En cierto sentido, el concepto de cultura llegó a las ciencias sociales como un resultado de la apertura del mundo y del encuentro de sociedades cuyas diferencias resaltaban. El colonialismo, en su amplia concepción, incubó interrogantes que no sólo se refirieron al uso del poder y a las características del dominio sino al lugar que en ello tienen las diferencias culturales. El concepto de cultura descubrió el valor de la variedad humana y el derecho de los pueblos a la diferencia. Prohijó también el uso de la tolerancia y la reflexión sobre nuestras capacidades creativas como seres humanos. Las críticas más sustanciales al colonialismo partieron del concepto de cultura y añadieron dimensiones antes desconocidas a las realidades provocadas por la desigualdad social. No son sólo las diferencias clasistas las que cuentan en la sociedad actual sino también las culturales. En otras palabras, en el contexto del colonialismo y sus secuelas, la diferencia cultural se esgrimió como argumento para justificar la desigualdad social. En otros contextos, como sucedió con el indigenismo mexicano, se confundió la desigualdad con la diferencia. Se ocultó el hecho de que la desigualdad social es la causa y raíz profunda de la pobreza, mientras la diferencia cultural es el potencial más importante para lograr la riqueza. El concepto de cultura abrió la puerta al análisis de estas situaciones e hizo posible un examen más complejo del pasado y del presente. Nunca como en nuestra actualidad, el concepto de cultura está en el centro del debate sobre la globalidad y los conflictos que afligen al mundo. Si desde algún concepto será posible el análisis de la dialéctica entre lo global y lo local, ése es el de cultura.
Uno de los aciertos más destacados de la obra de Gilberto Giménez es la inclusión de un amplio debate acerca del cambio cultural. En efecto, a lo largo de los años, la antropología elaboró una visión más bien conservadora y homogeneizante de la cultura. Pero las sociedades en general están en permanente movimiento, y las culturas no son la excepción. Aún más, el devenir cultural no es sólo cambiante sino hasta incierto. Tiene relación con el poder y el dominio. La cultura no está exenta de este contexto. También le concierne la dimensión política de la vida social. El cambio cultural es una dimensión que atañe a la reflexión sobre lo que en México hemos dado en llamar “lo nuestro”, a lo cual otorgamos una dimensión estática. Pero las culturas cambian no sólo al estímulo de la propia innovación sino con el contacto y el diálogo con otras culturas.
El trabajo de Gilberto Giménez aporta una reflexión amplia, casi exhaustiva, del concepto de cultura. Aprendemos con ella que finalmente la cultura es una capacidad humana que nos pertenece a todos. Esa capacidad es la de crear nuestro propio mundo y hacer nuestra propia historia. Hay también, como en todo lo humano, desviaciones en la cultura. Es decir, rasgos culturales, como con claridad lo señala Gilberto Giménez, que atentan contra el sentido de lo humano, contra la dignidad. Por eso, el análisis de la cultura no es posible a través de una visión apologética sino mediante un sentido crítico. En ese sentido, la obra de Giménez muestra la extrema complejidad de la cultura, al desplazar cualquier noción simplista que la sitúe en los márgenes de la vida social.
La reflexión acerca de la cultura, entendida como una capacidad humana universal, y las culturas en concreto, nos permite entender la variedad y la pluriculturalidad, además de la historicidad de las culturas. Como una totalidad, la cultura es resultado de la actividad humana en general. En su dimensión concreta, la cultura es el resultado de una actividad humana particular en un contexto histórico específico. Así, el ámbito de la cultura es el campo total de la actividad humana, en abstracto y en concreto. Como lo sugirió Tylor en 1871, las relaciones sociales son el factor activo respecto a la cultura.
