Terapia de grupo en niños. Neva Milicic Müller. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neva Milicic Müller
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425743
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grupos son como un laboratorio para comprender que las relaciones y confrontaciones nutricias y cuidadosas por parte de otros, alimentan en lugar de obstruir el proceso de individuación y el logro de las propias metas.

      El concepto central de una terapia grupal se fundamenta en que en el grupo los integrantes tienen la oportunidad de ver los efectos que su conducta genera en los otros. La tarea del coordinador del grupo es que las personas se enfrenten de manera no defensiva con lo que se les dice, y así puedan tener un conocimiento más profundo de ellos mismos y de cuáles son las reacciones de los otros ante ellos. Otro objetivo de esta modalidad terapéutica es que los participantes logren una comprensión de cómo funcionan los grupos en general.

      A través de la terapia de grupo se intenta integrar las emociones y las cogniciones. Los niños viven experiencias emocionales en el grupo a partir de las cuales hacen una reflexión, aprenden a reconocer sus emociones, a tratarlas y orientarlas de un modo adecuado y a hacer un juicio sobre ellas. Como plantea Solomon (2007): “vivimos en y mediante nuestras emociones” (p. 26). Este autor señala que es importante hablar acerca de lo que hacemos con las emociones y no simplemente de lo que las provocan, porque a través de las emociones los niños intentan manejar su realidad. Cuando un niño llora busca comprensión, cuando se enoja busca asustar a los otros. El autor plantea que los seres humanos dotados de lenguaje y reflexivos, no sólo tenemos emociones sino que tenemos juicios sobre ellas. Las aprobamos o las desaprobamos. Estamos orgullosos o avergonzados de ellas.

      Esto que sostiene Solomon sucede también en los niños y ellos intentan, a veces con estrategias poco exitosas, mandar sus miedos o controlar sus rabias. En este proceso reflexivo de aprendizaje, el grupo los ayuda a expresar sus emociones en el momento apropiado, con la persona apropiada y en la intensidad apropiada.

      En el grupo trabajamos para que el niño no haga lo que no tiene que hacer, no para que no sienta lo que él siente. El niño aprende a regular su capacidad de autoexposición, aprende a leer el contexto en el cual se autoexpone. El ambiente lúdico ayuda a los niños en la autoexposición.

      Klykylo, Kay y Rube (1998), plantean que la terapia de grupo partió de un modelo analítico y ha ido evolucionando hacia el desarrollo de actividades terapéuticas focalizadas en las conductas comunicativas de un grupo particular.

      Las terapias grupales dan una oportunidad para que los niños exploren, descubran, aprendan y se comuniquen entre sí en un ambiente terapéutico seguro y estimulante; también permiten entregar estrategias para el desarrollo de habilidades interpersonales que le facilitarán la convivencia social. Como sostienen White y Epston (1993): “las personas dan sentido a sus vidas y estos relatos modelan sus propias vidas y relaciones” (p. 30). Para estos autores, un resultado aceptable de un proceso terapéutico sería generar relatos alternativos, que les brinden posibilidades más deseables en su desarrollo.

      En nuestra experiencia, el grupo da una posibilidad real para que los niños puedan expresarse, en la medida que están dadas las condiciones necesarias y que pueden hacerlo sin presión ni temor a equivocarse; también les permite razonar sobre las cosas que les conciernen, sobre su mundo interno, sobre sus deseos y sus emociones y acerca de sus vínculos afectivos.

      Uno de los aportes del trabajo de grupos en niños es la idea de permitir que sus integrantes se contemplen desde una perspectiva más objetiva, esto significa que el niño salga de si mismo y se transforme en un yo que se mira reflexivamente. En las terapias de grupo en niños, esta mirada sobre sí mismo es de algún modo enriquecida por la interacción de los otros niños y por el aporte de los terapeutas que le reflejan aquellos aspectos más positivos de sí mismo, le señalan las competencias que tiene para cambiar aquellos aspectos del sí mismo que el niño o la niña quisieran cambiar o que les perturba su interacción con los otros o con las tareas que deben cumplir.

