El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Galina Ershova
Издательство: Bookwire
Серия: Akadémica
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786078683406
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cuando, después de los Concilios de los años 1650 y 1660, muchos jerarcas de la Iglesia estaban contra las transformaciones y los cambios. El prepotente patriarca y sobre todo político Nikon los expulsó de Moscú, desatando las persecuciones y las horrorosas represiones.

      Una resistencia fuerte a las innovaciones religiosas tuvo lugar principalmente en el norte de Rusia y en el río Dviná del Norte, que era la principal arteria de transporte de Pomorie, una región histórica del mar Blanco. Desde luego, el centro principal quedaba en el monasterio Solovetski. Los intentos del zar Aleksei Mijailovich de dominar mediante la fuerza a los monjes rebeldes únicamente provocaron la aparición de mártires y la participación amplia de los antiguos creyentes en disturbios callejeros en todo el país. A pesar de que Nikon había sido despojado de su cargo eclesiástico de patriarca y apartado de forma definitiva por el zar, el disgusto entre el pueblo crecía. Todos se quejaban: los comerciantes, los boyardos (nobleza), los arqueros, los campesinos. Rusia defendía desesperadamente no las prácticas religiosas sino la misma fe y las costumbres, la cultura y la dignidad nacional. Luchar contra el ejército y la autoridad era complicado. Por lo tanto, la principal arma era la negación de la misma autoridad y la negación de la Iglesia que le servía.

      La extrema y desesperada forma de esta negación llegó a ser la autocremación: las quemas colectivas en Dviná del Norte que comenzaron en 1683, con la aparición de las expediciones punitivas que les quitaba enteramente a los antiguos ortodoxos el pan y el ganado. El inteligente y calculador Pedro el Grande había sido obligado a suavizar su actitud hacia los antiguos ortodoxos. Los miembros de estas comunidades eran mejores artesanos y comerciantes, y eran muy solicitados por el zar-constructor. Por otro lado, al final del gobierno de Pedro el Grande, después de la conspiración y la muerte del príncipe Aleksei, que se sospechaba tenía relación con los antiguos ortodoxos, comenzaron las persecuciones. Debido a ellas las colonias de los antiguos ortodoxos se dispersaron por toda Rusia, incluso dentro y fuera de Siberia y Zabaikalye.

      Las llamadas «autoquemas» finalizaron solamente en 1753, llevándose consigo cientos de vidas humanas. En 1762, al asumir su cargo de zarina, Catalina II suspendió las persecuciones e incluso intentó regresar al país a los exiliados mediante un manifiesto especial. Desde este momento a los antiguos ortodoxos se les permitió «reasentarse mediante slobodá especial (barrios libres) donde se mantendrán de acuerdo con las leyes con el doble de la tarifa y tendrán la libertad para inscribirse al campesinado y al comercio. Viviendo en el barrio obtendrán los beneficios durante seis años por diversos impuestos y trabajos». Dos años después apareció una nueva concesión: «aquellos que no se aíslan de la Iglesia ortodoxa y aceptan las ordenanzas de la Iglesia, de los sacerdotes ortodoxos» y solo respetan «por motivo de la superstición» algunas tradiciones viejas que no contradicen a los dogmas «no se ausentan de la Iglesia, no se llaman cismáticos y se liberan del doble de la tarifa». Para el desarrollo de las tierras nuevas, la emperatriz Catalina necesitaba trabajadores buenos, inteligentes, con iniciativa, lúcidos y sobrios. Debido a tal política desapareció la confrontación y el fanatismo de parte de los escisionistas. La cantidad de fieles a la fe antigua aumentó abruptamente no sólo en los monasterios, sino también en los pueblos y las aldeas comunes.

      Debido a que los antiguos ortodoxos vivieron fuera de la legalidad durante un largo periodo, surgieron nuevos problemas. Los sacerdotes cismáticos más viejos estaban falleciendo y no había forma de nombrar a los nuevos. Así aparecieron dos corrientes. Los que aceptaban bajo determinadas condiciones a los nuevos sacerdotes del cristianismo ortodoxo oficial (fuera ruso o griego) se llamaban popóvtsy (los de sacerdotes) o beglopopóvtsy (los de sacerdotes tránsfugas). El centro de estos últimos llegó a ser Moscú.

      La otra parte de los antiguos ortodoxos rechazaron por completo el sacerdocio. Ellos creían que las dos principales ordenanzas –el bautismo y la penitencia– debían ser permitidas para los laicos también en virtud de las reglas canónicas: «El mismo Jesucristo será nuestro obispo invisible, ya que sin dudas él es la cabeza visible de la Iglesia ortodoxa». Estos tuvieron por nombre bespopóvtsy. Las comunidades más grandes se asentaron en el norte de la parte europea de Rusia, en las ciudades de Nóvgorod y Pskov, así como en Siberia. Los dirigían los preceptores elegidos.

