Rutas de escape. Umberto Roncoroni. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Umberto Roncoroni
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789972455209
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tecnologías del big data: data warehouse, data mining, business intelligence, entre otros.

      Pero el big data tiene dos problemas con importantes consecuencias. En primer lugar, mediante estas tecnologías no accedemos directamente a los datos, sino solo a sus mediaciones e interfaces, los metadata, que son precisamente interpretaciones y perspectivas sobre los datos, no datos reales4. Con el big data y los documentos hipertextuales en general, se delinea un nuevo dominio epistemológico con nuevas mediaciones y principios: la interfaz y los criterios de relación entre los conocimientos (los links). Ahora, es difícil decidir, como algunos teóricos afirman, si efectivamente los contenidos de este espacio (metadata, interfaces y links) constituyen un verdadero saber5.

      Al respecto, un argumento crítico importante es la teoría del simulacro de Baudrillard (1978), porque permite sacar a la luz la retórica de la cultura masiva y sus mecanismos virtuales. El simulacro se genera por dos razones: cuando los contenidos informativos se sustentan solamente en la lógica de los medios (marketing, publicidad, industria cultural, interfaces, big data…) y cuando los procesos virtuales se convierten en algo más importante que la realidad, tanto en el sentido cuantitativo cuanto por el peso que tienen en la sociedad contemporánea6. Los simulacros pueden actuar y circular libremente dentro de los paisajes culturales tecnológicos, sea porque la cantidad y el carácter efímero de los productos impiden o vuelven innecesaria la reflexión, sea porque no hay posibilidad de tomar distancia crítica de los pseudoconocimientos.

      Sin embargo, las dificultades de la teoría de la sociedad transparente y de la inteligencia colectiva, de la sobreproducción y de la banalización de los contenidos, no se deben solamente a los malentendidos acerca de los procesos digitales que acabamos de resaltar. En primer lugar, hay que agregar la cuestión epistemológica, cognitiva y tecnológica del concepto de efímero. En la teoría de la sociedad transparente se asume que la memoria es como un circuito que se vacía a voluntad. Pero los conceptos y las informaciones, a diferencia de los objetos materiales, dejan siempre rastros, aunque imperceptibles.

      En segundo lugar, hay que deshacerse de la creencia en que los efectos de los procesos virtuales (como la realidad aumentada) son solamente virtuales, pues pueden afectar el cuerpo y las emociones y modificar permanentemente los hábitos personales y sociales.

      En tercer lugar, hay que verificar las relaciones entre los mecanismos del mercado y de la mediasfera y las exigencias de la inteligencia colectiva. El sistema generado por el mercado y los medios en realidad mantiene al público en una escasez epistemológica permanente (es decir, de ignorancia), generada por la imposibilidad de estar al día con la evolución de los gadgets digitales y las nuevas versiones de sus aplicaciones7. Es un esquema de novedades ficticias y pseudoconocimientos, de los que nadie percibe ni las inconsistencias ni las trampas (los usuarios adquieren nuevos productos no tanto por sus ventajas reales, sino porque se les quita compatibilidad a los sistemas viejos), porque la atención se desvía aumentando la cantidad de productos y de pseudonovedades. Es la misma naturaleza adictiva y competitiva de los medios digitales lo que retroalimenta y multiplica los efectos de este mecanismo. La adicción se produce porque siempre es posible mejorar las funciones del software8, y la competividad se produce, por ejemplo, porque en las redes sociales o en los videojuegos hay siempre unos like o unos puntos más que ganar.

      Quizás sea posible resumir las etapas y los procesos de deterioro del paisaje cultural tecnológico en este orden: a) el nihilismo, que ha quitado a la producción cultural y tecnológica el apoyo de los grandes relatos (religión, filosofía, ciencia) y por lo tanto, trascendencia y legitimidad para que pueda formular preguntas y respuestas significativas; b) la industria cultural y las modas, que aparentemente ayudan a liberarse de dogmas y opresiones metafísicas, pero en realidad insertan nuevas metafísicas materialistas y sobre todo ocultas; c) la mediasfera y el ciberespacio no construyen valores reales, sino simulacros al servicio de los medios y de la tecnología (son precisamente estos los que se constituyen como una nueva metafísica); e) los medios digitales, que ya constituyen el sistema linfático y nervioso de la sociedad contemporánea, tienen problemas estructurales que dificultan su análisis y gestión.

