Marcos 2:27. Dos significativas declaraciones de Jesucristo, registradas en Marcos 2:27 y Juan 5:17, aluden al sábado de la Creación. En el texto de Marcos, Cristo dice: “El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado” (2:27). El contexto de esa afirmación es el siguiente: Los discípulos, para saciar su hambre, habían comido espigas de trigo en el lindero de un campo, por lo que habían sido acusados de transgredir el sábado. Para refutar tal acusación y para demostrar que la función principal del sábado es proteger y no mermar el bienestar físico y espiritual del hombre, Cristo apela al propósito inicial de ese día, diciendo: “El sábado fue hecho para79 el hombre; y no el hombre para el sábado” (Mar. 2:27).80
El vocabulario utilizado en este pasaje es muy revelador. El verbo hacer” (ginomai) alude a la “creación” del sábado81 y el sustantivo “hombre” (anthropos) se refiere a la humanidad en general. De modo que, para establecer el valor universal y humano del sábado, Cristo apela a su origen inmediatamente posterior a la creación del hombre. ¿Por qué? Porque para Dios la ley instituida en el origen es suprema. Así lo indica también en otra ocasión en que, lamentando la corrupción de la institución del matrimonio en tiempos del código mosaico, Jesús recurre a la ley del Edén, diciendo: “En el principio no era así” (Mat. 19:8). Cristo, pues, apunta a la Creación como origen tanto del sábado como del matrimonio, para hacer resaltar su valor fundamental para la humanidad.
Juan 5:17. El cuarto Evangelio recoge otra significativa declaración de Jesús acerca del sábado. Acusado por haber realizado una curación en sábado, se defiende diciendo: “Mi Padre hasta ahora obra y yo obro” (Juan 5:17). Algunos estudios sobre este pasaje han interpretado el “obrar” de Dios como una referencia a su cuidado providente (cura continua) o a la Creación continua (creatio continua), dándole al adverbio traducido por “hasta ahora” el significado de “continuamente”, o “siempre”.82 Basándose en esa interpretación, se ha sostenido que la alusión al continuo trabajo de Dios, ya sea creando o conservando, ignora y anula la ley del sábado.
Tal conclusión es errónea, al menos por dos razones. Primera, porque en este pasaje y otros del Evangelio de Juan la obra y el obrar de Dios no se identifican con la Creación o la providencia, sino explícita y repetidamente con la labor redentora de Cristo (ver Juan 4:34; 6:29; 10:37-38; 14:11; 15:24; 9:3). Segunda, porque el adverbio “hasta ahora” no resalta la constancia sino la iniciación y la culminación de la obra de Dios. En otras palabras, Dios está actuando desde el primer sábado hasta este mismo momento, y hasta la conclusión de su obra en el sábado final. El adverbio “hasta ahora” presupone un “principio” y “un fin”. El principio es el primer sábado, cuando Dios terminó la Creación; y el fin es el último sábado, cuando la Redención se haya concluido. Los sábados entre el primero y el último no son para Dios y sus criaturas (Juan 9:4) un tiempo de descanso ocioso, sino de “labor” responsable en favor de la salvación de los hombres. Concluimos, por lo tanto, que Cristo, al referirse en Juan 5:17 a la labor creadora divina para justificar la legitimidad de la realización de su ministerio redentor en ese día, ratifica implícitamente el origen edénico del sábado.
Hebreos 4:1 al 11. El origen del sábado es también relacionado con la Creación por el autor de la Epístola a los Hebreos. En su cuarto capítulo, explica la naturaleza universal y espiritual del descanso sabático citando juntos dos textos del Antiguo Testamento: Génesis 2:2 y Salmo 95:11. El primer texto remonta el origen del descanso sabático a la Creación, cuando “Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras” (Heb. 4:4; ver Gén. 2:2, 3). El último (Sal. 95:11) muestra que el descanso divino incluye también el gozo de la salvación, que se encuentra al entrar personalmente en el “descanso de Dios” (Heb. 4:3, 5, 10). Pasando por alto las demás enseñanzas acerca del sábado sugeridas en este pasaje, destacaremos solamente que para su autor el sábado no se originó en tiempos de Josué, durante el asentamiento en Palestina (Heb. 4:8), sino en la Creación misma, cuando “Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras” (Heb. 4:4). El contexto indica claramente que el autor se refiere a las “obras” de la Creación, puesto que explica que las obras de Dios “fueron acabadas desde la fundación del mundo” (Heb. 4:3). Así pues, en Hebreos 4 no solo se acepta el sábado de la Creación, sino también se lo presenta como la base para entender el propósito último de Dios con su pueblo.
