Rutas de escape. Umberto Roncoroni. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Umberto Roncoroni
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789972455209
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conflictivas.

      Pero el futuro de la técnica y de la cultura no es tan oscuro e inevitable como teme Severino; sus problemas podrían presentar una oportunidad para la evolución de la educación, del arte e inclusive de los medios digitales, cuyos procesos están todavía anclados en los paradigmas del romanticismo y de la revolución industrial2.

      Esta hipótesis se justificará, en primer lugar, mostrando la peculiar naturaleza de las tecnologías de la información, en modo especial lo que se refiere a los procesos interactivos y a la hipertextualidad, como, por ejemplo, los conceptos de “metaforma” de Johnson (1997) o de “interfaz cultural” de Manovich (2006)3. Las características de los nuevos medios permitirían repensar la tecnología en modo abierto, creativo, humanista y fundado en el respeto de las identidades y de las diferentes tradiciones culturales. Por otro lado, hay una cuestión que Severino (y en general la producción académica sobre la educación y la tecnología) no considera: que la urgencia de los temas ecológicos, la contaminación, el exceso y la saturación cultural rediseñan, paulatina pero consistentemente, el telos de la posmodernidad.

      Mi objetivo en este momento es precisar los factores y el sistema de las cuestiones indicadas por Spengler y Severino, lo que servirá como una suerte de marco teórico para el análisis más detallado que el lector encontrará en en los siguientes capítulos. Para esto comenzaré resumiendo algunos tópicos de la relación entre técnica y decadencia de Spengler; en segundo lugar haré una síntesis de la reflexión de Severino sobre la relación entre capitalismo, técnica y nihilismo; luego, examinando ambas teorías en relación con la complejidad social y ecológica, y con base en las propiedades de los medios digitales, haré una crítica a Severino, lo que se justifica porque, como la mayoría de los filósofos, este en realidad no comprende lo que son realmente los medios digitales. Finalmente presentaré algunas alternativas al pesimismo del filósofo italiano al revisar, desde el punto de vista epistemológico, educativo y tecnológico, temas como el decrecimiento, el concepto de caritas de Vattimo, la justicia epistémica y la estética del vacío.

      La relación entre técnica, capitalismo y decadencia planteada por el filósofo alemán revela varios problemas subestimados por la posmodernidad, aunque varios acontecimientos recientes (véase el fanatismo islámico) deberían haber centrado su atención. Para comenzar, la razón principal de la crisis, según Spengler, es que Occidente ha elegido el pensamiento puramente técnico. Al olvidar las grandes cuestiones metafísicas que han alimentado la vida espiritual desde la Grecia antigua hasta la modernidad, se ha impuesto un modelo de vida que privilegia lo artificial (la ciudad, el lujo, los artefactos) sobre lo natural. Spengler llama a la actitud que está detrás de este modo de pensar y vivir el “espíritu faustiano”4. Se trata de un paradigma que se compone de tres principios: que la idea vale solamente como working hypothesis, es decir, que no debe ser verdadera sino útil; que el hombre crea su propio universo (el lema de Fausto: Deus sive Natura); y por último, que el desarrollo cultural es un lujo que está ligado al bienestar económico y a la técnica. Ahora bien, escribe Spengler, para el hombre faustiano cada conquista tecnológica es como una marca deportiva, un logro que sirve al ego y que vale por sí mismo. Entonces, el desarrollo tecnológico puede proceder sin tomar en cuenta sus efectos y consecuencias.

      Por otro lado, lo que es más importante, la cesión del control a los procesos tecnológicos aleja al hombre de los saberes naturales y, poco a poco, establece una distancia enorme entre quien comprende la tecnología (el ingeniero) y quien no la comprende o simplemente la usa (el obrero o, en términos digitales, el usuario). La técnica, pues, es siempre más esotérica y distante del hombre común. Ya que este proceso de separación se acelera constantemente, el hombre faustiano termina sometido a la tecnología, lo que facilita la concentración del saber y la formación de los monopolios tecnológicos y económicos. Aceptar el dominio totalitario de la técnica implica renunciar a integrarse armoniosamente con el trabajo y con la naturaleza, precisamente lo que Spengler denomina tradición. Y Spengler, a continuación, supuso que la espiral tecnocrática saturaría la existencia del hombre a tal punto que este terminará deseando liberarse de ella5. La contradicción del hombre faustiano consiste en que la técnica destruye a la tradición, pero es la tradición la que da lugar a la técnica. En suma, no hay solución porque la enfermedad tecnocéntrica ha destruido su propia medicina6.

