Al igual que el derribo del roble sagrado a manos de Bonifacio, las victorias militares también buscaban demostrar que Dios solo favorecía a los cristianos. Aceptar la religión del conquistador era una poderosa señal de sumisión, de ahí la importancia que se dio al bautismo de Viduquindo, caudillo de los sajones, en 785. La cultura guerrera germana proporcionaba elementos comunes que facilitaban la asimilación. La élite sajona abrazó el cristianismo en menos de dos generaciones. Ya en 845, Liudolfo, conde de Sajonia, viajó en compañía de su esposa Oda a Roma para obtener reliquias y la aprobación papal para un convento en Gandersheim. Cinco años más tarde, Walberto, nieto de Viduquindo, viajó en busca de reliquias romanas para su monasterio de Wildeshausen.19
Tanto la cristianización como la expansión imperial fueron ralentizadas por las guerras civiles carolingias, que coincidieron con la intensificación, entre mediados y finales del siglo IX, de las incursiones de vikingos, árabes y magiares. La estabilización de las fronteras septentrionales y orientales, a partir de la década de 930, permitió la reactivación de ambas. El rey y sus consejeros eclesiásticos elegían monjes para enviarlos a Roma a ganarse el apoyo papal y conseguir reliquias. Estos monjes eran, a su vez, enviados a crear nuevas iglesias y a convertir paganos.20 Con el tiempo, dichas iglesias se asentaron sobre bases más sólidas mediante la incorporación de diócesis nuevas u otras ya existentes. La misión del abad Hadomir de Fulda en 947 constituye un notable ejemplo de esto: revivió la misión de principal centro evangelizador para Escandinavia y el Báltico del arzobispado de Hamburgo-Bremen de Willehado.
Una vez partían los misioneros hacia las tierras salvajes del norte y del este, el emperador rara vez podía ayudarlos. Los enviados a Dinamarca fueron expulsados en la década de 820 y no fue hasta la conversión de Harald Dienteazul, a mediados del siglo X, cuando la evangelización pudo progresar. La cooperación de las élites locales era indispensable, pues la conversión implicaba la aceptación de la soberanía imperial y el pago de diezmos. El caudillo bohemio Venceslao (el futuro san Venceslao) educado en la fe cristiana, aceptó la jurisdicción imperial pero fue asesinado por orden de su hermano en 929. Bohemia fue obligada a aceptar el dominio imperial en 950, mas la resistencia al cristianismo persistió hasta bien entrado el siglo XI. De todos modos, la conversión de buena parte de sus élites fue un factor importante para la expansión del cristianismo y la influencia imperial sobre los eslavos del este del Elba, polacos y magiares. El misionero Vojtěch (Adalberto), martirizado por los prusianos en 997, era miembro de la familia real bohemia.
A pesar de su impresionante actividad, la cristianización otónida descansaba sobre cimientos poco seguros, pues contaba con escasas iglesias y un dominio muy tenue de la mayor parte de las poblaciones bálticas y del este del Elba. Su vulnerabilidad fue revelada por el gran alzamiento eslavo de julio de 983, es probable que desencadenado por la catastrófica derrota de Otón II a manos de los árabes en Controne el año anterior. Castillos e iglesias fueron barridos y tan solo quedaron, como última avanzada, los sorbos a medio evangelizar de la región de Meissen. Los restantes obispados del este del Elba solo siguieron existiendo sobre el papel. Hasta el siglo XII, los obispos de Brandeburgo y Havelberg no pudieron visitar sus diócesis.21
Aun así, el cristianismo atraía a numerosos eslavos, en particular a sus élites, que veían en este una forma de aumentar su estatus al vincularse con la cultura y el poder de la latinidad. Los nobles bohemios y polacos se habían convertido antes de 983, por lo que se negaron a unirse a la revuelta. El duque polaco Boleslao I Chrobry (el Valeroso) pagó rescate a los prusianos por el cadáver de Adalberto y lo llevó a su capital de Gniezno poco antes del peregrinaje de Otón III a Polonia del año 1000. La visita del emperador supuso la elevación de Gniezno a arzobispado, con jurisdicción sobre los obispos misioneros de Cracovia, Kolberg (actual Kołobrzeg) y Breslavia (Wrocław). Esto implicaba la transferencia de jurisdicciones que, hasta entonces, habían pertenecido a las archidiócesis de Magdeburgo y de Hamburgo-Bremen, así como el reconocimiento de Boleslao Chrobry como príncipe aliado, aunque subordinado, y partícipe de la misión imperial evangelizadora. Para simbolizar su cooperación, Otón le hizo entrega de una copia de la Lanza Sagrada a cambio de la prestigiosa reliquia del brazo de Vojtěch. Boleslav era elevado a una posición claramente superior a la de sus rivales locales, y el establecimiento de una estructura eclesiástica polaca proporcionó la base para la creación de una monarquía independiente en dicho país. La cristiandad polaca fue barrida por el alzamiento pagano de 1037-1039, durante el cual se recuperó el resto del cadáver de Vojtěch. El cadáver fue emplazado en Praga, donde se convirtió en foco de un culto que se extendió por Alemania, Bohemia, Polonia y Hungría. La cristiandad polaca fue reconstruida a finales del siglo XI mediante la fundación de nuevos monasterios.22
La construcción de la Iglesia alemana
Borgoña e Italia disponían de estructuras eclesiásticas que se remontaban a la Antigüedad tardía, cuando se establecieron diócesis sobre la estructura de las provincias imperiales romanas. La principal contribución del emperador al desarrollo de la Iglesia italiana fue animar al papa a crear diócesis en la Italia meridional, a finales del siglo X, para atajar la influencia bizantina. Tales factores hicieron que, hacia el año 1000, hubiera veintiséis archidiócesis en Italia, pero tan solo seis en Borgoña, siete en Francia, dos en Gran Bretaña, una en Polonia y una en Hungría.
Carlomagno, en colaboración con el papa, asentó los cimientos de la Iglesia germana en apenas veinte años. Maguncia, que ya era una base importante en tiempos de la misión de Bonifacio, fue elevada en 780 a la categoría de archidiócesis para supervisar toda la obra misionera al este del Rin. La rapidez de las conquistas posteriores hizo necesaria una serie de subdivisiones adicionales que permitiera una mejor supervisión de la población incorporada al reino franco (vid. Mapa 14). Colonia pasó a ser arzobispado en 794, con responsabilidad sobre las misiones del noroeste de Alemania y Frisia. Hamburgo-Bremen, que al principio fue uno de sus obispados subordinados, también fue elevado a estatus arzobispal durante los años 60 del siglo IX, con responsabilidad en las tierras más allá del Elba. La sumisión de Baviera a soberanía carolingia hizo que Salzburgo fuera convertida en arzobispado en 798. La fundación del imperio, en 800, vino precedida un año antes por la asamblea celebrada por Carlomagno y León III en Paderborn, ciudad que había servido desde 770 como base militar y misionera de las campañas contra los sajones. Se acordó que Sajonia quedase dentro de la archidiócesis de Maguncia, que pasó a ser la sede del arzobispado primado de Alemania.23 Tréveris fue elevada a archidiócesis hacia 800, con jurisdicción sobre lo que más tarde fue Lorena. Este fue uno de los factores que hizo que esta provincia