Hacia la Gran Universidad Chilena. Arnoldo Hax. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Arnoldo Hax
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561426269
Скачать книгу
la transferencia de conocimiento, sino que su creación. Asentada en este hito histórico, la universidad pasa a tener unas características muy singulares. Se transforma en una entidad que crea el conocimiento y participa de forma trascendente en la economía del país, aportando con enormes capacidades para hacer más prósperos a los ciudadanos. Es entonces cuando nacen estas universidades, las que en ese momento eran pocas y que en términos relativos aún siguen siéndolo, ya que de entre las 3.000 existentes en Estados Unidos, solo son alrededor de 60 las catalogadas como tales.

      La universidad amplía desde entonces su ámbito de acción y lo extiende desde la docencia hacia la investigación, cuestión que nos parece fundamental de adquirir en Chile, para no quedarnos anclados en el pasado, con una definición irrelevante y anacrónica de lo que es la universidad. Debemos tomar conciencia de que la universidad es el elemento fundamental de la respuesta de innovación del país y que, por consiguiente, es la fuente de creación de las grandes oportunidades para el desarrollo económico y social de Chile.

      ¿Qué implica esto y cómo establecerlo en forma amplia?

      En una conversación que sostuvimos hace algunos años con Eliodoro Matte, un hombre encantador y extremadamente inteligente, le preguntamos qué opinaba sobre las capacidades tecnológicas del país, y nos dijo algo muy sensato: no es que Chile no tenga capacidades tecnológicas; las tiene de sobra, en áreas en que el país cuenta con una capacidad competitiva mundial, que es minería, forestal, la madera, la agricultura en ciertas áreas, la pesca, y aunque él no lo dijo, pero probablemente lo hubiera agregado, la astronomía. Sin embargo, lo preocupante, señaló, es cómo Chile puede extender sus capacidades tecnológicas en otras áreas que no sean convencionales. Y ahí está en juego toda la capacidad de investigación de la universidad.

      ¿Por qué aspirar a tener una Gran Universidad en Chile?

      Por varias relevantes razones. Primero, porque sin la capacidad de generación y activación del nuevo conocimiento, el país tendrá necesariamente una deficiencia fundamental en la forma en que está abordando su futuro, particularmente en el contexto de esta “sociedad y economía del conocimiento y la información”, como se ha bautizado el comienzo de este siglo.

      Segundo, porque las necesidades de innovación, las capacidades de entender el manejo económico en toda su amplitud, de responder a una aspiración que es inexcusable, como es proveer prosperidad a los ciudadanos del país, constituye sin duda un deber indelegable del gobierno. Esto exige una capacidad tecnológica, y en ese aspecto no hay otra institución que pueda reemplazar a la universidad, en la comprensión de esta mecánica, en sus capacidades para ajustarla a la realidad nacional.

      Tercero, por la oportunidad que significa la creación de paradigmas educacionales de excelencia, y así avanzar en las grandes tareas del país. Solo así lograremos tener el gran país al que aspiramos, y no uno que quede a medio camino, sin capacidad de desarrollar sus talentos. No querríamos vivir en un país mediocre, sin posibilidad de desarrollar plenamente sus capacidades. Es seguro que no queremos condenar a esa realidad a nuestra juventud; no es así el Chile de hoy ni menos el gran país que soñamos para el mañana. Conviene traer aquí a colación algunos contenidos del “Proyecto Chile” (1992), donde se abogaba por la realización de un esfuerzo nacional para alcanzar estas aspiraciones:

       “A nivel universitario hay que lograr la excelencia, debemos tener en Chile a lo menos una gran universidad a cabalidad (…) no debiéramos temerle a las élites, se trata de tener gente del mejor nivel posible en nuestras universidades (…) no hay posibilidad de educar si no hay una élite, si no hay paradigmas. Una élite de científicos, profesionales y profesores que enseñen dando testimonio de valores, de ciencia de categoría. La educación se guía por la excelencia.

       ”Hay que crear un núcleo de gente que junto a las universidades piense a Chile, y al amparo de esto construir una educación de gran contenido valórico. Así, tendremos paradigmas, tendremos a los hombres y mujeres a quienes admirar, son los maestros, los que dan ideas. La educación es para generar la capacidad de creación, para dar autonomía de pensamiento.

