6 Nicola Negretti, por ejemplo, señala que “mediante Génesis 2:4ª, el autor del relato sacerdotal ha encadenado juntas la semana de la Creación con el esquema de las toledot (generaciones) (ver Gén. 5:1; 6:9; 10:1; 11:10-27; 25:12-19; 36:1-9; 37:2) insertando (la semana) en el contexto de la historia de la salvación” (“Il Settimo Giorno”, Analecta Biblica 55, 1973, p. 93; ver p. 165, n. 31). Ver también H. C. Leupold, Exposition of Genesis, 1950, p. 110; J. Scharbert, “Der Sinn der Toledot-Formel in der Priesterschrift”, en “Wort-Gebot-Glaube”, Alttestamentliche Abhandlun-gen zur Theologie des Alten und Neuen Testaments 59 (1970, pp. 45-56).
7 Génesis 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10; 11:27; 25:12; 25:19; 36:1; 37:2.
8 La teoría kenita se remonta a Abraham Kuenen, The Religion of Israel, 1874, p. 274. Ha sido replanteada por Bernardus D. Eerdmans, “Der Sabbath”, en Vom Alten Testament: Festchrift Karl Marti, Nº 41 (1925), pp. 79-83; Karl Budde, “The Sabbat and the Week: Their Origin and their Nature”, The Journal of Theological Studies 30 (1928), pp. 1-15; H. H. Rowley, “Moses and the Decalogue”, Bulletin of the John Rylands Library 34 (1951-1952), pp. 81-118; L. Koehler, “Der Dekalog”, Theologische Rundschau 1 (1929), p. 181.
9 La identificación de Sakkuth y Kaiwan como nombres de Saturno ha sido impugnada recientemente por Stanley Gervirtz, “A New Look at an Old Crux: Amos 5:26”, Journal of Biblical Literature 87 (1968), pp. 267-276; ver William W. Hallo, “New Moons and Sabbaths: A Case-study in the Contrastive Approach”, Hebrew Union College Annual 48 (1977), p. 15. La traducción propuesta por Gervirtz y Hello dice: “Pero ahora cargaréis con vuestro ídolo rey y con los pedestales de vuestras imágenes (el texto hebreo añade: la estrella de vuestros dioses), que os habéis hecho vosotros mismos” (Amós 5:26).
10 Sobre la cuestión del origen de la semana planetaria, ver Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, 1977, pp. 241-247. Obsérvese que, mientras que el día de Saturno fue inicialmente el primer día de la semana planetaria, el sábado del Antiguo Testamento siempre fue el séptimo día.
11 Joseph Z. Lauterbach indica que, “en el judaísmo tardío, cada vez que se menciona alguna relación astrológica entre Saturno y los judíos, se tiene cuidado de precisar que los judíos observan el sábado con independencia de Saturno, dependiendo solo de Dios” (Rabbinic Essays, 1951, p. 438). Conviene señalar también que algunos judíos llamaron a Saturno Shábbti, que significa “la estrella del sábado”. Este no quiere decir, como observa Hutton Webster, “que el día reciba el nombre por el planeta, sino que el planeta recibe el nombre por el día” (Rest Days, 1916, p. 244).
12 Ver E. G. Kraeling, “The Present Status of the Sabbath Question”, The American Journal of Semitic Languages 49 (1932-1933), pp. 218, 219; G. Fohrer, Geschichte der israelischen Religion, 1969, p. 108; J. J. Stamm y M. E. Andrew, The Ten Comandments in Recent Research, 1967, pp. 91, 92; Roland de Vaux, Ancient Israel, 1965, t. 2, p. 480.
13 George Smith, Assyrian Discoveries, 1883, p. 12.
14 Hutton Webster supone que el calendario original posiblemente se remonte a los tiempos de Hammurabi (Rest Days, 1916, p. 223). William W. Hallo (p. 10) también opina que las festividades lunares neobabilónicas son restos de una antigua tradición sumeria (p. 8).
15 Se piensa que el día 19° representa el 49° día contado a partir del mes anterior, o siete días nefastos: úmé lemnúti. Sin embargo, como el mes lunar tiene algo más de 29 días, el ciclo “semanal” entre el último día nefasto (28° día) y el primero del mes siguiente (7°día) sería de ocho o nueve días, según el mes anterior hubiese tenido 29 o 30 días.
16 R. W. Rogers, Cuneiform Parallels to the Old Testament, 1912, p. 189; C. H. W. Johns, Assyrian Deeds and Documents, II, 1901, pp. 40, 41; George A. Barton, Archeology and the Bible, 1944, p. 308; Stephen Langdon, Babylonian Menologies and the Semitic Calendars, 1935, pp. 73ss.
17 Cada fase de la Luna representa 73/4 días, lo que hace imposible mantener un ciclo semanal de siete días precisos.
18 Ver Paul O. Bostrup, Den israelitiske Sabbats Oprindelse og Karakter i Foreksilsk, 1923, pp. 50-55.
19 Ver Amós 8:5; Oseas 2:11; Isaías 1:11-13; 2 Rey. 4:23.
20 El período entre dos lunas nuevas seguidas (lunación) es de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,8 segundos.
21 Es comúnmente aceptado que los días nefastos de Babilonia tenían carácter religioso pero no civil. Hutton Webster reconoce que, “en los documentos cuneiformes, nada indica que los babilonios los empleasen para fines civiles. Esos períodos parecen haber tenido únicamente un significado religioso” (p. 230). Siegfried H. Horn observa también que “los textos cuneiformes no dicen que en esos cinco días especiales del mes se tuviese que descansar, abstenerse de trabajar o adorar a los dioses. En ellos, solo se prohíbe a ciertas personas (al rey, los médicos, etc.) realizar ciertas cosas específicas en esos ‘cinco días nefastos’ ” (“Was the Sabbath Known in Ancient Babilonia? Archeologia and the Sabbath”, The Sabbath Sentinel [diciembre 1979], pp. 21, 22). En un calendario neobabilónico y en su texto original publicado por René Labat, la mayoría de esos días son desfavorables, y los múltiplos de siete pueden ser o buenos o malos (“Un calendrier cassite de jours fastes et néfastes”, Sumer 8 (1952), p. 27); “Un almanach babylonien”, Review d’Assyriologie 38 (1941), pp. 13-40.
22 Karl Budde, p. 6.
23 E. A. Speiser, “The Creation Epic”, en James B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 1950, p. 68. Ver W. F. Lambert y A. R. Millard, Atra-hasis: The Babylonian Story of the Flood, 1969, pp. 56f; Theophilus G. Pinches, “Sabattu, the Babylonian Sabbath”, Proceedings of the Society of Biblical Archeology 26 (1904), pp. 51-56.
24 Algunas tablillas cuneiformes hablan de sacrificios hechos a los reyes divinos de Ur en la luna nueva y en el día quince del mes. Ver H. Radau, Early Babylonian History, 1900, p. 314.
25 Ver ejemplos de textos en Cuneiform Texts from Babylonian Tablets in the British Museum, XVIII, 17c, d.
26 M. Jastrow piensa que el šabattu era en su origen un día para aplacar la ira de la divinidad, por lo que la idea de reposo se aplicaría antes a los dioses que a los hombres (Hebrew and Babylonian Traditions, 1914, pp. 134-149).