Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Antonio Pérez-Mosso Nenninger. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Pérez-Mosso Nenninger
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418467295
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que es lo que se imponía en Occidente conforme avanza la revolución liberal), o con la aún más dura condición del jornalero.

      El Estado no disponía de capital para de algún modo indemnizar a la nobleza terrateniente, y asumir él la propiedad para adjudicar tierras al campesinado por módicas rentas anuales. A los reformadores del gobierno les disgusta el planteamiento de una liberación sin conceder tierras, pues temen que surja un inmenso proletariado sin tierra, fuente de interminables conflictos.

      Finalmente, Alejandro II da en 1861 el decreto de abolición de la servidumbre de la gleba. Entrega tierras al campesino, pero con fuertes contraprestaciones al antiguo señor y al Estado, e implanta la libre contrata del trabajador por la pura ley de la oferta y la demanda. Despertó enorme hostilidad entre los campesinos. La nueva ley imponía, con algunos atenuantes, el individualismo liberal de Occidente a un campesinado que desde antiguo gestionaba solidariamente (cada aldea era presidida por su mir o asamblea de ancianos) los pagos de las rentas al señor, las necesidades del lugar y el reparto de las tierras entre las familias de la aldea.

      En muchos casos aquel intento de reforma agraria fracasa enseguida. A los dos años estallan nuevas revueltas de campesinos a los gritos de “moriremos por Dios y por el zar”, “no queremos más señor”. Los kulaks, la nueva clase social formada por la minoría de antiguos campesinos enriquecidos, que han aprovechado la nueva libertad de comprar y vender (concedida por el decreto de emancipación) para apropiarse de las tierras de otros campesinos que pasarán así a ser jornaleros. Tolstoi, testigo de los hechos, comenta: “los individuos más inteligentes [del campesinado, los kulaks] llegan a apropiarse de la tierra y a sujetar a otros campesinos a la condición de jornaleros”. No obstante, muchos, gracias a la nueva libertad de 1861, pueden emigrar a otras tierras insuficientemente colonizadas; primero, hacia las grandes estepas del Sur; y más adelante, a Siberia.

      La inteligentsia, que en los años 60 vira del idealismo al positivismo

      En los años 1860 aparece una nueva intelectualidad, desapegada de la anterior muy afecta a la metafísica idealista de Hegel. El influjo de Hegel no desaparece, pero surge una nueva inteligentsia, más atenta a los concretos datos empíricos, más positivista, y de bastante mayor extensión social, a menudo ya de origen plebeyo y burgués. Su mayor contingente lo aportan los profesores universitarios, los maestros, médicos, científicos, ingenieros, periodistas...

      Otra corriente más radical y minoritaria surge del mismo seno de la inteligentsia rusa en la mayoría de las ciudades con universidad. Se forman grupos “más nihilistas” de estudiantes que encuentran la orientación definitiva de sus vidas en la novela ¿Qué hacer? de Chernishevski (1862). Fue la lectura de una entera generación que decide “acercarse al pueblo” y practicar, como lo entendían, “una vida más sencilla”. En 1874, miles de jóvenes de ambos sexos –llamados populistas– comienzan a aprender oficios prácticos para marchar a vivir en comunas con la sociedad campesina. El intento duró varios años y fue un completo fracaso.

      Los inicios del terrorismo

      De momento no surge grupo revolucionario violento alguno. Pero, en 1866, un intento individual, aislado y fallido, de asesinato del zar será premonitorio. En 1876, los restos del fracasado populismo crean en San Petersburgo una organización secreta: la Zemlia i Volta (Tierra y Libertad). Detenidos muchos de sus miembros, convierten los masivos juicios públicos contra ellos en auténticas manifestaciones de propaganda de sus ideas, y da a los rebeldes un halo de mártires.

      La mayoría de los populistas se convencen entonces de que la revolución social no se podrá hacer sin derribar antes la autocracia, y para ello había que crear un programa de terror contra el Estado; contra sus más significados funcionarios, ministros y el mismo zar. La mayoría de la organización, que era favorable a recurrir al terrorismo, crea otra nueva secreta: la Naridnata Volia (Voluntad del Pueblo). La minoría restante prefirió proseguir la táctica de la agitación y la propaganda. Muchos de ambos grupos se exilian para conspirar desde el extranjero.

      134 Cf. JD6, 296-300

      135 Cf. VC1, 416-420; DM, 323-326; JD6, 300-302

      136 Cf. BS, 112s

      137 Cf. JD6, 302-313

      138 Cf. DM, 454

      139 Cf. VC1, 417-425; DM, 324-326, 451-454; CM6, 528

      140 Cf. BS, 153s

      141 Cf. DM, 459-463; JD6, 308-315, 825

      142 Cf. JD6, 313

      143 Cf. CM8, 232; BS, 143-147, 152-153

      144 Cf. DM, 458s

      145 Cf. DM, 454-458

      146 Cf. DM, 458

      147 Cf. BS, 157-160; CM9, 343-346

      148 Cf. BS, 159, 164-166; CM9, 352; FZ, 91s; VC2, 273. León Tolstoi, en Guerra y Paz, ha dejado amplia memoria de estos sucesos (cf. Obras completas, Aguilar, Md 2004, 641-989)

      149 Cf. CM9, 111, 352, 452s; BS, 167

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