Reposo divino para la inquietud humana. Samuele Bacchiocchi. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Samuele Bacchiocchi
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789877984996
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tenga una visión más completa del asunto en su perspectiva bíblica e histórica.

      Tal conclusión es errónea, al menos por dos razones. Primera, porque en este pasaje y otros del Evangelio de Juan la obra y el obrar de Dios no se identifican con la Creación o la providencia, sino explícita y repetidamente con la labor redentora de Cristo (ver Juan 4:34; 6:29; 10:37-38; 14:11; 15:24; 9:3). Segunda, porque el adverbio “hasta ahora” no resalta la constancia sino la iniciación y la culminación de la obra de Dios. En otras palabras, Dios está actuando desde el primer sábado hasta este mismo momento, y hasta la conclusión de su obra en el sábado final. El adverbio “hasta ahora” presupone un “principio” y “un fin”. El principio es el primer sábado, cuando Dios terminó la Creación; y el fin es el último sábado, cuando la Redención se haya concluido. Los sábados entre el primero y el último no son para Dios y sus criaturas (Juan 9:4) un tiempo de descanso ocioso, sino de “labor” responsable en favor de la salvación de los hombres. Concluimos, por lo tanto, que Cristo, al referirse en Juan 5:17 a la labor creadora divina para justificar la legitimidad de la realización de su ministerio redentor en ese día, ratifica implícitamente el origen edénico del sábado.

      Hebreos 4:1 al 11. El origen del sábado es también relacionado con la Creación por el autor de la Epístola a los Hebreos. En su cuarto capítulo, explica la naturaleza universal y espiritual del descanso sabático citando juntos dos textos del Antiguo Testamento: Génesis 2:2 y Salmo 95:11. El primer texto remonta el origen del descanso sabático a la Creación, cuando “Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras” (Heb. 4:4; ver Gén. 2:2, 3). El último (Sal. 95:11) muestra que el descanso divino incluye también el gozo de la salvación, que se encuentra al entrar personalmente en el “descanso de Dios” (Heb. 4:3, 5, 10). Pasando por alto las demás enseñanzas acerca del sábado sugeridas en este pasaje, destacaremos solamente que para su autor el sábado no se originó en tiempos de Josué, durante el asentamiento en Palestina (Heb. 4:8), sino en la Creación misma, cuando “Dios descansó en el séptimo día de todas sus obras” (Heb. 4:4). El contexto indica claramente que el autor se refiere a las “obras” de la Creación, puesto que explica que las obras de Dios “fueron acabadas desde la fundación del mundo” (Heb. 4:3). Así pues, en Hebreos 4 no solo se acepta el sábado de la Creación, sino también se lo presenta como la base para entender el propósito último de Dios con su pueblo.

      La tradición judía. Pasando ahora de las fuentes bíblicas a las extrabíblicas, encontramos un amplio reconocimiento del origen creacionista del sábado, tanto en la historia del judaísmo como en la del cristianismo. Los judíos desarrollaron dos posiciones diferentes en cuanto al origen del sábado. En líneas generales, los dos puntos de vista se distinguen por su procedencia geográfica y por su terminología. El judaísmo palestino (hebreo), como vimos anteriormente, redujo el sábado al nivel de un precepto exclusivamente judío relacionado con el origen de Israel como nación en tiempos de Moisés. Este punto de vista no representa, sin embargo, la tradición original sino un desarrollo secundario que fue favorecido por la necesidad de preservar la identidad judía frente a las presiones helenísticas (especialmente en tiempos de Antíoco Epífanes, 175 a.C.), encaminadas a hacer abandonar la religión judía. Y así, incluso en la literatura palestina, hay referencias al origen creacionista del sábado. Por ejemplo, el Libro de los Jubileos (en torno a 140-100 a.C.) dice, por una parte, que Dios permitió guardar el sábado “solo a Israel” (Jub. 2:31); y por otra parte afirma que Dios “guardó el sábado en el séptimo día y lo santificó por todas las edades, y lo puso por señal de todas sus obras” (Jub. 2:1).