Teoría y análisis de la cultura. Gilberto Giménez Montiel. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gilberto Giménez Montiel
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786078768226
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como oral. Justamente esta antología permite al promotor cultural una visión mucho más amplia de la cultura, de la que puede obtener sugerencias para su trabajo. Por ejemplo, son parte de la cultura, si se vive en un entorno campesino, los ciclos de cultivo, el conocimiento y uso de las plantas, las ideas y los relatos asociadas a ellas y, en general, el manejo social de las plantas. Es coherente con un concepto antropológico de cultura establecer la difusión de ese conocimiento del que hablamos, mostrando a sus propios creadores que es una parte esencial de la cultura. En otra dimensión, las mayordomías o sistemas de cargos, por cierto mencionados en la antología, ofrecen un campo variado para la creación de obras teatrales educativas que muestren la importancia de los mecanismos de cohesión social y de identidad, del que las mayordomías, precisamente, forman parte. Al lado de estos aspectos, las mayordomías suelen formar estructuras de poder o amplios sistemas de intercambio.

      En los contextos urbanos es importante la difusión de las maneras de vivir como propuestas culturales. Los promotores culturales pueden ofrecer los espacios de las casas de cultura para provocar diálogos que descubran a la gente la riqueza de la creatividad. Por ejemplo, la organización de una exposición sobre formas de vestir de los jóvenes, los adornos y objetos asociados con esas formas. Si a ello le agregamos la música y el cine preferidos por los jóvenes en cuestión, el promotor cultural estará en posibilidad de recrear un mundo cultural y difundirlo. Los ejemplos pueden multiplicarse. El mejor uso que un promotor de la cultura puede darle a esta antología es imaginar lo vasto de la tarea de promoción a partir de la aplicación de un concepto de cultura que no reduce a la simple erudición o al campo del arte y la literatura.

      En México ha existido un debate permanente, desde los pensadores del siglo XVIII por lo menos, acerca de la cultura nacional. La concepción sostenida por los liberales prescribía que la nación sólo sería posible si se lograba una comunidad de cultura, es decir, una cultura nacional. En la mente de los pensadores de la época —siglos XVIII y XIX—, la nación era portada por los mestizos, forjadores de una comunidad de cultura, que, en realidad, estaba siendo definida desde el poder. El indigenismo mexicano surgido de la Revolución de 1910, como lo expresó uno de sus más importantes pensadores, Gonzalo Aguirre Beltrán, retomó la propuesta de una nación con base en una cultura nacional y proyectó una política de asimilación cultural aplicada por el Estado nacional. En esa perspectiva no cabía la pluralidad cultural. Ésta se concibió como una barrera para lograr la construcción de la nación. Los pueblos indios debían declinar su propia historia y, por supuesto, su cultura concreta a favor de un ideal mayor: la nación mexicana. Este debate cruzó el siglo XX mexicano y dividió, entre otros, a los propios científicos sociales. En el centro del mismo estuvo el concepto de cultura. El debate exigió la necesidad de pensar la dimensión concreta de la cultura y de trazar sus relaciones históricas con el todo nacional.

      En el terreno de la promoción cultural se divulgó lo que se consideraron los rasgos forjadores de esa cultura nacional, considerada indispensable para lograr la cohesión. Lo central se transformó en nacional. El pensamiento crítico se abrió paso en medio del debate y asumió la dimensión concreta, histórica, de la cultura como una posibilidad real para edificar la nación. Señaló que la difusión de la cultura en México ignoraba a los pueblos indios y sus contribuciones a la propia forja de la pluriculturalidad como característica vertebral de la cultura nacional. Insistió en el derecho a la diferencia y a lo que significaba para México la presencia cultural de los pueblos indios. Sin duda, todo ello ha repercutido en la transformación que hoy está en curso. Pero aún debe insistirse en que, como lo define Guillermo Bonfil en uno de sus trabajos incluidos en esta antología, la cultura nacional es “[...] la organización de nuestras capacidades para convivir en una sociedad plural, diversificada, en la que cada grupo portador de una cultura histórica pueda desarrollarse y desarrollarla al máximo de su potencialidad, sin opresión y con el estímulo del diálogo constante con las demás culturas. No es, pues, la cultura nacional, un todo uniforme y compartido sino un espacio construido para el florecimiento de la diversidad”.

      La propuesta anterior de Guillermo Bonfil busca el conocimiento de la pluralidad cultural de la sociedad mexicana. No son sólo los pueblos indios los que contribuyen a esa pluralidad sino las culturas regionales, varias de las cuales incluyen la convivencia entre indios y mestizos. La nación mexicana lo es por la voluntad política de los pueblos que la conforman y no por la homogeneidad de la cultura. La variedad ha caracterizado la situación cultural de México, aún antes de la formación de la nación, cuyos comienzos se localizan con el establecimiento del régimen colonial. Bastaría recordar que en los tiempos prehispánicos, las diferencias culturales entre cultivadores complejos y pueblos nómadas fueron advertidas incluso por los propios castellanos.

      Gilberto Giménez ha elaborado más que una antología tradicional, un diálogo amplio entre quienes se preocupan o se han preocupado por analizar la dimensión cultural de la vida social. En el camino ha establecido un intercambio entre voces que son, al mismo tiempo que analíticas, culturales. En otras palabras, esta antología permite analizar el contexto cultural donde ocurre la discusión sobre el concepto de cultura y la importancia en el mundo contemporáneo de la diversidad cultural. No es menor este aporte. Nos indica que es mucho aún lo que debemos descubrir sobre una dimensión de la vida en permanente movimiento, como parte de la propia transformación de las sociedades. Con ello, nuestro autor oferta una obra que estimula el análisis cultural del pasado y su presencia en los escenarios culturales contemporáneos. Es el contrapunto entre pasado y presente, como una realidad, el escenario mismo de la creatividad. Una obra así está llamada a provocar un amplio debate y a dejar una huella permanente en las ciencias sociales y en la práctica de la difusión cultural. Bienvenida.

      1- Como apareció en la edición original de 2005 de Teoría y análisis de la cultura, volumen I, publicado por el Instituto Coahuilense de Cultura y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, como parte de la colección Intersecciones.

      2- Ver, Stanley Diamond, In search of the primitive. A critique of civilization, prólogo de Eric R. Wolf, Transaction Books, Nueva Jersey, 1974.

      3- Ver, Alfred L. Kroeber y Clyde Kluckhohn, “Culture: a Critical Review of Concepts and Definitions”, en Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, Harvard University Press, 1952.

      GILBERTO GIMÉNEZ

      UN OBSTÁCULO PERSISTENTE: LA POLIVALENCIA DEL TÉRMINO

      El estudioso que se dispone a explorar el territorio de la cultura en las ciencias sociales se topa desde el inicio con un serio obstáculo: la extrema diversidad de significados que amenaza con desalentar de entrada cualquier intento de aprehensión sistemática y de conceptualización rigurosa.

      Una primera manera de reducir drásticamente el margen de indeterminación semántica del término que nos ocupa, sería retener