Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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es el triste personaje llamado Herodes el Grande. Su historia arroja siniestra luz sobre la situación del pueblo judío en los tiempos inmediatamente anteriores al nacimiento del Mesías, el manso, el pacífico y verdadero rey de Israel.

      Inmediatamente después de la muerte de su padre, y antes de partir para Roma, Arquelao tuvo que reprimir una sedición que estalló en Jerusalén. Sus soldados, cumpliendo órdenes suyas, mataron sin compasión a tres mil judíos, algunos de los cuales eran peregrinos llegados para celebrar la Pascua. Esta barbarie produjo tristísima impresión, por lo que los habitantes de la Ciudad Santa enviaron a Roma, en cuanto el príncipe hubo partido, una delegación de personas notables para conjurar al emperador que no les impusiera tal rey.

      Durante la ausencia de los tres herederos de Herodes se produjeron también desórdenes mucho más graves, no sólo en Jerusalén, sino en toda Palestina. Dioles ocasión la llegada de un procurador romano llamado Sabino, enviado por el procónsul de Siria para tomar bajo su salvaguardia las propiedades y tesoros particulares del rey difunto, hasta que la cuestión de la herencia quedase definitivamente arreglada. El mismo procónsul, el famoso Varo, que años más tarde fue vencido por Arminio en los desfiladeros de Teutberg (9 después de J. C.), hubo de ir a Jerusalén, a fin de examinar las cosas por sí mismo. Cuando partió dejó a disposición de Sabino una legión entera. Esta injerencia de los romanos irritó a los judíos hasta más no poder. Llegó entretanto la fiesta de Pentecostés y entre los israelitas patriotas y los legionarios se trabaron violentos combates en el vestíbulo mismo del Templo, cuya techumbre, de madera de cedro, fue incendiada. Habiéndose atrevido entonces Sabino a tomar cuatrocientos talentos del tesoro del santuario, la muchedumbre le sitió en el palacio de Herodes, donde se había encerrado con sus tropas. Fue la señal de sublevación en todo el país. Hombres fogosos, que odiaban igualmente a Herodes y a Roma, predicaron la insurrección y se pusieron al frente de bandas numerosas en Jericó, en Perea, en la Judea meridional y, sobre todo, en Galilea. La represión fue espantosa. Acudió de nuevo Varo, al frente esta vez de todo su ejército, y triunfó sin gran trabajo, primero en Galilea, después en Judea y en Jerusalén, a aquellos hombres mal organizados e imperfectamente armados. Muchos judíos fueron vendidos como esclavos o crucificados. Varo no volvió a Siria sino después de haber restablecido la calma por completo.

      La Judea y Samaria, que constituían sus Estados, quedaron entonces definitivamente bajo el dominio directo de Roma. Solamente que en vez de agregarlas a la provincia proconsular de Siria, fueron colocadas, a causa de las particularidades religiosas y de la levantisca condición de los judíos, bajo la jurisdicción de un gobernador especial, elegido en el orden de los caballeros. Hasta la muerte de Augusto hubo tres de estos gobernadores: Coponio, Marco Ambíbulo y Annio Rufo; después otros dos en el reinado de Tiberio: Valerio Grato (15-26 d. de J. C.) y Poncio Pilato (26-36). Este último nos interesa particularmente. Omitiremos por ahora lo correspondiente al odioso y cobarde oficio que desempeñó en la pasión del Salvador, ciñéndonos a dar ligera idea de los comienzos de su administración y de su carácter.

      Volvamos ahora la vista a los otros dos herederos de los Estados de Herodes el Grande. Antipas, a quien los Evangelios sólo designan con el nombre patronímico de Herodes, era también hijo de Malthace. Conocemos pocos detalles de su larga administración (4 a. de J. C. hasta 39 d. de J. C.). Tenía las mismas inclinaciones de su padre a fundar nuevas ciudades y agrandar las antiguas. Primeramente construyó y fortificó