Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Antonio Pérez-Mosso Nenninger. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Pérez-Mosso Nenninger
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418467295
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Alejandría), de origen apostólico; no, precisamente político108.

      La invasión mogol (época de la Horda de Oro: 1237-1480)

      Tras una época de bastante paz y notable auge comercial, las tribus mogolas de las estepas del oriente de Rusia (lideradas por Gengis Kan, cuyos ejércitos han conquistado China) invaden en 1237 el Rus, muy debilitado por conflictos internos. Saquean, destruyen y asesinan sin piedad. Los sobrevivientes son vendidos como esclavos o para servir en el ejército invasor. El poder mogol –la llamada Horda de Oro por los historiadores– , ante la dificultad de ocupar de modo efectivo la inmensa Rusia, se retira hacia el Sur, al bajo Volga, pero desde allí ejercerá un duro protectorado durante más de un siglo sobre los príncipes del Rus, sometidos a vasallaje y fuertes tributos.

      En aquella situación, la Iglesia ortodoxa se fue convirtiendo en la principal institución que aúna a los sometidos al poder mogol (pagano, y más tarde musulmán); y por su parte, el cabeza de la ortodoxia rusa, el metropolita de Kiev, dependiente hasta entonces del patriarcado de Constantinopla, se considerará a sí mismo como el guardián de la integridad del Rus, y quien ha de visitar casi permanentemente las numerosas diócesis.

      El monacato en la Edad Media rusa

      En la historia de Rusia, el monacato ha sido de extraordinaria importancia. Las primeras fundaciones monásticas surgen a fines del siglo IX, muy vinculadas espiritual y culturalmente a los monjes de Constantinopla. Antes de principiar el siglo XIII se cuentan ya setenta monasterios, dedicados a la oración y al trabajo de colonización de tierras; unos dos tercios, por donaciones de príncipes y nobles para recibir en ellos sepultura y oraciones por su alma; otros, por la directa iniciativa de jóvenes deseosos de practicar la vida monacal. Para todos ellos la invasión mogola supuso un tremendo golpe.

      La gran devoción a la Virgen y los iconos

      Herencia preciosa de la Iglesia bizantina al pueblo ruso ha sido la devoción a la Virgen. El pueblo fiel del Imperio Romano de Oriente resistió con numerosos mártires, y muy acompañado por sus monjes, en las persecuciones decretadas por los emperadores iconoclastas durante más de un siglo; persecuciones, detenidas en el 717 por la emperatriz Irene, reanudadas el 813, y definitivamente hechas concluir por la emperatriz Teodora en el 843.

      Durante las persecuciones, muchos pintores de iconos –pinturas sobre tablas– emigran a las orillas del Mar Negro en la época inicial de la gran evangelización de Rusia, que desde el Sur (en especial, desde la primera capital del país: Kiev) se extenderá hasta al extremo Norte. Ellos suministrarán abundantes iconos de Cristo, la Virgen y distintos santos a las iglesias que entonces se construyen, como las magníficas de Kiev de la Dormición de María y de Santa Sofía; y suministrarán también los iconos a las mismas casas de los fieles, como se había hecho tradición entre el pueblo fiel bizantino al esconder en ellas los prohibidos iconos.

      Catedral de Santa Sofía de Kiev (s. XIV-XV)

      Icono Virgen de Vladimir de Kiev

      La unidad nacional iniciada con el zar Iván III (1462-1505)

      A fines del siglo XV alcanza Rusia su unidad política, que llegará, muy recrecida, hasta el presente. A partir del aún reducido principado de Moscú, Iván III será su primer y decidido impulsor. Reúne varios principados próximos, ligados entre sí mayormente por lazos familiares y por la defensa mutua frente a tártaros y mogoles, para erigir un Estado centralizado al modo de Occidente. Pronto amplía sus límites territoriales: por el Norte hasta el Mar Blanco, y por el Sur y el Este hasta Ucrania y los Urales. Fue el fundador del imperio ruso, que lo concibe como heredero y prolongación espiritual y política del Imperio Romano de Oriente. No renuncia a darse el significativo título romano de “César” (Zar). Crea una corte con todo el lujo y boato de la bizantina, transforma el Kremlin en un suntuoso palacio, y hace construir magníficas catedrales de estilo bizantino.

      Moscú, “Tercera Roma”

      El gran progreso de la religión en Rusia hizo concebir la idea de que Rusia –“Nuevo Israel”– está destinada, tras la apostasía de los occidentales (así se dio a entender en Oriente, sobre todo a partir de Focio con el pretexto por él promovido de que el “Filioque” del credo latino era un añadido herético a la fe de Nicea) y del gran avance del Islam (demoledor del Imperio Romano de Oriente, y siempre al acecho en las mismas fronteras rusas) a ser la comunidad fiel a Cristo hasta el fin de los tiempos para bien del universo entero. Así lo comenta el historiador Paul Bushkovitch:

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