2- Ver, Robert Fossaert, La societé, t. 6, Les structures idéologiques, Éditions du Seuil, París, 1983, pp. 495–500; Eunice R. Durham, “Cultura e ideología”, en Dados, Revista de Ciencias Sociais, vol. 27, núm. 1, 1984; Michel Vovelle, Idéologies et mentalités, Maspero, París, 1982; Jean Starobinski, Le mot Civilization, en Autores Varios, Le temps de la réflexion, Gallimard, París, 1983, pp. 13–51.
3- Pietro Rossi, Il concetto di cultura, Giulio Einaudi Editore, Turín, 1970; Hans Peter Thurn, Soziologie der Kultur, Verlag W. Kohlhamer, Stuttgart, 1976.
4- Ver nota precedente, y también: André Banuls, “Les mots culture et civilisation en français et en allemand”, en Etudes germaniques, abril–junio de 1969, pp. 171–180; G. Poujol y R. Labourie, Les cultures populaires, Privat, París, 1979, pp. 13–21.
5- Jacques Charpentraux, René Kaes, La culture populaire en France, Éditions Ouvrières, París, 1962.
6- Algunos autores llaman también la atención sobre la connotación sacralizante inherente al término “cultura”, a partir del latín cultus (culto): colere Deos. “Desde sus orígenes” —dice Maurice Imbert— “el término cultura conserva la huella de una connotación sacralizante (culto y trascendencia) que aparentemente se acomoda muy bien a las formas más laicizadas de la cultura del mundo moderno”. (En G. Poujol y M. Labourie, Les cultures populaires, op. cit., p. 16).
7- Maurice Imbert, loc. cit., p. 17.
8- Sobre esta distinción, véase Peter Thurn, op. cit., p. 21 y ss. Alfred Weber ha sido uno de los que intentaron incorporar esta distinción a la sociología, partiendo de la idea de que la sociedad se compone de tres “esferas” analíticamente distinguibles: la “esfera de la estructura social”, la “esfera del proceso civilizatorio” y la “esfera cultural”. La esfera de la civilización (la ciencia, la tecnología, la economía) se caracterizaría por su “dinámica evolutiva” de carácter continuo y lineal, mientras que la esfera cultural (“conjunto de objetivaciones del espíritu y de tendencias configurativas de carácter no utilitario”) estaría sujeta a un proceso discontinuo, errático y frecuentemente regresivo o pendular. Cf. Alfred Weber, Einführung in die soziologie, R. Piper Verlag, Munich, 1955, p. 14 y ss., y 239 y ss. Debe tenerse en cuenta que en el ámbito francés el término “civilisation” no se contrapone a “culture” sino que frecuentemente aparece como sinónimo de esta última. Ver, Starobinski, loc. cit. Sobre el filón ítalo–francés de este mismo concepto, ver, Norbert Elias, La civilisation des moeurs, Calmann–Lévy, París, 1973.
9- Hugues de Varine, La culture des autres, Éditions du Seuil, París, 1976, p. 19.
10- Peter Goodall, High Culture, Popular Culture, Allen & Unwin, Australia, 1995, p. 30. Este autor llama “modernismo” a la corriente que trata de defender a ultranza la “alta cultura”, sobre todo frente a la irrupción de la cultura de masas en los años cincuenta y sesenta, tanto desde el punto de vista de la izquierda (Adorno, Horkheimer, Marcuse, Walter Benjamin) como de la derecha (Allan Bloom). La tendencia opuesta sería la del “populismo cultural” que, por el contrario, tiende a sobrevaluar la cultura de masas (también llamada “cultura popular” en sentido americano y no marxista). Tal sería la postura del posmodernismo y de la escuela de Estudios Culturales de la Universidad de Birmingham, entre otros. Para nosotros, no se puede negar que existe una diferencia entre “alta cultura” y “culturas populares” si tomamos en cuenta los códigos estéticos (“código elaborado”, en el primer caso, y “códigos restringidos”, en el segundo, según Basil Bernstein). Por supuesto se trata siempre de códigos social y culturalmente condicionados. Pero en este trabajo asumiremos ambos tipos de cultura bajo un único concepto y sólo desde el punto de vista socioantropológico.
11- Hugues de Varine, op. cit., p. 33 y ss.
12- Ibid.
13- Ibid., p. 35.
14- Ver al respecto, Robert Fossaert, La societé, t. 2, Les structures économiques, Éditions du Seuil, París, 1977, pp. 215–218.
15- Hugues de Varine, op. cit., p. 37 y ss.
16- Ver, Alberto Cirese, Cultura egemonica e culture subalterne, Palumbo Editore, Palermo, 1976, p. 6.
17- Véase al respecto la obra clásica de Pierre Bourdieu, La distinción, Taurus–Alfaguara, Madrid, (1979). 1991.
18- Hugues de Varine, op. cit., p. 46.
19- Robert Fossaert, Les structures économiques, op. cit., pp. 259–260.
2. La cultura en la tradición antropológica
UNA REVOLUCIÓN COPERNICANA
Los antropólogos fueron los primeros en romper con la concepción eurocéntrica, elitista y restrictiva de la cultura, sustituyéndola por una “concepción total” basada en el doble postulado de la relatividad y universalidad de la cultura.
Para los antropólogos, todos los pueblos, sin excepción, son portadores de cultura y deben considerarse como adultos. Según Lévi–Strauss, (20) carece de fundamento la “ilusión arcaica” que postula en la historia una “infancia de la humanidad”. Por otra parte, debe reconocerse, al menos como precaución metodológica, la igualdad en principio de todas las culturas. Desde el punto de vista antropológico son hechos culturales tanto una sinfonía de Beethoven como una punta de flecha, un cráneo reducido o una danza ritual.
El iniciador de esta especie de revolución copernicana fue el antropólogo inglés Edward Burnet Tylor, quien publica en 1871 su obra Primitive Culture. En ésta se introduce por primera vez la “concepción total” de la cultura, definida como “el conjunto complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualquier otra capacidad o hábito adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad”. (21)
La intención totalizante de esta definición se manifiesta en su esfuerzo por abarcar no sólo las actividades tradicionalmente referidas a la esfera de la cultura, como la religión, el arte o el saber científico, sino también la totalidad de los modos de comportamiento adquiridos o aprendidos en la sociedad. La cultura comprende, por lo tanto, las actividades expresivas de hábitos sociales y los productos intelectuales o materiales de estas actividades. Por un lado tenemos, entonces, el conjunto