El ingenio de los mediocres. María Antonia Quesada. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Antonia Quesada
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418759413
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al final ha oficiado el padre Ubaldo, párroco de la zona, el señor no ha podido contener las lágrimas. Llantinas ha habido muchas porque la familia se resiente aún de la pérdida de la madre del novio que, de alguna manera, ha estado presente durante todo el acto por la continua evocación de su recuerdo.

      Ahora que todos han comido y bebido están más relajados y pueden bailar y gozar de esta hermosa noche de finales de junio en el Pirineo. Ha habido suerte porque para mañana pronostican lluvia y se nota en que el cielo ha empezado a encapotarse, aunque la fiesta podrá prolongarse hasta bien entrada la noche. El señor se está bebiendo un whisky y disfruta paladeando un sabor antiguo que parece que lo retrotrae a los tiempos en que estaba en su plenitud. De eso hace mucho, yo ni siquiera recuerdo la última vez que le serví uno. Hace años que lleva una vida franciscana y no abusa de comer ni de beber, y así está, que a este paso nos entierra a todos. Eso es lo que comentan en el pueblo, pero yo, que lo cuido a diario, sé que en los últimos tiempos ha descendido muchos escalones. La fortaleza que aparenta hoy es un espejismo, producto de este día que vive de forma tan especial. Más de uno, incluidos familiares y amigos, daría lo que fuera por saber qué piensa mientras contempla la fiesta desde su silla en la presidencia de la mesa junto a los novios, que hace ya un buen rato que se fueron a bailar con sus invitados. Siempre me llamó la atención lo bien que disimula sus cuitas esta gente, que hasta parece que existe armonía entre todos. Empezando por el señor, que distribuyó estratégicamente los asientos en la mesa principal para que los malpensados no pudieran captar recelos en las conversaciones de los comensales. Los novios, como es lógico, ocuparon el centro. Junto a la novia se sentó Nino, su suegro, y a continuación su madre, una mujer que no puede ocultar su entusiasmo por el enlace. Se ha vestido como un árbol de Navidad y no hace más que mostrar lo deslumbrada que está por el poderío de los Arlaiz. Desde que llegó y la acompañé a su habitación no he dejado de oírla alabar el caserío y la belleza del paisaje, y durante el banquete no ha parado de elogiar la exquisitez de la comida. Posiblemente a la difunta señora, doña Rosa Saldise, le resultaría un poco charlatana esta mujer que se muestra tan agradecida y satisfecha, pero en el fondo no difiere mucho de otras madres, contentas con el buen casamiento de una hija de la que se siente muy orgullosa cuando afirma que llegará a ser una científica reconocida. Enseguida conectó con Nino, con quien se nota que se encuentra a gusto pues no ha dejado de hablar con él desde que se sentaron.

      El padre del señorito está aprovechando la locuacidad de su consuegra para saber más de su nuera, a quien prácticamente ha conocido en estos días. Por su parte, la novia parece que se maneja bien con toda la familia; tras haber conquistado al nieto, lo ha logrado con el abuelo en las sucesivas visitas que ha hecho con Javier a Saldisetxea en los meses previos a la boda y parece que ahora quiere congraciarse con Nino, con quien se ha mostrado muy amable en todo momento. Quizás para restar dureza a la fría cortesía con que Javier se relaciona con su padre. Me pregunto qué papel va a jugar este nuevo miembro de la familia, cuyo nombre parece que la predestina a suceder a la madre y a la abuela, una sucesión nominal que se rompió con Carmen por el expreso deseo de Nino de que llevara el nombre de su madre.

      Los novios interrumpen su baile para descansar. Javier se acerca a su abuelo y bromea sobre su bebida. Don Iluminado le deja hablar y sonríe para sus adentros, se le ve complacido mientras la novia les observa y comprueba que el abuelo, a pesar de sus años, mantiene esa noche un brillo en la mirada que impresiona, porque le hace aparentar más joven de los noventa y uno que ya ha cumplido. Creo que a ella le produce un ligero nerviosismo el continuo análisis al que se ve sometida por el señor desde el día en que Javier se la presentó; utiliza esa treta con todos los que se le acercan para hacerlos sentir en su presencia como alumnos ante un tribunal de oposición. No obstante, Rosa tiene carácter y cuando se sabe a prueba, aunque posiblemente Javier le diga que son imaginaciones suyas, no se arredra. No pertenece a una familia acaudalada y conocida como los Arlaiz, pero muestra inteligencia y una formación sólida que sin duda le proporcionan los recursos para contraatacar cuando se ve asediada. Ahora, por ejemplo, está orientando la conversación de tal forma que pasa de examinanda a examinadora y ha conseguido que don Iluminado disfrute con el desafío, al menos me da esa impresión. No sabe el señor el esfuerzo que supone tratar con alguien como él, duro y firme en sus criterios y que, a pesar de su hablar pausado, conserva un discurso coherente sin fallos de memoria. Todos en la familia le reconocen esa fortaleza, que para Nino es obcecación y para Javier, motivo de admiración.

