16- Gabriele Pollini, “Appartenenza socio–territoriale e mutamento culturale”, en Vincenzo Cesareo (ed.), La cultura dell’Italia contemporanea, Fondazione Giovanni Agnelli, Turín, pp. 185–225.
17- Fabio Lorenzi-Cioldi, Individus dominants et groupes dominés, Presses Universitaires de Grenoble, Grenoble, 1988, p. 19.
18- P. Tap, Identités collectives et changements sociaux, Privat, Toulouse, 1980.
19- Robert K. Merton, Éléments de théorie et de méthode sociologique, Librairie Plon, París, 1965. Según Merton se entiende por grupo “un conjunto de individuos en interacción según reglas establecidas” (p. 240). Por lo tanto, una aldea, un vecindario, una comunidad barrial, una asociación deportiva y cualquier otra socialidad definida por la frecuencia de interacciones en espacios próximos, serían “grupos”. Las colectividades, en cambio, serían conjuntos de individuos que, aun en ausencia de toda interacción y contacto próximo, experimentan cierto sentimiento de solidaridad “porque comparten ciertos valores y porque un sentimiento de obligación moral los impulsan a responder como es debido a las expectativas ligadas a ciertos roles sociales” (p. 249). Por consiguiente, para Merton serían “colectividades”, las grandes “comunidades imaginadas”, en el sentido de B. Anderson (1983), como la nación y las iglesias universales (pensadas como “cuerpos místicos”). Algunos autores han caracterizado la naturaleza peculiar de la pertenencia a estas grandes comunidades anónimas, imaginadas e imaginarias, llamándola “Identificación por proyección o referencia”, en clara alusión al sentido freudiano del sintagma (Galissot, 1987).
20- Las “redes” suelen concebirse como relaciones de interacción entre individuos, de composición y sentido variables, que no existen a priori ni requieren de la contigüidad espacial como los grupos propiamente dichos, sino son creadas y actualizadas cada vez por los individuos (Hecht, 1993).
21- Las categorías sociales han sido definidas por Merton como “agregados de posiciones y de estatutos sociales cuyos detentadores (o sujetos) no se encuentran en interacción social; éstos responden a las mismas características (sexo, edad, renta, etcétera) pero no comparten necesariamente un cuerpo común de normas y valores” (Merton, 1965, p. 249).
22- Paolo Guidicini, Dimensione comunità, Franco Angeli, Milán, 1985, p. 48.
23- Por ejemplo, a la categoría “mujer” se asocia espontáneamente una serie de “rasgos expresivos”: pasividad, sumisión, sensibilidad a las relaciones con otros; mientras que a la categoría “hombre” se asocian “rasgos instrumentales: activismo, espíritu de competencia, independencia, objetividad y racionalidad” (Lorenzi–Cioldi, 1988, p. 41).
24- Denise Jodelet, Les représentations sociales, Presses Universitaires de France, París, 1989, p. 32.
25- Jean–Claude Abric, op. cit., p. 19.
26- D. Jodelet, op. cit., p. 36. Debe advertirse, sin embargo, que según los psicólogos sociales de esta escuela, los individuos modulan siempre de modo idiosincrático el núcleo de las representaciones compartidas, lo que excluye el modelo del unanimismo y del consenso. Por consiguiente, pueden existir divergencias y hasta contradicciones de comportamiento entre individuos de un mismo grupo que comparten un mismo haz de representaciones sociales.
27- G. Mugny y F. Carugati, L’intelligence au pluriel: les représentations sociales de l’intelligence et de son développement, DelVal, Cousset, 1985, p. 183.
28- Edmond Marc Lipiansky, Identité et comunication, Presses Universitaires de France, París, 1992, p. 122.
29- Alfonso Pérez–Agote, “La identidad colectiva: una reflexión abierta desde la sociología”, en Revista de Occidente, núm. 56, 1986, pp. 76–90.
30- Erving Goffman, Estigma. La identidad deteriorada, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
31- Henri Paicheler, “L’épistémologie du sens commun”, en Sergio Moscovici (ed.), Psychologie Sociale, Presses Universitaires de France, París, 1984, pp. 277–307.
32- Alessandro Pizzorno, “Identità e sapere inutile”, en Rassegna Italiana di Sociologia, núm. 3, año XXX, ١٩٨٩, pp. 305–319.
33- Lipiansky, op. cit., p. 121.
34- Sharon S. Brehm, “Les relations intimes”, en S. Moscovici (ed.), Psychologie..., op. cit., pp. 169–191.
35- Pizzorno, op. cit., p. 318.
36- Pierre Bourdieu, “L’illusion biographique”, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, núms. 62/63, 1986, pp. 69–72.
37- Ibid.
38- Bourdieu, op. cit., p. 70.
39- Peter L. Berger, “La identidad como problema en la sociología del conocimiento”, en Gunter W. Remmling, Hacia la sociología del conocimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, pp. 355–368.
40- Lipiansky, op. cit., p. 88.
41- Sobre el fetichismo, las usurpaciones y las perversiones potenciales inherentes a este mecanismo, ver, Bourdieu, 1984: “La relación de delegación corre el riesgo de disimular la verdad de la relación de representación y la paradoja de situaciones en las que un grupo sólo puede existir mediante la delegación en una persona singular —el secretario general, el Papa, etcétera— que puede actuar como persona moral, es decir, como sustituto del grupo. En todos estos casos, y según la ecuación establecida por los canonistas —la Iglesia es el Papa—, según las apariencias el grupo hace al hombre que habla en su lugar, en su nombre (así se piensa en términos de delegación), mientras que en realidad es igualmente verdadero decir que el portavoz hace al grupo...” (p. 49).
42- Alessandro Pizzorno, “Spiegazione come reidentificazione”, en Rassegna Italiana di Sociologia, núm. 2, año XXX, 1989, pp. 161–183.