Existen todavía documentos sobre la actividad empresarial del comercio local en Siberia, Kamchatka y las islas Aleutas en la segunda mitad del siglo xviii y en la primera mitad del siglo xix. Algunos empresarios compraron un barco bajo el nombre de San Julián. Lo arreglaron, les proporcionaron todo lo necesario y en septiembre del año 1758 enviaron en él a América al artel de negociantes.
La expedición del San Julián se terminó en agosto de 1762. Los viajeros aguantaron en el camino «grandes insuficiencias de agua y de alimento. Se quitaban el último calzado del pie, lo cocían y se lo comían». Los industriales regresaron a Kamchatka cuando ya los consideraban muertos. El marinero Stepan Glotov informó a los superiores locales acerca de los resultados de la expedición y escribió el registro de las tierras abiertas, anexando el mapa de las islas Aleutas. Dos años después, estos documentos se encontraron en la capital, en el Senado. Catalina II fue informada acerca de los descubrimientos. Ella tomó la decisión de mandar una expedición especial a las islas descubiertas. Los 12 comerciantes que participaron en la expedición fueron condecorados con medallas de oro con la imagen de la zarina Catalina y con una leyenda acerca del descubrimiento de las islas. Mijaíl Lomonósov también se interesó por el descubrimiento.
Un año después de la navegación del San Julián, Fiodor y Vasili Kulkov prepararon el nuevo barco que iría hacia las orillas de América: Zajari y Elizaveta. Después de regresar, Fiodor Kulkov informó acerca de lo visto a la Kunstkámera y realizó la descripción bajo el título «Las noticias recolectadas de las conversaciones del comerciante de Vólogda Fiodor Afanasievich Kulkov sobre las islas Aleutas en San Petersburgo en 1764». En las noticias se describían las condiciones naturales, el mundo vegetal y animal, la vida cotidiana de los isleños; la ropa, los adornos, los alimentos, las tradiciones matrimoniales, las peculiaridades del cuidado de los recién nacidos. Después de los informes acerca de lo visto, Fiodor Kulkov informó sobre «lo que había escuchado». Por ejemplo, «acerca de la tierra de América, cuyas huellas puede que algunos industriales conozcan, principalmente aquellos que durante mucho tiempo dieron vueltas por el mar y llegaron bastante lejos».
Se sabe que en 1771 el comerciante de Vólogda Matvei Okónschikov, junto al comerciante yakuto Procopio Protodiákonov preparó y envió hacia las islas Kuriles el buque San Procopio, con el artel de los comerciantes para investigar el mercado de animales marinos en la isla de Urup.
Otro empresario ruso que durante mucho tiempo quedó como un gran héroe de las crónicas de Ústiug fue Mijaíl Buldakov. Precisamente él, a principios del siglo xix, participó activamente en la organización de las circunnavegaciones del mundo que glorificaron la flota rusa, y también fue explorador de Alaska.
El comerciante de Ústiug Matvei Buldakov envió a su talentoso hijo menor Mijaíl a la ciudad siberiana de Irkutsk para «las prácticas», como dirían ahora. Allí lo distinguió el famoso marinero Grigory Ivánovich Shélijov, quien invitó al hábil joven a su empresa comercial. Después de la muerte de Shélijov fue su esposa, Natalia Alekseevna, la nieta del rico comerciante de Ústiug, quien encabezó la empresa. Nikolai Petrovich Rezanov, esposo de la hija mayor, Anna Shélijova, era un representante de la nobleza y jefe de cancillería del Senado que participaba en la administración de la empresa comercial. Shélijova casó a su hija de 15 años, una muchacha hermosa llamada Avdotia, con el comerciante Mijaíl Buldakov. Gracias a los esfuerzos conjuntos de los yernos, Rezanov y Buldakov, Natalia Alekseevna logró salvar la empresa de su esposo de las manos de unos tramposos comerciantes de Irkutsk que intentaron apropiarse de ella. Simultáneamente, el 10 de noviembre Natalia Shélijova obtuvo el título de nobleza por los méritos de su esposo en la exploración de América del Norte.
