Enfoques teóricos de políticas públicas: desarrollos contemporáneos para América Latina. Gisela Zaremberg. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gisela Zaremberg
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786078517855
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(es decir, principios éticos o ideológicos) y la racional de acuerdo a fines (vinculada a algún objetivo práctico). Al hacer dichos planteamientos, este autor resaltó la importancia de los agentes porque señaló la importancia de conocer la lógica de su actuación, así como las características, razones y consecuencias de la diversidad de sus acciones. Con estos conceptos Weber estableció una diferencia que es fundamental para el estudio empírico, desde el punto de vista del actor, de la naturaleza y efectos de los procesos socio-políticos; esto es, la diferencia existente entre la acción social emocional, que difícilmente conseguirá alcanzar un objetivo determinado, y la acción estratégica, en la que los medios se seleccionan en función de un valor o una meta. Su preocupación por el agente también se vio reflejada en su discusión de distintos tipos de éticas de los actores, ya fuera la de la convicción (guiada por una ideología sin importar las consecuencias) o la de la responsabilidad (que se puede basar en una ideología pero al menos lo hace estando consciente de las consecuencias) (Weber, 2005).

      Por otro lado, si bien no es fácil de clasificar disciplinariamente ya sea como sociólogo o como politólogo, Gramsci es otro autor europeo de la primera mitad del siglo xx que subrayó la importancia de las estrategias y actores políticos. Siguiendo explícitamente a Maquiavelo, en sus Cuadernos de la Cárcel (1981) recomendó por ejemplo evitar la guerra de movimientos (esto es, la estrategia de “asalto al poder” que Lenin teorizó y utilizó en Rusia). Gramsci sostenía que el triunfo de lo que para él era el “príncipe moderno”, esto es el partido comunista, solo se podía dar adaptando la acción al contexto. En otras palabras, argumentaba que en Occidente, donde el capitalismo se había ya afianzado culturalmente, dicho triunfo solo se podría dar a través de una guerra de posiciones, por medio de la cual se debían ganar diversos espacios dentro de los aparatos ideológicos del Estado antes de tomar finalmente el poder.

      Después de Weber y Gramsci vendrá una serie de autores en el campo de la sociología, principalmente en Europa, que subrayaron el estudio de la acción y los actores. El primero de ellos fue Bourdieu, quien en su Esquisse d’une Théorie de la Pratique (Esbozo de una teoría de la práctica) (1972) desarrolló los conceptos de habitus, campo y capital. Este autor fue de los primeros que en la segunda mitad del siglo xx observó a los actores sociales como enmarcados en un campo, esto es, un conjunto dinámico de posiciones y relaciones sociales, en el cual cada actor posee y utiliza varios tipos de capital, ya sea cultural, social o económico. Argumentó que cada agente, desde su posición, interioriza relaciones y expectativas para operar en dicho campo, las cuales con el tiempo forman un habitus, esto es, un conjunto de esquemas relacionales y expectativas habituales. Debe notarse, sin embargo, que si bien el campo en el que los agentes actúan define su comportamiento, para Bourdieu dicho campo se define también a través de la acción de los mismos agentes.

      Unos años más tarde, Crozier y Friedberg plantearán que si bien los procesos sociales implican restricciones estructurales, los actores tienen un “margen de libertad que emplean de una manera estratégica en su interacción con otros” (1977, p. 25). Para ellos, el poder es “el resultado, siempre contingente, de la movilización por los actores de las fuentes de incertidumbre pertinentes que ellos controlan en una estructura de determinado juego” (1977, p. 26). En un juego, “el jugador es libre; pero si quiere ganar debe adoptar una estrategia racional en función de la naturaleza del juego” (1977, p. 94). La “función” es “un estado de equilibrio estable entre una estrategia dominante y mayoritaria… y una o varias estrategias minoritarias” (1977, p. 99).

      Ya en los años ochenta, Giddens, en su conocido The Constitution of Society: Outline of the Theory of Structuration (La constitución de la sociedad: esbozo de la teoría de la estructuración) (1984), argumentará que la acción genera estructura y la estructura genera acción, por lo cual en su opinión estos dos elementos constituyen una sola e indisoluble realidad. No niega la influencia estructural sobre la acción individual, sin embargo tampoco cree que sea determinante; en otras palabras, para él los actores tienen capacidad de acción pero también de lo que denomina supervisión reflexiva; a través de la primera producen y mantienen la estructura, pero a través de la segunda pueden cambiarla.

