Santidad, falsa santidad y posesiones demoniacas en Perú y Chile. René Millar. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: René Millar
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425705
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cadáver. El que fuese capaz de mantener la flexibilidad de sus miembros y no despedir mal olor y por el contrario exhalar un perfumado aroma a pesar del paso de las horas, reafirmaba a los ojos de los fieles la certeza de la santidad44. El morir en “olor de santidad” era una de las razones que se esgrimía con más fuerza a la hora de solicitar la beatificación de una persona. El primer hagiógrafo de Rosa, testigo directo de los sucesos, escribe a los pocos días sobre el particular: “El Señor Arzobispo en compañía de los demás señores de esta audiencia, hincados de rodillas ante el bendito cuerpo de esta hermosa rosa, le besaron las manos, las cuales tenía con los dedos de ellas tan tratables que causaba admiración. Así se jugaban los brazos, dedos y manos como si fueran de gonces o cosa viva llevándolos cada uno hasta la parte que quería. Exhalaba de sí este santo cuerpo después de 36 horas que le había dejado el alma según el dicho de todos una fragancia y olor como de Rosa de Santa María”45.

      El último elemento de carácter prodigioso asociado a la muerte y entierro de un santo era la materialización de diversos milagros que el contacto con los restos del difunto y con la tierra de la sepultura producía. En medio del tumulto y del estado de excitación generalizado por acercarse al cadáver, aparecían tullidos caminando, ciegos que veían, mudos que hablaban. Lo que en ese aspecto ocurrió con Rosa de Santa María lo relatan algunos testigos del proceso46 y también hagiógrafos. Uno de ellos señala que la mujer de Jacome Carlos, que era impedida del brazo derecho, sanó luego de tocar con una mano el cadáver que estaba en el túmulo. Un sacerdote con problemas en un brazo, un “moreno”, varios tullidos y otras personas enfermas sanaron después de refregarse con tierra de la sepultura en que hacía pocas horas la habían enterrado47.

      Las biografías de personas virtuosas que se escribían en la época Moderna perseguían diversos objetivos, uno de los cuales era impulsar un proceso de canonización futuro o en desarrollo; otro, era desempeñar una función edificante, que sirviera de modelo de vida; también, a veces se buscaba con ellas destacar la labor de una determinada orden religiosa en virtud de su vinculación con el biografiado48. En el caso americano podría agregarse el interés por destacar los logros del cristianismo en estas tierras49. Por todo ello, abundaban las denominadas “Vidas”, que en muchos casos permanecían manuscritas, dadas las restricciones impuestas por las autoridades eclesiásticas, Inquisición incluida, para evitar el desarrollo de las supersticiones y la proliferación de la falsa santidad.

      Las biografías desempeñaban un papel significativo en relación con los procesos de canonización, no sólo porque se constituían en una prueba más a ser esgrimida ante la Sagrada Congregación de Ritos, sino porque permitían difundir y mantener en el tiempo la fama de santidad de un candidato. En relación con Santa Rosa, la “Vida” más antigua que se conoce es la que en 1619 escribió su confesor, Fr. Pedro de Loayza, que de hecho sólo se vino a difundir en el siglo XX50. Su objetivo, al igual que la de Hansen que salió en 166451, era estimular el proceso de beatificación, al punto que se incorporó al expediente formado con las informaciones recogidas por orden del Arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero52. La de Hansen, por su parte, dada la descripción pormenorizada de la vida y milagros de la venerable y la difusión que tuvo en todo el mundo católico, se transformó en una de las fuentes básicas de las hagiografías que se escribieron con posterioridad53. La del padre Loayza en cambio, en la medida que se conoció tardíamente, no ha sido una fuente significativa para la historiografía de la virgen limeña.

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      Los esponsales de Santa Rosa. LAUREANO DÁVILA (QUITO, S. XVIII). CONVENTO DE LAS DOMINICAS DE SANTA ROSA. SANTIAGO, CHILE.