El lugar por excelencia de la presente obra son las aulas, por su claridad, su carácter antológico y su vocación pedagógica. La obra es también una guía para la investigación y la promoción cultural. El estudiante de ciencias sociales encontrará en ella una fuente de información teórica y metodológica que plantea cuestiones básicas para la reflexión. Asimismo, para el profesional de la promoción cultural, he aquí una obra que ensancha los horizontes mostrándonos que la cultura va más allá de la sola erudición hasta alcanzar lo más profundo de la creatividad humana. La cultura no se reduce a las actividades artísticas o manifestaciones similares sino que se refiere a la capacidad creativa compartida socialmente.
En términos de obtener la mayor utilidad de esta obra enciclopédica, pensando en los estudiantes de ciencias sociales y en los promotores culturales, propongo el siguiente diseño para discutirla:
Conviene iniciar la discusión (en un taller, curso o seminario), con una introducción general a la obra por parte del docente. Deben explicarse las ventajas de una antología como la presente, sus antecedentes más importantes, la relevancia actual de la misma y el plan general de la obra.
La discusión, propiamente dicha, debe iniciar con el examen del texto de Gilberto Giménez titulado “La cultura en la tradición filosófico–literaria y en el discurso social común” que introduce los trabajos del capítulo I. Al término de la discusión del texto, se debe pasar al examen de los trabajos incluidos en el capítulo I, es decir, los de Hans Peter Thurn y Hugues de Varine.
Proseguir con el texto de Gilberto Giménez, “La cultura en la tradición antropológica”, y una vez analizado, pasar a los trabajos del capítulo II, “La tradición antropológica” escritos por Marie–Claude Bartholy y Jean–Claude Despin, Pietro Rossi, Carla Pasquinelli y Claude Lévi–Strauss.
Continuar con el texto “La cultura en la tradición marxista” y, una vez discutido, examinar los trabajos del capítulo III escritos por Hans Peter Thurn, Roger Establet, Alberto Cirece y Amalia Signorelli.
Pasar al texto de nuestro autor, “La concepción simbólica de la cultura” para, una vez discutido, examinar los textos del capítulo IV, “La concepción simbólica de la cultura”, escritos por Clifford Geertz, John B. Thompson, William H. Sewell y Claude Lévi–Strauss. Continuar con los textos del capítulo V referentes a la “Interiorización y objetivación de la cultura”, donde figuran trabajos de Pierre Bourdieu, Jean–Claude Abric y del propio Gilberto Giménez.
Seguir con el texto “Identidad y memoria colectiva” que, una vez discutido, da paso a la reflexión sobre los textos contenidos en el capítulo VI, “Identidades sociales”, y en el capítulo VII, “Memoria colectiva”, que incluyen trabajos de una docena de autores.
Continuar con el texto, “La dinámica cultural”, el cual una vez discutido puede enlazarse con el análisis de los trabajos del capítulo VIII, “La dinámica cultural”, y del capítulo IX, “Cultura de masas vs. culturas particulares”, que aquí se concibe como una prolongación del tema anterior en el plano de los procesos de globalización de las industrias culturales.
El apartado VII de la introducción de Gilberto Giménez, titulado “Problemas metodológicos”, tendrá que abordarse y discutirse en sus propios términos, ya que no remite a textos específicos de apoyo en la antología como los apartados anteriores.
Para completar el uso de la antología con el esquema propuesto, debe planearse una práctica de campo de al menos tres semanas en algún poblado rural o en un barrio urbano, con el objetivo de que los estudiantes apliquen en un breve ejercicio lo asimilado.
Llevar a cabo la discusión final con los materiales recolectados en la investigación de campo y con los textos de Gilberto Giménez titulados “Escolio (observación) I: Cultura y Sociedad” y “Escolio II: Dimensión axiológica o valorativa de la cultura”.
Junto a los trabajos antologados, esta obra contiene una amplia bibliografía que es una guía para quien desee profundizar aún más en el análisis del concepto de cultura.
Además de la utilidad de esta antología para el estudiante de ciencias sociales, el promotor cultural encontrará en ella una fuente permanente