      Otra autora británica, Archer (1995), critica la posición de Giddens y desarrolla lo que llama un enfoque morfogenético, cuyo rasgo distintivo es “el reconocimiento de la dimensión temporal, por la cual y en la cual la estructura y la agencia se forman mutuamente” (1995, p. 92). Para ella sí es posible diferenciar los factores estructurales de los vinculados al agente si se introduce la variable tiempo. Es decir, en un análisis secuencial se pueden distinguir los momentos en que la estructura influye sobre el individuo y aquellos donde sucede lo contrario. Así, sostiene que si bien en un primer momento los individuos se ven influidos por la estructura, posteriormente el mantenimiento o cambio de esta dependerá de los actores en ella involucrados, así como de los recursos y estrategias que utilicen en su acción.

      La ciencia política estadounidense

      Aunque en menor número y con menos impacto que en la sociología europea, en la ciencia política estadounidense también surgieron desde mediados del siglo xx varios autores que desarrollaron enfoques que subrayaron variables relacionadas con el actor. Quizá el primero fue Lasswell, quien en su The Structure and Function of Communication in Society (1948) resaltó la naturaleza e importancia de las diferentes estrategias comunicativas. Pocos años después, Arrow en Social Choice and Individual Values (1951) mostró como si bien una estructura institucional o de reglas de decisión afecta la toma de decisiones, dicha estructura institucional puede cambiar porque está a su vez sujeta a la manipulación de los actores.

      Sin embargo, el autor que en realidad vendrá a resaltar con mayor amplitud el impacto del actor y sus estrategias en los procesos políticos será Schattschneider, en su conocido libro The Semisovereign People (1960), el cual ejercerá una influencia importante en la obra de varios autores destacados de la ciencia política estadounidense de los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado. Este autor parte del debate entre Elitismo y Pluralismo, en ese entonces central en la ciencia política, para concluir que ambos son ciertos y erróneos a la vez. Para él, un ámbito político puede estar dominado por una élite, y en esa medida tiene razón el Elitismo, pero dicho dominio puede desaparecer cuando un grupo con una posición diferente atrae a ese ámbito a otros actores, y en esa medida —nos dice— tiene razón el Pluralismo. Considera que la variable central para que ello suceda es la acción estratégica, especialmente la capacidad de los agentes para involucrar a otros actores en un ámbito político o para evitar que ello suceda (esto es, para aumentar o mantener lo que él llama el alcance del conflicto). En función de lo anterior, Schattschneider destacó que “nos confundimos acerca del significado de la política porque subestimamos la importancia de la estrategia” (1960, p.72) y planteó que si bien en la política puede haber “equilibrio” —por ejemplo, un equilibrio institucional alrededor de una alternativa de política pública— la existencia de personas o de grupos minoritarios opuestos a dicha alternativa hará que el conflicto siempre esté presente en un grado u otro, aunque a veces sea solo en forma latente. La posibilidad del rompimiento de un equilibrio siempre estará presente también en la medida en que dichos grupos minoritarios pueden en cualquier momento alterar ese equilibrio utilizando una estrategia efectiva para promover una opción de política pública diferente a la dominante.

      Aunque Schattschneider tuvo un reconocimiento e influencia significativos en los años sesenta y setenta, la trascendencia de sus aportaciones para la ciencia política quedó un tanto oscurecida en la segunda mitad del siglo xx, cuando los enfoques estructuralistas fueron los predominantes. Con todo, él se centra en un concepto —la acción estratégica— que permite considerar tanto al actor como a la estructura de una manera productiva teórica y conceptualmente, ya que el estudio de la estrategia de los agentes debe por fuerza considerar también su contexto (aunque esto último ciertamente es algo que permaneció implícito en su obra).

      Una aplicación del enfoque de este autor se puede observar en la obra de Bachrach y Baratz (1970) quienes estudian la agenda pública y muestran como los grupos dominantes en una comunidad utilizan diversos recursos políticos para mantener un equilibrio —lo que Schattschneider había denominado la movilización del sesgo (1960, p. 71)—, entre otras formas evitando por ejemplo que un