Rutas de escape. Umberto Roncoroni. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Umberto Roncoroni
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789972455209
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contaminados por informaciones inútiles y posverdades, lo que justifica construir el enlace, aparentemente arbitrario, entre ecología, cultura y tecnología, y explica por qué todo esto es esencial para cualquier nuevo paradigma educativo. La ecología puede enseñar muchas cosas a los medios digitales con base en cuatro elementos:

      a) El modelo emergente. Significa que el cambio tendría que darse desde abajo hacia arriba, a través de la acción individual autoorganizada, porque los cambios impuestos desde arriba acaban en simulacros, porque los monopolios que los promueven (inclusive de buena fe) están comprometidos con el mismo sistema que pretenden corregir.

      b) La importancia de la identidad cultural y de la tradición en tanto recupera hábitos, técnicas y soluciones naturales en el respeto de cada ecosistema (como el comercio justo o los productos a km 0) y de cada contexto histórico y social (como la justicia epistémica y la crítica al colonialismo tecnológico).

      c) Un nuevo sentido de la democracia y de la justicia, porque la utopía del ciberespacio, al igual que la de la ecología, suponen la distribución de los recursos materiales y conceptuales.

      d) La importancia de los medios de comunicación que aseguran el flujo de los recursos. Desde el punto de vista de la estética y de la educación, el decrecimiento cognitivo implica una revisión de los principios estéticos románticos que todavía dominan el arte y la comunicación contemporánea (incluyendo sus instituciones, como las galerías y los museos) y de varios paradigmas pedagógicos (conductismo, cognitivismo, constructivismo), que internet no ha logrado ni siquiera en una mínima parte debilitar. No es difícil darse cuenta, tanto en la educación como en el arte, de la resiliencia de contenidos faustianos, jerárquicos y “extractivos” típicos de la producción industrial.

      En la filosofía del decrecimiento hay varios aspectos que podemos relacionar con el conocimiento y la comunicación: la reparación de la salud y la liberación del medio ambiente de la contaminación, de la antropización y de la cementificación; la recuperación y la reconversión de áreas industriales en áreas verdes o agrícolas, y el rediseño urbanístico13. En el dominio cognitivo, comunicacional y educativo, la contaminación consiste en la plétora de productos culturales banales e inútiles (y hasta reveladores de lo peor del ser humano, como sucede en las redes sociales) que están exasperando los comportamientos cultural y socialmente desviantes y contribuyendo a la destrucción de la tradición. Y hay otro aspecto negativo del exceso y de la contaminación cognitiva, no menos importante, que es la pérdida del sentido causada por la sobreproducción cultural: en un entorno saturado en el que todo está ya hecho (y varias veces), la caída de la atención y el agotamiento de la creatividad son inevitables. En la educación los efectos negativos de estas dinámicas son bien claros y documentados (Carr, 2010; Morozov, 2015; Oppenheimer, 2004), aunque también han sido cuidadosamente ocultados por la industria cultural y por los magnates de Silicon Valley.

      Para los medios digitales, la recuperación y la descontaminación se pueden definir conceptualmente como una estética del vacío. El vacío es estético no tanto en el sentido del horror vacui, del abismo donde no hay nada, sino en el de algo predispuesto a recibir y a escuchar y que es, por lo tanto, proactivo (Pasqualotto, 2001)14. Esto implica liberar el espacio ambiental de la fantasmagoría de mensajes, del oversharing, de las nubes de datos; en suma, hacer una suerte de limpieza cognitiva; una idea que se confronta con los conceptos de “inaugurar” y de “hacer espacio” de Heidegger (2000b). Originalmente, en Heidegger hacer espacio (abrir nuevos recorridos creativos, nuevos lenguajes y nuevas posibilidades formales) es la función primordial del arte. Ahora bien, puesto que los territorios para explorar son cada vez más escasos, la creatividad se ha convertido en una actividad combinatoria automatizada. Entonces, hacer espacio significa en realidad “liberar espacio”.