       ”Todos los cambios de la humanidad que estamos observando son producto de la revolución científica tecnológica, y además tienen una velocidad cada vez más acentuada. La división entre los países que viven bien y los que viven mal la da la posesión del conocimiento. Los que viven bien son los que han sido capaces de generar los conocimientos nuevos con eficiencia y aplicarlos; los que viven mal somos aquellos que hemos vivido prestados, sin capacidad de generar conocimientos, ni aplicarlos eficientemente (…) Antes, estábamos separados y protegidos por la distancia, hoy en día las distancias no existen” 6 .

      Chile ha tenido una evolución hermosa y significativa de su sistema universitario. Si miramos el sistema como era hace cincuenta o más años, cuando se iniciaba en Estados Unidos la labor de las universidades de investigación, la realidad del país era muy diferente a la que podemos observar hoy. Desde entonces, hemos sido capaces de generar una base muy sólida de los fundamentos básicos de las profesiones y disciplinas, de manera comparable con cualquier buena universidad de Estados Unidos. Son muchos los que han podido salir al extranjero y que, al regresar, han ido transformando y modernizando la enseñanza universitaria en Chile. Se establecieron convenios importantes, como aquellos con la Universidad de Chicago (1955) y con el Sistema de la Universidad de California (UC-Berkeley y UC-Davis, 1963-1965), y con ellos el país empieza realmente a transfigurarse. Entonces en Chile no había un referente contemporáneo de excelencia que ofreciera un futuro estimulante a su juventud. Un chico talentoso tenía el derecho a preguntarse si verdaderamente había algún futuro deseable para él. Pero a través de este proceso aquello comenzó a cambiar, jugando la universidad, al visualizar el desarrollo del país en su totalidad, un rol fundamental. En la medida en que la universidad se enriquecía de talento e innovación, el país evolucionaba en forma consecuente.

      Ahora es oportuno que nos refiramos al texto de Cole, para enunciar a continuación las trece dimensiones clave que él propone, y que reflejan o anticipan las características de una Gran Universidad. Cole llega a estas conclusiones luego de una reconocida trayectoria, primero como académico en el campo de la sociología, y luego como administrador universitario, ocupando los cargos de Decano y Prorrector en la Universidad de Columbia (1989-2003). Desde allí pudo conocer el acontecer de las más importantes instituciones de Estados Unidos, a través del frecuente contacto y trabajo con autoridades de otras grandes universidades. A partir de esta experiencia y su constante labor de reflexión, Cole dedica muchos años a intentar responder la pregunta sobre, ¿qué es necesario para que una universidad de investigación (Research University) —condición necesaria pero no suficiente para aquello— llegue a ser una Gran Universidad?

      Para encontrar la respuesta a esta interrogante, estudia el grupo de instituciones que, dentro de Estados Unidos, se destacan en el campo de la investigación, contrastando sus primeras hipótesis con una base muy amplia y fidedigna de información que fue reuniendo para la elaboración de su libro7.

      Características de una Gran Universidad8

      Cole propone trece dimensiones para describir las características de la Gran Universidad. A continuación enunciaremos cada una de ellas, haciendo una reflexión sobre sus implicaciones en relación con la realidad que exhiben las mejores universidades chilenas.

      •Primero: la productividad de la investigación de los académicos. ¿Cuán prolíferos son los académicos en su contribución al desarrollo del conocimiento? ¿Cuántos de ellos contribuyen a las publicaciones científicas más prestigiosas u otros medios según su campo de especialidad? ¿Están bien representados sus académicos en aquellos libros, escritos y trabajos originales que han tenido un demostrable impacto en la manera que entendemos una determinada área o disciplina? La Gran Universidad, casi por definición, requiere de una alta productividad de sus académicos.

      A pesar de que este tipo de indicadores puede llegar a ser muy reductivo, su examen nos permite reflexionar sobre la participación de nuestros académicos en la producción de nuevo conocimiento, mirando qué están generando. Productividad es insumo (input)