      En la primera mitad del siglo xviii el territorio de los inicios del río Dviná del Norte adoptó la corriente más radical de los bespopóvtsy –«el acuerdo de Felipe». La comunidad no reconocía en absoluto a los sacerdotes y no aceptaba ningún acuerdo con las autoridades y con la Iglesia oficial. Incluso el matrimonio entre los bespopóvtsy se consideraba asunto rutinario y se contraía mediante la bendición del mentor. En 1743 el ejército rodeó a Felipe junto con sus grupos afines y ellos celebraron la autocremación en una casa de troncos de madera. Pero este acontecimiento solamente reforzó a los filípovtsy en su creencia y motivó la expansión del movimiento hacia las provincias Tverskaya y Yaroslavskaya.

      Desde la primera mitad del siglo xix el gobierno comenzó a tratar de forma más benévola a los antiguos ortodoxos, ya que precisamente ellos seguían desarrollando de manera activa el comercio y la agricultura. Temiendo que tuvieran demasiada independencia económica, en 1853 las autoridades decidieron destruir algunos monasterios. En algunas partes, por algún interés de las autoridades locales, nuevamente comenzaron los hostigamientos a las comunidades. Algunos comerciantes y artesanos prefirieron vivir en las ciudades. La capacidad increíble de los antiguos ortodoxos de mantener la unión con su propio pueblo y, al mismo tiempo, un cierto aislamiento durante las migraciones por el territorio de Rusia e incluso por otros continentes, mostró la altísima calidad de sus talentos para adaptarse a la vida con creatividad y dignidad, en cualquier punto del mundo y bajo cualquier condición natural o social.

      Así podría ser la historia de la aparición del comerciante Makárov en la ciudad de Velikiy Ústiug. Algunos suponen que esto había sucedido en los tiempos del zar Pedro el Grande. Pero se sabe un detalle fiable: el tatarabuelo de Yuri Knórosov abandonó su poblado aislado de antiguos ortodoxos y vino a vivir a la ciudad. Decidió y lo hizo. Rompió para siempre los lazos del pasado, sin importar su valor. Por esta misma razón ahora, medio siglo después, nadie se acuerda de aquel periodo de su vida. Posteriormente sus hijos, e incluso sus bisnietos heredaron este rasgo ambiguo de romper los lazos familiares para siempre.

      La historia no guardó la memoria de si el Makárov mayor había llegado solo o ya con su esposa. Sin embargo, hay datos acerca de Vasili Makárov. Él se casó en Velikiy Ústiug con una muchacha de familia ortodoxa regular. Para contraer matrimonio, posiblemente tuvo la obligación de unirse a la Iglesia ortodoxa oficial. En la ciudad vivía una gran cantidad de antiguos ortodoxos. Pero, sea como sea, los hijos del comerciante se educaron en el cristianismo ortodoxo. Vasili Makárov no había ganado mucha riqueza, pues se notaba su peculiar probidad de antiguos ortodoxos en el manejo de sus asuntos y en el comercio. Además, él había comenzado desde cero, sin apoyo de la familia y sin ningún capital paterno.

      Los recuerdos familiares de los Knórosov conservan la memoria acerca del hijo del comerciante Makárov. Se trata del burgués Serguei Vasílievich, que se casó con una mujer hermosa llamada Natalia Pávlovna. Según se cuenta él tampoco se veía muy aficionado al comercio. Probablemente a Serguei Makárov le interesaba otra cosa.

      Historias de Ústiug

      En aquellos tiempos Velikiy Ústiug, ubicado ahora en el punto de unión de las regiones de Vologoda, Arjánguelsk y la República de Komi, se consideraba como un centro comercial de primera importancia. Desde ahí comenzaban los viajes más increíbles por el mundo. Antes de abrir una ruta comercial nueva a Europa por el Báltico, eran las ciudades del norte las que llevaban el comercio con el Occidente. Pero los tiempos iban cambiando y la vía fluvial Sujon-Dviná poco a poco iba perdiendo su importancia. Entonces los comerciantes de Ústiug dirigieron sus negocios hacia el oriente –a Siberia– y después a América. Por Velikiy Ústiug pasaba la ruta de los exploradores rusos, explorada todavía en el siglo xvi. La ruta iba desde la ciudad de Vólogda por Sujon, seguía por las ciudades Totma y Velikiy Ústiug hacia el río Výchegda, por la ciudad de Solvychegodsk, después al río Kama y Chusovaya. De ahí, directamente al Oriente, «hacia el sol». Precisamente esta ruta ha sido utilizada en la famosa primera expedición de Kamchatka (1725-1730) donde había participado Vitus Bering. La expedición