don Diego de Zúñiga, que había mucho que andaba notablemente contrecho de una pierna y padecía gravísimos dolores. Una india cacica de Chincha estaba hacía cuatro años tullida, habiéndose tocado con una reliquia de la bendita Rosa pidió vestir y se levantó buena y sana. A un hombre que tenía una pierna disformemente hinchada, una reliquia de esta virgen le dio salud. A otro hombre tullido, que en una silla le trajeron al sepulcro, que de otra suerte no podía menearse, le sanó de todo punto. En el Callao, la tierra de su sepulcro y sus reliquias han hecho muchos milagros que por abreviar la relación no los refiero.

      El sábado 26 de agosto se mostró la imagen de nuestra Señora del Rosario, que está en este convento, con los colores del rostro tan encendidos y bañados de tan hermosos resplandores de luz que a todo el pueblo, que había concurrido a un milagro, le pareció que la imagen sudaba levantando el grito con un clamor grandísimo de devoción y con muy grandes lágrimas decían ser así. Averiguose que no sudaba sino que era un resplandor y alegría que mostraba la imagen en significación del excesivo y nuevo gozo que la emperatriz soberana tenía con las maravillas de su linda Rosa. Justo es pues Dios, nos ha hecho favores. Padres, que los conozcamos; que si los de fuera agradecidos de los referidos bienes que Dios a su Iglesia, a nuestra religión y a su tierra dichosa hace muestra tan gran de alegría; y exteriormente la ternura de su alma y corazón protestando mejorar la vida doliéndose de sus pecados. Nosotros padres pues, con nuestro ejemplo, con nuestra exhortación y palabras, hacemos santos, debiendo siempre según el estado aventajarnos, no nos quedemos atrás. Conozcamos las maravillas de Dios, engrandezcamos su nombre en sus santos y pues también hemos saber honrar a los suyos lleguémonos a él. Amémosle y con dolor de nuestra vida pasada pidámosle favor en la porvenir, acordándonos de la devoción de la virgen soror Rosa de Santa María nuestra hermana. El domingo que viene celebran en este convento sus honras por haberlo pedido así el Señor Virrey y Audiencia, el señor Arzobispo y cabildo. Pidiéndole juntamente para aquel día el altar y coro, vendrá el Señor Arzobispo vestido