      Un elemento que resulta especialmente enriquecedor es dar un espacio para que los niños, como dijeron Markus y Nurius (1998), oigan las voces de sus “posibles selfs”.

      Estos autores definieron los sí mismos posibles como concepciones de si en estado futuro, esto es, sí mismos ideales de lo que nos gustaría ser, de lo que podríamos ser y de lo que tenemos miedo de ser. A su vez plantean que los sí mismos posibles pueden ser entendidos como una manifestación cognitiva de metas, aspiraciones, motivaciones y amenazas. Reflejan cómo la persona percibe su potencial y su futuro y constituyen un elemento fundamental en la relación entre autoconcepto y motivación. Además, funcionan como incentivos para la conducta futura y entregan un contexto evaluativo e interpretativo de la visión de sí mismo. En los grupos de niños se favorece la comparación social dando a los participantes de los grupos la posibilidad de contrastar sus sentimientos, pensamientos, características y conductas con las de otros. Es decir, los niños no se evalúan aisladamente sino que en función del contexto, y así sus autorrepresentaciones pasan a ser un potencial hacia el futuro.

      Markus y Nurius (1986) plantean que el paciente pasa de una postura de “experimentador” a una postura de “autocontemplación”, posibilitando la disminución de la implicación emocional original y un distanciamiento que permite la reelaboración cognitiva de las experiencias anteriores. El autor plantea que la posibilidad de asimilar distintas perspectivas constituye un mecanismo eficaz para la generación de constructos o narrativas alternativas.

      Algunas de las preguntas que facilitan a las personas asimilar diferentes narrativas o significados, son: “si pudiera ver la situación desde fuera, ¿qué vería de diferente?” o “¿qué pensaría en esa situación una persona a la que admira?”.

      El grupo está diseñado para que los niños, a través de diferentes actividades que les permiten conectarse con sus sentimientos, puedan ir expresándolos y elaborándolos en un contexto que resuena y acoge sus emociones.

      En el grupo, los terapeutas deben estar conscientes de la necesidad de visibilizar los mensajes de todos los niños, no sólo de los que más se destacan. En sus intervenciones deben ir recibiendo por respuesta la idea que hay personas capaces de escucharlos. Cuando se crea este clima, los niños comienzan a hablar de lo que realmente les importa y la comunicación entre ellos se da en otro nivel de intimidad. En el grupo los niños aprenden a escuchar y a expresarse emocionalmente. Al compartir los recuerdos y las experiencias personales se van produciendo vínculos de proximidad y cercanía entre los que comparten vivencias similares, como por ejemplo, haberse sentido rechazado, tener intereses comunes, experimentar dificultades parecidas (problemas de aprendizaje, situaciones de pérdidas familiares, entre otras). La vinculación produce un soporte emocional en las situaciones difíciles y actúa fortaleciendo cuando se trata de aspectos que se relacionan con intereses.

      Al ver cómo actúan los demás frente a las dificultades, las personas toman conciencia de cómo lo hacen también ellas y esto las estimula a buscar mejores maneras de relacionarse.

      Los aportes del proceso grupal a los niños podrían sintetizarse, según Schamess (1998), en que la terapia los ayuda a:

      • Aceptar y contener la expresión conductual de los impulsos regresivos intensos.

      • Ofrecer un ambiente sostenedor y gratificante a los participantes.

      • Favorecer las interacciones correctivas entre los niños que participan en el grupo.

      • Ofrecer a los niños nuevos modelos adaptativos de identificación.

      El participar en un grupo favorece en los niños y niñas el aprendizaje implícito y explícito de las competencias necesarias para el bienestar socioemocional y para integrarse en forma armónica a la convivencia social. Es por ello que los grupos terapéuticos son una indicación para aquellos niños que de diversas maneras presentan problemas en la interacción con otros.

      Desde sus inicios los grupos terapéuticos están intencionados para desarrollar la pertenencia y la integración con los demás y para transferir las competencias adquiridas a sus contextos naturales.