      Me pregunto cómo se tomará la nueva señora esta relación tan particular entre abuelo y nieto, porque no me parece que Rosa sea una mujer dispuesta a que le disputen influencia sobre su marido. Parece muy moderna y su credencial de científica introduce un elemento ajeno en una familia donde el reparto de papeles entre hombres y mujeres siempre ha estado muy definido. En ese aspecto supongo que hará buenas migas con su cuñada, que quizás deje de sentirse como un bicho raro con la incorporación de otra mujer joven y preparada. No entiendo qué pretenden ni qué necesidad tienen algunas mujeres de complicarse la vida cuando podían ser tan felices casándose y teniendo hijos como me habría gustado a mí si hubiera tenido la vida resuelta desde la cuna. Reconozco que admiro a Carmen y la quiero tanto como a su madre, aunque me cueste entender sus razones para cubrirse siempre con ese velo de insatisfacción, con el que sabe Dios qué frustraciones esconde.

      ***

      Mario, el hijo mayor de la tía Dora, la hermana de Nino, se acerca a la mesa y saca a bailar a la novia. Iluminado, como si hubiera estado esperando la ocasión, coge del brazo a Javier y hace a Amaia una seña para que le lleve el whisky a su despacho, no sin antes preguntar a su nieto, que lo rechaza, si quiere que también a él le lleve algo. Los dos hombres se levantan ante la mirada perspicaz de Nino, que quizás se pregunte qué estará tramando el viejo, de quien no se fía porque se ha pasado media vida enredando.

      —¿Dónde está Javier?

      La pregunta de la novia al regresar de la pista de baile llama la atención de quienes ocupan la mesa presidencial. Nino se percata por el tono de voz de que a su nuera tampoco le ha gustado ese aparte que ha hecho Iluminado con su nieto; pone cara de fastidio porque concluye que Javier ha buscado una mujer que lo controle, una debilidad que su hijo no es capaz de corregir. Disgustado, deja sin contestar la pregunta de Rosa y desvía su atención hacia la mesa donde Carmen se divierte con sus primos. La ve reír y esto le alivia.

      —¿Alguien ha visto a Javier? —repite la novia.

      —Ha entrado en la casa con el abuelo —se ve obligado a responder Nino.

      Rosa se sienta junto a su madre, que sin palabras parece decirle que tenga paciencia y borre de su rostro esa mueca de desagrado que se ha dibujado en sus labios. Nino calibra que esta es la oportunidad que estaba aguardando para ir a sentarse un rato con sus hermanos. Durante toda la cena ha dirigido miradas furtivas hacia el grupo bullanguero de su familia y no le cabe duda de que son los que más están disfrutando de la boda. Sus hermanos se alegraron mucho con la noticia y han llegado con el sano propósito de festejar por todo lo alto el primer casamiento que se produce en la segunda generación de la familia. Va a levantarse cuando se acercan Carmen y Mario a la mesa; Nino cree que a ambos empieza a hacerles efecto el alcohol, porque su sobrino, siempre tan serio, se muestra muy locuaz y, sin que su tío pueda saber el motivo, comienza a contarle un cotilleo sobre dos empleados de la fábrica, en la que trabaja como el resto de sus familiares. A pesar de la indiferencia que muestra Nino, Mario añade nuevos comentarios sobre quién está liado con quién y los chascos que más de uno se ha llevado. Todos ríen sus ocurrencias, contagiados de su hilaridad, y Carmen muestra hacia su padre una actitud zalamera bastante inusual en ella. Nino sabe que su hija le quiere mucho, pero, como el resto de la familia, no es nada efusiva. Estas celebraciones afloran muchos sentimientos, pero aun así no se le escapa que desde que se han sentado Carmen se ha cogido de su brazo y Mario se ha ubicado en una silla que le tapa totalmente la visión de la pista de baile. Ahora, en un gesto inesperado, Carmen se levanta y le besa la coronilla calva al tiempo que el sobrino le pide que lo acompañe a los aseos con la disculpa de que no recuerda dónde están. Este comportamiento de Mario es tan inusual que advierte a Nino de que está sucediendo algo que tratan de ocultarle. Así descubre en la pista de baile el motivo por el que quieren distraer su atención: Jon Monreal y su mujer bailan entre los invitados, mientras Ignacio, el padre de