Мijaíl Buldakov se dirigió con su suegra a San Petersburgo, donde junto con Nikolai Rezanov fortalecieron la nueva empresa. En 1798 se aprobó el acta de la unión de las compañías bajo el nombre Empresa de América del Norte, que posteriormente cambió a Empresa Ruso-Americana. Esta se estableció con el propósito de explorar el territorio de la América rusa y de las islas Kuriles. Se le concedió el uso exclusivo de explotación de recursos y reservas minerales que se encontraban en estos territorios, así como el permiso para todo tipo de actividades. Además tenía derecho de organizar las expediciones, ocupar las tierras descubiertas y comerciar con los países vecinos. El esposo de la hija menor, el comerciante de Ústiug Mijaíl Buldakov, llegó a ser el director general de la empresa.
En 1800, por mandato real del emperador Alejandro I, la administración del negocio pasó a San Petersburgo. Buldakov se trasladó con su familia a una casa en la calle Millionnaya, comprada para él por Nikolai Rezanov. Unos años después, la Empresa Ruso-Americana adquirió una casa en Moika, del conde Vorontsóv. Dos años después el nuevo dueño de la casa, el comerciante Buldakov, nieto del humilde herrero de Ústiug, obtuvo el rango de asesor de Colegio (departamento del gobierno) que le dio el título de nobleza, lo que equivale al grado militar de mayor o capitán de primer rango.
Entre las obligaciones del «primer director» estaba el establecimiento de los contactos con los habitantes locales y el abastecimiento de los poblados rusos en América del Norte. Buldakov participó personalmente en la organización de la primera expedición alrededor del mundo bajo el mando de Kruzenshtérn y Lisianski en los barcos Nadezhda y Nevá. Nikolai Rezanov fue nombrado jefe de la expedición, y también se encargaba de la misión diplomática. Un poco antes de eso, después del parto murió la esposa de Rezanov, Anna Grigorievna, lo cual perturbó a Nikolai Petrovich. En este caso el viaje alrededor del mundo podía distraerlo de su dolor.
Pero precisamente durante este viaje sucedió aquella historia trágica de amor del conde Rezanov con la hermosa y joven hija del gobernador de California, la española Conchita, historia que ahora deja las salas llenas en el espectáculo Yunona y Avos en los teatros de Moscú.
Después de la muerte inesperada de Nikolai Rezanov, la empresa perdió su alto patronazgo. Desde el año 1820, los administradores y los almirantes comenzaron a desplazar a los comerciantes. Esto le permitió al gobierno tomar completamente el control sobre la actividad comercial, sin tomar en cuenta la opinión de la gerencia general. En 1811 la empresa pasó a subordinarse al ministerio del Interior, lo cual empezó a destruir el negocio. El gobierno, sin siquiera avisar a la dirección de la compañía, comenzó a firmar contratos, provocados por la lucha competitiva entre los ingleses y los americanos, que pretendían dominar el mercado. Como resultado, la gestión inepta de los funcionarios codiciosos llevó en 1868 a la venta de Alaska, que era la tierra rusa en América del Norte.
Los cuentos sobre la América rusa ocuparon durante mucho tiempo un lugar especial en la vida de las ciudades de la región de Vólogda. Así, por ejemplo, Tijon Shalamov, el padre del conocido escritor ruso, al casarse en 1893 y recibir el sacramento de sacerdocio, se fue a las islas Aleutas como misionero ortodoxo. Durante mucho tiempo lo recordaron como «el predicador en el servicio exterior que dominaba perfectamente el inglés, el francés y el alemán con el diccionario, siendo excelente misionero y conferencista». En 1905 regresó a Rusia. En 1918, cuando después de la Revolución a Shalamov dejaron de pagarle su pensión, el monje que lo sustituyó en la parroquia de las Islas Aleutas le enviaba a su predecesor una pequeña cantidad de dinero que recolectaban los aleutas conversos por el sacerdote ruso.
Se puede imaginar que una ciudad pequeña, provincial, donde todos se conocían y todos sabían todo sobre todos, literalmente zumbaba por las historias acerca de los lejanos viajes hasta la América Rusa. Sin duda, precisamente con estas historias de los navegantes, los descubrimientos, las tierras y los pueblos desconocidos habían crecido las hijas del comerciante Serguei Makárov. Se sabe que su hija Alejandra nació en 1886, el 3 de abril, según el estilo viejo (o sea, de acuerdo con el calendario religioso juliano). Al día siguiente la llevaron a bautizar a la Iglesia Dimitriyevskaya Dymkovskaya. La madrina de la niña