      El decrecimiento y la decontaminación no quieren detener el progreso sino dar un giro diferente al desarrollo y apostar por un nuevo modelo económico, que (idealmente) podría sustituir al neoliberalismo. Se trataría, según Rifkin (2014), de un sistema híbrido que no se basa en el dinero y en el profit, sino en la distribución de materiales y servicios, en el trueque, en el intercambio y hasta en el don, lo que será posible gracias a los avances tecnológicos (por ejemplo, internet y la impresión 3D).

      Estos conceptos y propuestas, traducidos al dominio digital y epistemológico, representan lo que ha sido denominado por Levy (1999) “inteligencia colectiva” y por Vattimo (2009) caritas. La caritas es una categoría teológica reinterpretada hermenéuticamente por Vattimo para elaborar su teoría de la verdad en el nihilismo posmoderno, lo que en el marco de las cuestiones planteadas por Spengler y Severino, aclara el enlace entre cultura, saber, medios tecnológicos y capitalismo. En la perspectiva filosófica de Vattimo, el concepto designa un proceso antimetafísico de construcción dialógica de la verdad que se realiza y se sustenta en la distribución de valores y en el bien que un proceso verdadero demuestra que puede hacer, no en dogmas impuestos por medio de la propaganda o la violencia. Por esto la caritas se relaciona estéticamente con el vacío (la propensión a escuchar y a recibir), epistemológicamente con modelos antitéticos a los que derivan del espíritu faustiano (la complejidad) y tecnológicamente, como argumenta Stallmann (2002), el gurú del software libre, con la colaboración y la distribución de los recursos (GNU, el copyleft, los hackers y el coding). De aquí nace su relevancia también en términos educativos.

      Volvemos entonces a las cuestiones iniciales. Spengler y Severino concluyen que las contradicciones entre capitalismo y técnica determinan la crisis de la cultura occidental, que no tiene alternativas entre la decadencia y la sumisión a la técnica. Sin embargo, en sus argumentos hay ciertas debilidades e inconsistencias que se deben a que ninguno de los dos autores ha tomado en cuenta algunos problemas muy importantes de la cultura contemporánea, como las obligaciones medioambientales, la complejidad cultural y científica y las peculiaridades de las tecnologías de la información. Pero son estos elementos los que permiten pensar un final diferente al enunciado por Spengler y Severino.

      Las tecnologías de la información, en primer lugar, no tienen por qué estar necesariamente sometidas al paradigma faustiano porque, contrariamente a la tecnología industrial, son abstracciones lingüísticas, simbólicas y lógicas. Estas características permiten plantear la síntesis entre técnica y tradición (hasta, en una tradición presocrática, con el mito y el arte). En segundo lugar, el nihilismo no es una tabula rasa de criterios y valores, sino que puede ser entendido como el desarrollo creativo de una nueva tradición, híbrida y mestiza. En tercer lugar, el decrecimiento y otras soluciones ecológicas no solamente no interrumpen el desarrollo tecnológico sino que pueden encaminarlo hacia direcciones nuevas y originales. Las redes digitales gozan de algunas propiedades y particularidades —la interactividad, el poder generativo de sus lenguajes— que se acoplan perfectamente con el telos de un nuevo modelo de crecimiento-decrecimiento: el intercambio, la caritas y la justicia epistémica15.

      Para terminar, de lo visto hasta ahora emergen tres indicaciones concretas que profundizaré en los siguientes capítulos. La primera es superar la lógica del consumismo típico de los gadgets digitales y las trampas del “solucionismo tecnológico”16 (que, como veremos, caracteriza a las reformas educativas); en otras palabras, entender el desarrollo tecnológico no como uso de aplicaciones informáticas impuestas por las grandes corporaciones informáticas (Google, Microsoft o similares), sino como investigación de tecnologías originales y autónomas.

      La segunda es un correcto acercamiento a los medios digitales y la comprensión de sus estructuras, lo que permitiría planificar, con una visión a más largo plazo, los cambios de contenidos y las habilidades que se requieren en los escenarios laborales del futuro cercano, cuando contará cada vez más la creatividad, el problem solving, el autoaprendizaje y la flexibilidad.

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