      Como he explicado anteriormente, los instrumentos más importantes dentro de cualquier estrategia ecológica son culturales, porque la economía, la ingeniería y la misma ecología, por sí solas, no son suficientemente sistémicas para resolver sus problemas. Sobre todo con respecto a los paisajes culturales tecnológicos y a sus ecosistemas cognitivos, es necesaria una coordinación interdisciplinaria que resuelva esta complejidad. Por otro lado, la capacidad crítica, la creatividad y la belleza, determinantes para una vida significativa, pueden construir y conservar un paisaje cultural de calidad si se garantiza su libertad y se mantienen los enlaces con las tradiciones. Las aristas históricas, sociales, religiosas y artísticas de los procesos sociales refuerzan el compromiso con el medio ambiente y, entonces, la identidad cultural del paisaje. Obviamente el paisaje cultural tecnológico se deteriora y se consume como el paisaje natural, y las tecnologías de la información son especialmente responsables porque producen, distribuyen y se consumen a mayor velocidad y en modo globalizado. Resultado: los medios digitales pueden generar mucho más banalidad e ignorancia que los medios masivos tradicionales y analógicos9.

      Sin embargo, los efectos de todos estos procesos, como todos aquellos que operan en el dominio cognitivo (producción artística y educación entre otros), se manifiestan a largo plazo y, por lo tanto, son difíciles de reconocer y comprobar. En primer lugar, la acumulación de contenidos inútiles y la retórica de lo nuevo agotan los valores existentes y reducen los espacios del significado, consuman la fantasía y la imaginación. En segundo lugar, el alcance globalizado de los excesos de la industria cultural y de los monopolios digitales reduce la diversidad lingüística y, por ende, la riqueza multicultural.

      Con respecto a la identidad cultural, el modelo de desarrollo tecnológico y las estrategias para reducir la brecha tecnológica son especialmente críticos. Para comenzar, el concepto de desarrollo en general es eurocéntrico, y en términos digitales, anglosajón; por lo tanto, está impregnado de un neocolonialismo solapado que niega libertad y especificidad local a las periferias tecnológicas, cuyos ciudadanos son subalternos mantenidos en estado de inferioridad cultural (Spivak, 1988). Ahora bien, los medios digitales tienen una historia suficientemente larga para que los paisajes culturales ya se encuentren deteriorados. En otras palabras, el paisaje cultural tecnológico globalizado ha comprometido las identidades locales y empobrecido su vocabulario simbólico.

      En este sentido, como ha señalado Escobar (2005), las estrategias del posdesarrollo, como la conservación, la sostenibilidad y el decrecimiento, entendidas en sentido cultural, intentan cambiar las reglas de juego mediante una suerte de deconstrucción que revaloriza los fundamentos epistemológicos, las costumbres tradicionales y la creatividad de los sujetos considerados objetos del desarrollo.

      ¿En cuales dinámicas tecnológicas digitales es necesario intervenir para conservar y reconstruir los paisajes culturales tecnológicos en modo sostenible, con libertad e identidad? No cabe duda, me parece, acerca de la magnitud del alcance educativo de esta pregunta.

      Una de las tareas debería ser la reconstrucción de los paisajes culturales comprometidos por la globalización tecnológica: conservar lo que todavía queda y sobre esto, reponer lo que se ha perdido. Como vimos, la contaminación del saber se produce porque los datos no tienen un valor intrínseco y forman un conjunto (el big data) que, en ausencia de criterios para establecer relaciones significativas, es disruptor y contaminante. Esto implica defender la trascendencia y la originalidad del conocimiento separando los datos y las informaciones basura. Por otro lado, la protección de la identidad cultural requiere garantías de libertad e igual disponibilidad de herramientas para interpretar y manipular las informaciones. Pero esto no significa distribuir laptops o conexiones a internet por todos lados, sino algo más estructural: abrir el acceso a las estructuras ocultas de las herramientas