      Hay otra explicación de la decadencia de Occidente en la teoría de Spengler que es necesario señalar porque permite ver (olvidando el lenguaje racista) el enlace entre la educación y las tecnologías de la información. Consiste en el hecho de que Occidente ha preparado su propia destrucción regalando su sabiduría técnica a las demás civilizaciones: “Los blancos la han ofrecido con benevolencia a todo el mundo…” (Spengler, 2002, p. 101). Además, y es el concepto realmente interesante:

      Para la gente de color (incluyendo en este concepto a los rusos) la técnica faustiana no es en ningún caso una exigencia interior. Es solo el hombre faustiano que piensa, siente y vive en esta forma. Para él es una exigencia del espíritu […] para la gente de color, por lo contrario, no es más que un arma en contra de la cultura faustiana […]. (Spengler, 2002, p. 103)

      En otras palabras, sucede que la “gente de color” puede superar técnicamente a los “blancos” occidentales y acabar con su telos tecnológico, primero porque no tiene los fundamentos clásicos que de alguna manera contrastan el pensar puramente técnico7; segundo, porque no han pasado a través de los procesos del Renacimiento y de la Ilustración, etapas que han construido los valores positivos de la técnica (el concepto de progreso, la democracia, la educación…).

      Como es sabido, para Spengler la solución es trágica, faustiana: pararse frente a la destrucción aceptando lo inevitable, hundiéndose heroicamente como un capitán en su barco. Esta epifanía se pone en escena, con el complemento de argumentos anticapitalistas, también en Severino, como veremos en el siguiente apartado.

      El proyecto crítico de Severino se basa en el hecho de que el capitalismo está necesariamente fundado sobre la técnica, porque las máquinas pueden producir bienes para el mercado masivo y global y así incrementar el capital. Pero al mismo tiempo, para justificar sus productos, el capitalismo necesita generar situaciones de necesidad y escasez y así entra en conflicto con el progreso técnico y distorsiona su naturaleza, pues el fin de la técnica es eliminar la escasez. En otras palabras, el capitalismo sabotea su propio desarrollo tecnológico.

      Los argumentos de Severino completan el concepto del espíritu faustiano de Spengler con otro factor: el derrumbe de la religión, de la filosofía y, en general, de las grandes narrativas (el nihilismo), lo que ha convertido a la técnica en el único destino del hombre occidental. En efecto, el nihilismo se impone necesariamente una vez que el ser humano se entrega a la técnica, pues esta, a través de sus aparatos (el consumo, los medios masivos, la moda, como afirmaba el situacionismo), produce un mundo materialista sin valores. Y el nihilismo completa la teoría de Spengler acerca de la causa del declive de Occidente (el error estratégico), porque su mismo devenir demuestra que la técnica destruye los valores tradicionales y que las culturas tecnificadas están perdiendo sus tradiciones (lo que incrementa, a su vez, el nihilismo).

      Sobre esta base se explica el rechazo radical del islam al espíritu faustiano de la cultura occidental. Pero, argumenta Severino, la técnica es una razón absoluta, la metafísica misma, la única gran narrativa de la sociedad contemporánea y por esto los conflictos capitalismo-socialismo o cristianismo-islamismo, son en realidad de retaguardia, en el sentido de que están opacados por el dominio tecnológico. Resumiendo, para Severino el destino del hombre occidental es aceptar la técnica, pero este destino implica entrar en conflicto con el capitalismo y el nihilismo, y finalmente, levantar barreras a los procesos tecnológicos virtuosos que forman el verdadero progreso.

      Se trata evidentemente de un punto de vista pesimista que, sin embargo, es posible refutar tomando en cuenta los retos culturales