Ante los acontecimientos sociales, económicos, políticos o tecnológicos de nuestra época, las organizaciones educativas están llamadas a erguirse y erigirse como verdaderos pilares de la sociedad del conocimiento, como árboles cuyas raíces sean las ciencias y la tecnología, las artes y las humanidades, y de cuyas ramas se desprendan frutos que rescaten valores difuminados por la sociedad: la verdad, la paz y el conocimiento al servicio de la humanidad, entre otros.
Con estas premisas de por medio, la prevalencia de las Instituciones de Educación Superior depende de la rapidez con que puedan adaptarse a los cambios, de la resiliencia de su comunidad universitaria ante la incertidumbre y los cambios políticos, de la humildad con que se arropen los unos con los otros, de la sensatez con que abracen el conocimiento; depende además de la pertinencia de sus procesos y servicios, siempre de cara a la sociedad a quien deben de servir de manera directa e indirecta, obligándose conscientemente a ser mucho más que sólo uno de los últimos eslabones en la cadena de la formación y florecimiento humanos.
Las instituciones de educación superior que aprenden son, en última instancia, aquellas que perduran, aquellas que transitan su curva de aprendizaje y consolidación sin perderse en el camino, sin olvidar sus funciones sustantivas, siempre buscando ser ese faro que guíe el desarrollo de la sociedad a la que sirven. ¶
17 de octubre de 2017
Universidad Aeronáutica en Querétaro i La génesis y las coyunturas
Casi todas las historias de creación de instituciones de educación superior públicas, del tipo y dimensión que sean, tienen su origen en la coyuntura de un momento histórico del país, en una condición socioeconómica o, quizá también, en la necesidad de resurgir, de revivir aquella grandeza que nos identifica como nación para elevar la voz y recordarle al mundo, y a nosotros mismos, que en México hacemos grandes cosas.
Cuando el 11 de junio de 2005 se compartió a ejecutivos de la compañía canadiense Bombardier el modelo educativo, las capacidades y experiencia de la Universidad Tecnológica de Querétaro (uteq) —institución ejemplar dentro del subsistema de Universidades Tecnológicas y Politécnicas (cgutyp)—, nadie imaginó que unas semanas después se defendería un proyecto integral para promover la llegada de este oem (Original Equipment Manufacturer, por sus siglas en inglés) a nuestro país. La batalla que libraron los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Querétaro fue férrea y exhaustiva, pero sin excepción todos visualizaban la oportunidad de revivir un sector histórico para México con algo más que buenas intenciones; se requería de arrojo, visión y mucha pasión.
Explicar los detalles de la contienda o de la propuesta ganadora no es tan importante como describir los compromisos en materia educativa que habría de asumir el Estado mexicano. El Programa de Entrenamiento Intensivo para la Industria Aeroespacial (pei), diseñado para formar a los primeros técnicos en el ensamble de estructuras y arneses eléctricos de aeronaves, fue el primer compromiso; la creación de una organización educativa que formara a todo el personal que habría de requerir la industria en el corto, mediano y largo plazos, iba a ser el segundo compromiso; hoy, en retrospectiva, el de mayor envergadura y complejidad.