3. El sábado de la creación en la historia
La tradición judía. Pasando ahora de las fuentes bíblicas a las extrabíblicas, encontramos un amplio reconocimiento del origen creacionista del sábado, tanto en la historia del judaísmo como en la del cristianismo. Los judíos desarrollaron dos posiciones diferentes en cuanto al origen del sábado. En líneas generales, los dos puntos de vista se distinguen por su procedencia geográfica y por su terminología. El judaísmo palestino (hebreo), como vimos anteriormente, redujo el sábado al nivel de un precepto exclusivamente judío relacionado con el origen de Israel como nación en tiempos de Moisés. Este punto de vista no representa, sin embargo, la tradición original sino un desarrollo secundario que fue favorecido por la necesidad de preservar la identidad judía frente a las presiones helenísticas (especialmente en tiempos de Antíoco Epífanes, 175 a.C.), encaminadas a hacer abandonar la religión judía. Y así, incluso en la literatura palestina, hay referencias al origen creacionista del sábado. Por ejemplo, el Libro de los Jubileos (en torno a 140-100 a.C.) dice, por una parte, que Dios permitió guardar el sábado “solo a Israel” (Jub. 2:31); y por otra parte afirma que Dios “guardó el sábado en el séptimo día y lo santificó por todas las edades, y lo puso por señal de todas sus obras” (Jub. 2:1).
En la literatura judía helenística (griega), el sábado es unánimemente considerado como una institución para todos los hombres que se remonta a la Creación. Aristóbulo, el predecesor de Filón, por ejemplo, escribe en el siglo II a.C. que “Dios, el Creador de todo el mundo, nos ha dado también el séptimo día para descansar porque la vida de todos los hombres está llena de fatigas”.83 Dos siglos más tarde, Filón trató ampliamente el tema del sábado. No solo remonta el origen del sábado a la Creación, sino también se complace en llamarlo “el aniversario del mundo”.84 Refiriéndose al relato de la Creación, escribe lo siguiente: “Se nos dice que el mundo fue hecho en seis días y que en el séptimo cesó Dios de su obra para contemplar lo que tan perfectamente había creado, y por lo tanto ordenó a los que deberían vivir como ciudadanos de este mundo seguir su ejemplo en esta como en otras cosas”.85 Precisamente porque el sábado existe desde la Creación, Filón insiste en que es “la festividad del Universo y no la de un solo pueblo o país, y solo ella merece propiamente el nombre de universal porque pertenece a todos los pueblos”.86
La iglesia primitiva. El reconocimiento del origen creacionista del sábado se encuentra también en documentos de la iglesia primitiva, incluso en casos en que sus requerimientos son discutidos o aplicados al domingo. En la Didascalia Siriaca (hacia 250), por ejemplo, la controversia entre el sábado y el domingo gira en torno a cuál de los dos días tiene prioridad con respecto a la Creación. El domingo es “superior” al sábado porque lo precedió en la semana de la Creación. Como primer día de la Creación, el domingo representa “el principio del mundo”.87 En el tratado Sobre el sábado y la circuncisión, contado entre las obras de Atanasio (296-373), se argumenta la superioridad del domingo sobre el sábado contraponiendo la Redención a la Creación: “El sábado fue el final de la primera Creación; el Día del Señor fue el principio de la segunda, en la cual él renovó y regeneró la antigua”.88 El hecho de que tanto los observadores del sábado como los del domingo hayan apelado a la Creación como argumento para defender la legitimidad del reposo en un día o en otro demuestra la importancia que tenía para ellos la cuestión de su origen.
En las llamadas Constituciones de los santos apóstoles (hacia 380) se amonesta a los cristianos a “observar el sábado y la fiesta del Día del Señor; porque aquel es el memorial de la Creación y esta el de la Resurrección”.89 En esta obra hay varias referencias