      Pero además de las mencionadas, existe otra, breve y al parecer desconocida, hagiografía de Rosa, escrita no sólo con anterioridad a aquellas sino que lo fue a la semana, poco más o menos, de su muerte. Se trata de un documento inédito muy valioso, porque su autor, religioso dominico, anónimo, fue testigo directo del entierro de Rosa y lo escribió días antes que se celebraran las solemnes honras fúnebres presididas por el arzobispo y el virrey el 4 de septiembre de 1617. El documento en cuestión se encuentra en la sección Manuscritos de América de la Biblioteca Nacional de Madrid junto a una copia incompleta de las visiones que tuvo Luisa Melgarejo a la muerte de Rosa54. Por cierto que ambos documentos son manuscritos, en letra del siglo XVII, aunque los copistas son distintos. Se desconoce por qué vía llegaron esos papeles al actual repositorio, pues lo único cierto es que dicha sección está constituida por documentación proveniente del antiguo fondo de la Real Biblioteca, por papeles que pertenecían al archivo del duque de Osuna y por compras efectuadas por Pascual Gayangos. Figura bajo el título “Noticia de la vida mística de sor Rosa de Santa María de Lima y de las curaciones obradas por su intersección” y tiene siete folios.

      El hecho de que esté junto con el texto de las visiones de Luisa Melgarejo no puede ser casual. Estas refieren la santificación de Rosa por Dios Padre, que la recibió en el cielo como esposa de Jesucristo. Por su parte, la relación anónima, en el fondo, refiere la santificación que el pueblo hizo de Rosa durante las honras fúnebres y entierro en respuesta a una vida de virtud. Esta hagiografía se divide en dos partes, en la primera se mencionan aquellos hechos de la vida de Rosa que muestran de manera patente que gozaba de dones sobrenaturales y que practicaba en grado heroico las virtudes cardinales y teologales. En la segunda se describen con cierto detalle las incidencias que se generaron en su entierro y los milagros que por su intercesión se realizaron.

      No deja de resultar interesante que el autor anónimo destaque una serie de hechos de la vida de Rosa, que también serán resaltados por las biografías posteriores. Para valorar esa situación debe considerarse que esta relación se escribió antes que se iniciara el proceso ordinario de beatificación, es decir, sin que se dispusiera de las testificaciones a las que, entre otros, tuvo acceso Hansen. Por el tipo de información que contiene esta “Vida” pareciera que las fuentes principales de que se nutrió el autor fueron los decires de algunos confesores. En la hagiografía queda en claro que Rosa fue poco conocida debido a su gran humildad; también se menciona que a los cinco años hizo voto de castidad, el que mantuvo hasta su muerte; se resalta el tiempo que le dedicaba a la oración, que llegaba a las 12 horas y que no iba a más porque muchas veces la vencía el sueño, que era uno de sus peores enemigos; en este tema recoge la historia de que para no ser vencida por él se ataba el cabello a un clavo que puso en la pared de su oratorio. De hecho, las mortificaciones que realizaba ocupan un espacio importante en el texto, pues a la práctica anterior añade la mención a la aspereza de la cama en que dormía; al uso de una corona con puntas metálicas, siguiendo en ello a Santa Catalina de Siena; también alude a las disciplinas y ayunos que acostumbraba practicar y que tenían un significado similar al que le asignaban las santas medievales, que veían en el sufrimiento y en la abstinencia un medio para el encuentro con Dios al imitar la pasión de Cristo55. Por último, destaca la oración contemplativa que practicaba en el jardín de su casa o en el convento de Santo Domingo, que la llevaba a tener visiones sobrenaturales y al encuentro con Jesús, con quien se desposó, teniendo a la Virgen como madrina.

      En cuanto a la otra parte del texto, el autor describe el impacto que provocó en los vecinos de Lima la muerte y entierro de Rosa de Santa María. Menciona con cierto detalle la aglomeración que se produjo en la casa de Gonzalo de la Maza cuando los fieles se enteraron del fallecimiento; luego se refiere al traslado de los restos al convento de Santo Domingo y a las incidencias que allí se vivieron hasta que pudo ser enterrada. Sobre el particular describe los tumultos que se produjeron a raíz de los intentos de los fieles por acercarse al féretro y obtener alguna reliquia de la difunta. También menciona la comprobación de la flexibilidad y fragancia de su cuerpo que realizó el arzobispo y oidores de la audiencia. Por último, se detiene en la enumeración de los milagros que realizó el Señor por la mediación de Rosa. El contacto con el cuerpo de la difunta hizo posible que varios tullidos y mancos sanaran, lo que también les aconteció a otros que se frotaron con tierra de la sepultura en que recién la habían enterrado.

      ¿A quién estaba destinado este texto?