Hacia la Gran Universidad Chilena. Arnoldo Hax. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Arnoldo Hax
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561426269
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la que forma parte de las grandes colecciones de bibliotecas que estas instituciones poseen. Una Gran Universidad debe estar siempre haciendo inversiones en estas materias, ya que su grandeza dependerá tanto de su capacidad de expandir su entorno físico como de la obtención de su financiamiento.

      Aquí hay algunas áreas en las que estamos bien. Con las inversiones facilitadas por el financiamiento público (Programa de Mejoramiento de la Calidad y Equidad en la Educación Superior, conocido por su sigla MECESUP) y la masiva incorporación del sector privado a la oferta universitaria, durante los últimos quince años hemos tenido un importante desarrollo de la infraestructura. El sistema de bibliotecas universitarias, por ejemplo, podríamos decir que se acerca a instituciones de clase mundial, con instalaciones renovadas y el acceso libre a las más importantes colecciones científicas electrónicas online. Pero estas no cuentan aún con la nueva generación de profesionales que permitan optimizar el acceso a las colecciones; no existen bibliotecarios especializados en colecciones de investigación, prevaleciendo aún en ellos un perfil más bien técnico. En general podemos decir que tenemos una buena infraestructura, pero que falta desarrollar considerablemente sus recursos humanos.

      En relación con los laboratorios y equipamiento científico mayor, la distancia es abismal. Quizás con la excepción de astronomía, la que gracias a la calidad de nuestros cielos cuenta con un nivel de equipamiento de clase mundial, las otras áreas del conocimiento no cuentan actualmente con aquel nivel. Algunas instituciones realizan convenios con laboratorios avanzados en el extranjero, pero aquello no alcanza a impactar positivamente a la escala esperada, tanto en el desarrollo de la investigación de punta como en la generación de capacidades que permitan atraer alumnos altamente calificados a los programas de Doctorado. Lo más preocupante es que no parece claro que en el futuro próximo esto vaya a cambiar.

      •Octavo: la magnitud de los recursos financieros y donaciones. Aquí también resulta valedero el conocido dicho: “el dinero habla”. Aquellas universidades con amplios recursos financieros tienen grandes ventajas que luego se reflejan en variados aspectos institucionales. La magnitud de recursos que manejan está fuertemente correlacionada con la percepción de su calidad.

      En este aspecto estamos muy mal. En Chile la base de financiamiento de las universidades proviene principalmente de los aranceles que pagan los estudiantes de pregrado, financiados en mayor proporción por las familias. Los recursos públicos son todavía escasos y las donaciones prácticamente inexistentes. Pero tal vez lo más preocupante es la nula conciencia por parte de la comunidad general sobre este aspecto. Se espera que el Estado sea el gran solucionador del tema financiero, pero sabemos que ello nunca será así, ni tampoco correspondería, dada la mecánica de rentabilidad social que debería regir el plan de gasto de los recursos públicos. Resulta por tanto fundamental encontrar y dar solución a las razones más profundas para la bajísima participación del mundo empresarial en el financiamiento de la universidad, así como para la nula conciencia sobre la retribución de los graduados hacia las universidades que los formaron o admiran por su contribución a la sociedad. Sin duda que la propia universidad es en parte responsable de esta desafección por parte de la comunidad que debiera sostenerla.

      •Noveno: las capacidades académicas de los grandes departamentos. El número total de académicos en un programa tiene una alta correlación con la reputación del mismo. Por supuesto, existen numerosos programas pequeños que son también muy reconocidos, pero los programas mayores son generalmente más visibles y altamente valorados.

      Aquí estamos hablando de masa crítica y no solamente de las capacidades y productividad de individuos. El gran desafío es la existencia de ciertas áreas o departamentos poseedores de un conjunto de científicos e investigadores de calidad mundial. En total, Chile cuenta con alrededor de cinco mil investigadores activos. Si comparamos esta cifra con la dotación que tienen las grandes universidades, se hace manifiesta la inmensa necesidad que tenemos como país de incrementar la formación y atracción de investigadores calificados.

