Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Antonio Pérez-Mosso Nenninger. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Pérez-Mosso Nenninger
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418467295
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las masas populares a Pedro I provienen de la brutalidad de los medios a que recurre para sanear la hacienda pública (cosa que logra ampliamente) y construir el Estado occidentalizado que él concibe (por medio de un fisco durísimo para los más pobres, trabajos forzados con pérdida de numerosas vidas, una nueva aristocracia del todo adicta al zar, un servicio militar obligatorio de 25 años de duración por sorteo...). A estas resistencias se les sumaron las anteriores de los amantes de la tradición, multitudes que rechazan las innovaciones religiosas y nuevas costumbres avaladas por los zares138.

      Pedro desea armar un ejército poderoso que le permita tratar como a iguales a las potencias de Europa. Promueve para ello las necesarias industrias siderúrgicas, y concede a sus empresarios directores el derecho de escoger los obreros que necesiten; así, muchos siervos de la gleba, campesinos, pasaron, forzados, a serlo de las fábricas. Afrontará entonces la dura y larga guerra con el más fuerte ejército del norte de Europa, el de Suecia, que bloquea el acceso de Rusia al Báltico.

      A partir de Pedro I, las élites cultas, entonces sólo gentes de la nobleza, comienzan a asumir las ideas de la Ilustración; no, la democracia de Rousseau; pero sí, el naturalismo de Pufendorf, la separación de poderes de Montesquieu, e ideas de otros escritores menores. La autocracia de los zares no desemejaba del despotismo ilustrado de las monarquías absolutas occidentales del XVIII, aunque el ámbito en que se difunden tales ideas y modas será muy limitado; sobre todo, en la capital San Petersburgo. El corazón de Rusia, su inmenso campesinado, era declaradamente ortodoxo y religioso.

      Época de Catalina II (1762-96)

      Aunque Catalina II, sobre todo a efectos de política exterior, se proclama defensora de la ortodoxia, en realidad impone una política secularizadora. Incluso un principal dirigente del órgano supremo de la Iglesia ortodoxa (del Santo Sínodo), Tschebytschev, se manifestaba abiertamente ateo. El historiador Stasiewski comenta al respecto:

      Catalina, alabada por los filósofos de la Enciclopedia francesa, los agasaja e invita a su corte de San Petersburgo. Pero a aquella penetración ideológica le faltó tiempo y medios para ser más efectiva en Rusia, pues pronto estalla la Revolución francesa, abonada por estas ideologías. Catalina, espantada ante los hechos, se despega de sus viejas amistades de París y trata de salvar la vida de Luis XVI (ejecutado en 1793). Retrocede claramente de su anterior tolerancia para con la Ilustración francesa y hace prohibir toda circulación e importación de libros franceses (recuérdese en la España de Carlos IV el llamado “pánico de Floridablanca” cuando a la corte de Madrid llegan noticias de lo que sucede en París).

      El impacto inmediato de la Revolución francesa

      Pablo I (1796-1801), hijo de Catalina II, accede al trono en el momento en que Napoleón logra sus primeras victorias sobre Austria en el Norte de Italia y crece su gloria en Francia. Se suma el zar enseguida a la coalición internacional contra Francia. Pero a partir del golpe de Estado de Brumario por Bonaparte en 1799, Pablo I se retira de la coalición por estimar que Francia cuenta ya con un gobernante decidido a establecer el orden. Pero mientras tanto, un complot palaciego, por razones personales y por su política conciliatoria con Napoleón, le asesina en 1801.

      Le sucede tras un breve reinado su hijo Alejandro I (1801-25). Pablo I había querido dar a la nación una orientación más tradicional, contraria a la secularizante de su madre, pero a la vez con notables desvaríos y contradicciones. Durante diez años (1784-94) puso por preceptor de su hijo al suizo Frederic Laharpe, reconocido racionalista y simpatizante de la Revolución francesa, que le dará a leer y comentar la literatura de la Ilustración; en especial, las obras de Rousseau y del republicanismo contemporáneo. Alejandro, acorde con esta educación, comienza su largo reinado con un manifiesto deseo de adecuar el país a las nuevas ideas de Occidente y de reformarlo en el sentido ilustrado de las monarquías europeas del XVIII.