Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424586
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Por ejemplo, los terrenos de Puchoco, donde más adelante se explotaría el carbón, fueron adquiridos el 20 de agosto de 1825 por el español Francisco de Paula Mora del cacique Ambrosio Regumilla y de su mujer Santos Neculpi en la suma de 58 pesos de plata, compra efectuada ante el teniente Francisco Arriagada, comandante militar de la plaza de Colcura630. La continuada adquisición de terrenos de variadas dimensiones por algunas familias de la Frontera —Cid, Villagrán, Hermosilla, Matamala, Del Río, Fernández, De la Maza— algunos de cuyos miembros parecen haber actuado como agentes inmobiliarios, permitió la formación de extensos latifundios. Este proceso, que se intensificó en el decenio de 1830, y que abarcó principalmente el sector de la costa, la denominada Baja Frontera, fue protagonizado por una masa variopinta de españoles —el término usado en la región para referirse a los chilenos—, sin la participación de hombres y capitales del centro del país631.

      El 23 de julio de 1849 zarpó de Valparaíso rumbo a Corral el bergantín chileno Joven Daniel. Entre los pasajeros iban varios destacados vecinos de Valdivia, entre ellos Nicolás Jaramillo Agüero, su prima Elisa Bravo Jaramillo, el cónyuge de esta, Ramón Bañados, y dos hijos de ambos. El 31 de julio el buque encalló en la playa de Puancho, al sur de Puerto Saavedra, quedó totalmente destruido y murieron ahogados los tripulantes y los pasajeros. A raíz de rivalidades internas, el cacique de Toltén corrió la voz de que los náufragos se habían salvado, pero habían sido asesinados por los indios del cacique Curín, quedando con vida y cautivos Elisa Bravo y sus hijos. La impresión que produjo la noticia en el país fue enorme, e impulsó el despacho, a fines de agosto, de una lancha con personal de rescate que naufragó en Mehuín. Otras partidas enviadas por Miguel Bravo Aldunate, el padre de la supuesta raptada, no hicieron sino dar más verosimilitud al acontecimiento, y bajo la presión de la opinión pública se dispuso el envío de una fuerza militar punitiva, de la que surgió el fuerte de Toltén.

      Testimonios de la resonancia que tuvo la suerte de Elisa Bravo fueron no solo los artículos de prensa sobre el caso, sino los dos óleos que le dedicó el pintor Monvoisin, uno relativo a la captura de la joven valdiviana y otro en que aparece con dos hijos mestizos.

      Al informar Francisco Antonio Pinto a su hijo Aníbal en 1855 sobre el naufragio en la barra del río Imperial del pequeño vapor Maule, que realizaba un levantamiento hidrográfico, le indicó que se había salvado toda la gente:

      La leyenda creada en torno a Elisa Bravo puso en un primer plano el problema de la Araucanía y, en especial, la forma en que debía abordarse. Con mensaje de 30 de agosto de 1848 el Presidente Bulnes había presentado al Senado un proyecto de ley destinado a precisar la situación de la colonia de Magallanes, que dependía de la intendencia de Chiloé, lo que originaba conflictos entre el gobernador de ella, los comandantes de los buques de la Armada y la lejana autoridad administrativa. El proyecto fue enviado a una comisión especial del Senado, la que lo amplió e incorporó disposiciones sobre el régimen y gobierno de las poblaciones indígenas y de las plazas fronterizas del sur del país. Aprobado el texto en la cámara alta, pasó a la de Diputados, donde surgieron diversas dudas, por lo que se acordó postergar la discusión y hacer llegar el proyecto al visitador judicial de la república, cargo desempeñado por Antonio Varas. El 23 de septiembre de 1849 Varas dio término a su informe, que ya en su primer párrafo contenía el juicio que se había formado sobre la materia: “Los territorios de indígenas requieren un régimen y gobierno especial, diverso del que se observa en el resto de la República”. Cuidando de advertir que usaría en su informe el término español para referirse al chileno, según el uso de la Frontera, llamó la atención al hecho de que a los indígenas “sus caciques los gobiernan sin tomar para nada en cuenta [a] las autoridades de la República”, no obstante lo cual reconocían como tales a los jefes militares, al comisario de naciones y a los capitanes de amigos. Había, sin embargo, una jefatura de mayor importancia: