Podemos entonces, con J. R. Browne y colaboradores,58 definir la calidad de vida como la interacción dinámica entre las condiciones externas de un individuo y la percepción interna de dichas condiciones, concepto reforzado posteriormente por Ramona Lucas-Carrasco,59 en el que sintetiza la calidad de vida como la percepción del individuo de su posición en la vida, en el contexto de la cultura y el sistema de valores en el que vive, en relación con sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones.
Desde el ámbito de la salud, como señalan Doris Cardona, Héctor Agudelo y Ángela Segura,60 se ha entendido la calidad de vida como la salud psicosomática del organismo, la funcionalidad y la ausencia de enfermedad. Por lo tanto, entender la calidad de vida implica una mirada sobre los factores determinantes y condicionantes del proceso salud-enfermedad, tales como aspectos socioeconómicos, socioculturales, estilos de vida y experiencia personal. Todos estos factores tienen una gran incidencia en las formas de enfermar y morir de las poblaciones. Así pues, la calidad de vida, desde la salud, evalúa: impacto físico y emocional de las enfermedades, disfunciones, incapacidades y adaptación a los tratamientos y nuevas terapias. Para la salud pública, en cambio, la calidad de vida es una forma de evaluar la eficiencia, la eficacia y el impacto de determinados programas con las comunidades.61
Esta aproximación a la calidad de vida desde los determinantes de la salud no es nueva. En la construcción del concepto calidad de vida, la OMS ha transitado por varias definiciones. Para 1994 se plantea que la calidad de vida:
es la percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, en relación con sus objetivos, expectativas, valores e intereses, todo ello matizado por: su salud física, su estado psicológico, su grado de independencia, sus relaciones sociales, los factores ambientales y sus creencias personales; no se ha de tener en cuenta el monto absoluto o relativo de los ingresos, sino el grado de satisfacción que proporcionan esos ingresos, tampoco se tomará en cuenta el número de horas de sueño, pero sí se tomará en cuenta todo problema que se le plantee al individuo con relación a él mismo.62
Posteriormente, el Programa de Salud Mental de la OMS, en el Foro Mundial de la Salud de 1996, definió la calidad de vida como “La manera en que el individuo percibe el lugar que ocupa en el entorno cultural y en el sistema de valores en que vive, así como en relación con sus objetivos, expectativas, criterios y preocupaciones”.63 Todo ello matizado por las dimensiones (facetas): física (dolor, malestar, energía, cansancio, sueño, descanso); psicológica (sentimientos positivos, labor de reflexión, aprendizaje, memoria, concentración, autoestima, imagen y apariencia corporal, sentimientos negativos); grado de independencia (movilidad, actividades de la vida diaria, dependencia respecto a medicamentos o tratamientos, capacidad de trabajo); relaciones sociales (relaciones personales, apoyo social, actividad sexual); entorno (seguridad física, entorno doméstico, recursos financieros, atención sanitaria y social, actividades recreativas, entorno físico, transporte) y espiritual (espiritualidad, religión, creencias personales).64
Seis años más tarde, en 2002, la OMS definió la calidad de vida como “la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos, esperanzas, normas y preocupaciones”.65
La calidad de vida se analiza desde dos esferas. La primera es la individual o privada, teniendo en cuenta percepción, sentido de vida, utilidad, valoración, felicidad, satisfacción de necesidades y demás aspectos subjetivos que son difícilmente cuantificables, pero que hacen que una vida tenga calidad con responsabilidad moral. La otra esfera es la colectiva o pública, referida a la cultura como determinante transversal de la calidad de vida de la población adulta. A este nivel, se hace necesario determinar el contexto cultural en el que vive, crece y se desarrolla un individuo, pues en él se concentra un capital humano que responde a significados que él mismo ha tejido con el apoyo de los demás y que corresponden a la trama de sentido de los eventos de la vida cotidiana, le permiten valorarla al contrastarla con criterios colectivamente válidos en la sociedad en que vive.
Es este el enfoque, desde una perspectiva multidimensional, que se utiliza más ampliamente para estudiar la calidad de vida de las poblaciones y especialmente la de los viejos.
1.6 Calidad de vida en el envejecimiento y la vejez en Colombia
No hay muchas investigaciones en Colombia alrededor de calidad de vida asociada al envejecimiento y la vejez; sin embargo, se evidencia, desde el año 2003, una mayor producción académica, analizando la influencia de distintos factores en la calidad de vida de las personas mayores, entre los que se encuentran: la situación de salud, las condiciones de vida, la funcionalidad, la satisfacción con la vida, los efectos de la institucionalización, las diferencias de calidad de vida de acuerdo al género, la relación entre estado emocional y calidad de vida, y las comparaciones con otros grupos etáreos.66
La evaluación periódica del estado de salud y de sus determinantes sociales es una herramienta que proporciona en gran medida los insumos para el establecimiento de los planes, políticas y programas en salud pública de una nación. Estas evaluaciones se constituyen además en el medio principal para analizar el logro de los compromisos sociales a diferentes niveles, a través de indicadores nacionales y regionales.67 Una mirada en clave de envejecimiento sobre la calidad de vida de las personas mayores permite identificar las necesidades, transformaciones, tendencias que tanto en el ámbito público, como en el ámbito privado de la familia se vienen dando y están marcando la pauta cultural, respecto a la forma como el país está asumiendo la vejez y qué estrategias de corresponsabilidad son necesarias para garantizarle una vejez con dignidad a la población colombiana.
El primer estudio nacional realizado para comprender cómo estamos en relación con el envejecimiento y la vejez en Colombia es la encuesta SABE (Salud, Bienestar y Envejecimiento), que parte de la primera base de datos multinacional que se hizo para estudiar estos asuntos en países que ya están atravesando una tasa importante de envejecimiento en Latinoamérica y el Caribe. La encuesta SABE internacional tiene como propósitos fundamentales: brindar información del estado de salud de los adultos mayores (necesidades en salud y protección social) y favorecer el diálogo entre la investigación en salud pública y el estudio del envejecimiento, y la formulación y ejecución de políticas públicas.68
Consolidar la encuesta SABE Colombia permitirá visibilizar e intervenir la situación del envejecimiento y la vejez de las personas mayores de áreas urbanas y rurales colombianas, en el marco de los determinantes del envejecimiento activo, para optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad social, con el fin de incrementar y mantener la calidad de vida de las personas mayores, y promover el envejecimiento saludable de la nación. Permitirá además favorecer un mayor diálogo entre la investigación en salud pública y el estudio del envejecimiento, a través del trabajo interdisciplinario y la comparación internacional.69
Este estudio, realizado por la Facultad de Salud de la Universidad del Valle y el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana de Cali, se inició en 2013 y aún no se tienen los resultados para su consulta. Sin embargo, vale la pena resaltar que su marco conceptual se basa en los determinantes sociales de la salud (DSS) con la perspectiva de vejez y del envejecimiento activo.
Respecto a indicadores