      Para el tema calidad vale lo dicho antes, en relación con la comparación con el 2% de las universidades latinoamericanas o con el 100% del universo total. Existen departamentos de investigación calificados, pero que no alcanzan la masa crítica suficiente como para tener un impacto mundial.

      •Décimo: la libertad académica y la libertad de expresión. Una universidad de investigación no puede avanzar sin una cultura de libertad de investigación y cátedra muy enraizada. Sin esta cultura y tradición, acompañada por un efectivo apoyo de quienes la administran, sus aspiraciones de grandeza no podrán ser alcanzadas.

      Aquí el país se destaca. En la época de Pinochet se llegó efectivamente a despedir profesores por su corriente de pensamiento, pero ello se hizo en un régimen autoritario, en contra de la naturaleza y del espíritu imperante en sus instituciones, las que han podido rescatar sus antiguas tradiciones. Los riesgos que amenazan en general al sistema universitario en el mundo, como por ejemplo la masividad de las instituciones y una docencia “comoditizada”, o el control por parte de grupos de interés de la producción científica o la innovación, sin duda están también de manera incipiente presentes en el sistema chileno.

      •Undécimo: la ubicación geográfica. El antiguo axioma del mundo inmobiliario: “ubicación, ubicación y ubicación” también opera para el caso de las universidades de investigación. Lugares con gran interés cultural, bellos paisajes, sumados a la calidad de la vivienda y de las escuelas para sus niños, son considerados cuando un académico evalúa el lugar a donde quiere ir.

      Este es un tema particularmente interesante. ¿Es Chile el último rincón del planeta? Y, por consiguiente, ¿es su ubicación geográfica una minusvalía, algo peyorativo? ¿O tiene lugares preciosos, una naturaleza maravillosa, etc.? Todo esto ¿es una contribución positiva o negativa para la universidad chilena?

      Claramente la “insularidad” de Chile en cuanto a su ubicación geográfica y su baja densidad regional podrían leerse como negativos. Las distancias equivalentes o alternativas de destino frente a otros sistemas universitarios son grandes, pero ¿cómo darle vuelta a esta condición permanente? Por ejemplo: Chile tiene la ventaja de estar en el mismo horario que la costa este de los Estados Unidos, la misma hora que Nueva York. Esto, por ejemplo para el trabajo online, el estar en el mismo tiempo horario, puede representar una ventaja. Lo segundo: la apertura de Chile hacia el Pacífico. Chile tiene 5.000 km de costa, algo así como el 15% de todo el territorio de borde del océano Pacífico, donde se ubican las más grandes economías del mundo. Y tercero: Chile como laboratorio natural, con los cielos predilectos de los más grandes observatorios del hemisferio sur, vale también para la Antártica, Patagonia o su desierto extremo y cordillera10.

      •Duodécimo: la contribución a la sociedad. Las universidades de investigación, que contribuyen a un mayor bienestar nacional e internacional, que enseñan a los futuros profesionales que luego alcanzan un alto grado de prestigio en sus trabajos, y que tienen un alto nivel de impacto social y económico en las comunidades locales donde se insertan, sin duda pueden aspirar a gozar de un amplio reconocimiento social.

      ¿Cómo están las universidades chilenas y qué hacen en este aspecto? Como hemos señalado, nos parece que cumplen adecuadamente con su tarea de formación de profesionales, pero la contribución que hacen al bienestar nacional e internacional es más bien modesta, en todo caso no al nivel de la Gran Universidad. Igual cosa con el impacto social y económico en las comunidades en que se insertan, pues no nos parece obvio que este reconocimiento exista. Está mucho más arraigada la noción de la universidad como “productora de profesionales competentes” que como una institución que acoja y ayude a resolver problemas críticos que afectan a estas comunidades.

      •Trigésimo: la excelencia de liderazgo. Un liderazgo claro, pero también infatigable y emprendedor, es un ingrediente esencial para una universidad que se destaca. La ausencia de este tipo de conducción puede ser tolerable por un corto tiempo; algunas instituciones pueden seguir por un tiempo corto siendo conducidas en “piloto automático”, pero ellas inevitablemente se deslizan luego por una pendiente de pérdida de calidad. Estos líderes