Pero regresemos un poco. El 26 de octubre de 2005, el entonces presidente de México, Vicente Fox Quesada, anunciaba al país y al mundo la llegada de Bombardier a Querétaro. La planeación y ejecución de diversas acciones para iniciar la actividad productiva y de formación de los primeros trabajadores, se atropellaba con el cierre de aquel año; la habilitación de los espacios y talleres para la capacitación, el reclutamiento de instructores y estudiantes, así como la rápida creación de la infraestructura para detonar el primer clúster aeronáutico de México fueron la constante en los meses previos al cierre del año 2005, un trabajo que permitió, entre otras cosas, arrancar el Programa de Entrenamiento Intensivo el 9 de enero de 2006 en las instalaciones de la uteq, con la primera generación de técnicos que habrían de formarse para fabricar componentes estructurales y arneses eléctricos de aeronaves para la empresa de origen canadiense, generación cuyo inicio de actividad productiva fue el 2 de mayo de 2006 en la primera planta de manufactura que el grupo industrial canadiense abriría en el Marqués, a menos de un año de distancia de iniciado el primer acercamiento. México y Querétaro habían sabido responder al primer reto. ¶
8 de noviembre de 2017
Universidad Aeronáutica en Querétaro ii El nacimiento
A mediados de 2006, una vez egresada la primera generación de técnicos para la empresa canadiense Bombardier, los esfuerzos del gobierno del estado seguían acercando compañías interesadas en invertir en Querétaro; de los primeros believers que podemos enumerar se encuentran Grupo Safran y Aernnova, compañías francesa y española respectivamente. Dichos grupos, confiados por el primer paso dado por Bombardier, iniciaron negociaciones con el gobierno del estado para establecer actividades de manufactura de componentes de aeronaves.
Al igual que la canadiense, estas empresas también requerían de la formación de personal técnico, por lo que a lo largo del 2006 y principios de 2007 se afinaron las negociaciones para la llegada de dichas inversiones. Las condiciones y los resultados empezaban a delinear lo que habría de ser la constante para los siguientes años: la existencia de capacidades de formación técnica sería un elemento a partir del cual habrían de girar las decisiones de inversión.
Al mismo tiempo, las autoridades estatales —conscientes del compromiso que se había asumido para la creación de capacidades de formación en el largo plazo para todo un sector—, detonaron gestiones para identificar el tipo, modalidades educativas, alcances y modelos educativo y jurídico que permitirían configurar un probable organismo público que tendría que atender las necesidades de formación para la renaciente industria aeronáutica mexicana.
Fue así como el proyecto de creación liderado por la Secretaría de Educación del Estado de Querétaro, fue encargado a ejecutivos de la uteq, quienes se dieron a la tarea de analizar aquellas regiones en el mundo con clústeres de manufactura aeronáutica, desde la perspectiva de las instituciones de educación que atendían las necesidades de formación de talento a lo largo del tiempo y de manera transversal a la complejidad y niveles de encadenamiento productivo de su sector. Regiones como Wichita y Seattle en eua, Montreal en Canadá y Toulouse en Francia fueron escudriñadas documentalmente para identificar las mejores prácticas a replicar o “mexicanizar” y proponer a las autoridades una institución viable, educativa y financieramente hablando, en el marco de las políticas públicas de nuestro país. Los resultados fueron reveladores: sin distinción, en todas las regiones existían instituciones que atendían por separado la formación de técnicos, del equivalente al Técnico Superior Universitario, de Ingenieros e Investigadores; dichas instituciones compartían muy poco y duplicaban, en la mayoría de los casos, la infraestructura y capacidades de atención al sector. Todas coincidían en que la infraestructura de laboratorios, equipamiento, materiales, suministros y capacidades docentes, entre otras características, eran de la vida real; es decir, reproducían el ambiente de la manufactura o mantenimiento aeronáuticos, lo que conllevaba grandes implicaciones en términos de presupuesto.
Ya en 2007, con la información analizada, se propuso crear un organismo público descentralizado del gobierno del estado de Querétaro de tipo universitario, adscrito a la Subsecretaría de Educación Superior de la sep Federal, con un modelo que agrupara la formación de Técnicos para el Trabajo, de Técnicos Superiores Universitarios, de ingenieros e investigadores para apoyar el desarrollo del sector aeronáutico en nuestro país. La apuesta fue siempre más visionaria, se buscaba crear capacidades que permitieran a México desarrollar manufactura de mayor valor agregado, llegando incluso al ensamble completo de aeronaves, sentando las bases para que el sector se desarrollara de manera contundente.
Fue así como después de meses de gestión para acordar con la federación el modelo de financiamiento conjunto del organismo,