Un curso de amor. Mari Perron. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mari Perron
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874935250
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aprendizaje en la unidad, el aprendizaje de lo que la unidad te puede enseñar ha de nacer como una idea. Conocer, o que te cuenten, la idea de otro no es darle nacimiento. Por lo tanto, cada uno debe experimentar el nacimiento de la idea del aprendizaje de la unidad para que ésta pueda surgir desde dentro y no abandonar su fuente. Una idea mía sólo puede convertirse en una idea tuya a través de tu relación con ella. Sólo necesitas experimentar esta idea a tu propia manera, desde el deseo de saber –que es de donde nacen todas las ideas– para poder darle vida.

      18.14 Una vez nacida una idea, existe en relación con su creador. Ahora, lo único que queda es la decisión de participar. En la unidad, todo aquello que deseabas contaba con la plena participación de una mente y un corazón unidos en plenitud de corazón. Sabías que tu Ser era el creador, y amabas todo lo que creabas. No deseabas y temías algo al mismo tiempo, y tus deseos no cambiaban de un momento a otro. Aquello que deseabas, lo experimentabas plenamente con todo tu ser y lo hacías uno contigo. El hecho de que no te permitas desear algo plenamente aquí es lo que hace esta existencia tan caótica e imprevisible. Que la mente y el corazón estén en conflicto es lo que te impide desear algo plenamente, y esto es lo que te impide crear.

      18.15 Así que la integración de mente y corazón ha de ser nuestra meta para que puedas crear el estado en el que se pueda experimentar la unidad. Obviamente, esto depende de ti. Del mismo modo que elegiste crear un estado de separación, debes elegir crear un estado de unidad.

      18.16 No puede causarte sorpresa que tu mente haya gobernado tu corazón. Lo que este Curso ha intentado hacer hasta ahora es cambiar brevemente tu orientación de la mente al corazón. Éste es el primer paso de lo que ahora parecerá un intento de equilibrar dos cosas separadas, cuando en realidad es un intento de unir lo que sólo has percibido como separado. Si el corazón es el centro de tu Ser, entonces ¿dónde está la mente? El centro no es sino la Fuente en la que todos existen como una sola mente. Sin embargo, decirte esto antes de que hubiéramos aflojado algunas de tus percepciones acerca de la supremacía de la mente hubiera sido una insensatez. La mente unida no es lo que tú has percibido como tu mente. La mente unida es una mente en la que gobierna el amor, y en la que mente y corazón son uno. En adelante, a esto lo denominaremos “plenitud de corazón”, en lugar de mente o corazón.

      18.17 Una mente que divaga se considera algo muy normal, y pensamientos que saltan de un lado a otro de un modo caótico se consideran aceptables, y aparentemente tan inevitables para ti como respirar. Casi tan normal como esto se considera una mente dividida, aunque se reconoce que una mente dividida dificulta la toma de decisiones. Se te ha dicho ya que el único ejercicio para tu mente que se incluiría en este Curso de amor es que dediques todo pensamiento a la unión. Ahora esto ha de verse en dos dimensiones, en lugar de una. Además de dedicar el pensamiento a la unidad con el todo, debes dedicarte a unificar el propio pensamiento.

      18.18 No te das cuenta de cuál fue el efecto de haber elegido experimentar la separación con plenitud de corazón. La plenitud de corazón no es sino la expresión total de tu poder. Una expresión total de tu poder es creación. Lo que ha sido creado no puede ser des-creado. Sin embargo, lo que ha sido creado sí puede ser transformado. La transformación sucede en el tiempo. Así es que transformación y milagros necesitan trabajar mano a mano.

      18.19 La transformación de un estado de separación en un estado de unidad es efectivamente un milagro, porque esta transformación requiere el reconocimiento de un estado que no puedes reconocer en la separación. Aunque esto es una paradoja, no es imposible, por la sencilla razón de que nunca has dejado el estado de unidad que no reconoces. Por ello, tu falta de reconocimiento se puede superar recordando la verdad de lo que eres.

      18.20 La unificación del pensamiento no es sólo cuestión de poner atención o de concentrarse con determinación, aunque éstos son pasos en la dirección correcta. La unificación del pensamiento también implica integrar el pensamiento o lenguaje de tu corazón con el que percibes de forma más natural como pensamiento, es decir, con las palabras e imágenes que “pasan” por tu mente.

      18.21 Hemos hablado brevemente aquí de las emociones, con el único propósito de distinguir entre tus sentimientos de amor y tus sentimientos de falta de amor o miedo. Sin embargo, hemos dedicado aún menos tiempo –hasta ahora– a hablar de lo que la emoción tapa, y de la quietud que yace debajo. Me he referido al verdadero lenguaje del corazón como comunión, o unión del más alto nivel, diciendo que recuperar la memoria de quién eres es el medio por el que la comunión puede volver a ti. Así que de lo que hablamos ahora es de integrar el recuerdo con el pensamiento.

      18.22 Aunque hemos dicho que lo que denominas emoción es la reacción del cuerpo ante un estímulo, no hemos hablado del estímulo en sí. Antes de hacerlo, es necesario clarificar un poco más la función del cuerpo como recurso de aprendizaje. Tu cuerpo parece experimentar placer, al igual que dolor; sin embargo, como recurso de aprendizaje, es neutro. No experimenta: sólo te comunica aquello que se puede experimentar. Entonces tú, en respuesta, le transmites una reacción. Esta relación circular entre tú y tu cuerpo es la relación perfecta a efectos del aprendizaje, dado que tanto la experiencia como la reacción a la experiencia sirven para aprender, y que el aprendiz puede elegir ambas. En cambio, no es la relación perfecta cuando percibes erróneamente el cuerpo como tu hogar, y no como un recurso de aprendizaje. Al haber percibido erróneamente el cuerpo como tu hogar, en cierto sentido no hay un “tú” al que el cuerpo puede transmitir sus señales. Como consecuencia, el cuerpo parece estar al mando y ser tanto quien experimenta como quien interpreta la experiencia. Además, esta percepción errónea ha permitido que la función del cuerpo pase desapercibida. De este modo, no has reconocido qué es en verdad lo que causa dolor, ni el hecho de que puedes rechazar la experiencia del dolor. Lo mismo sucede con el placer.

      18.23 La identificación de placer y dolor se hace mediante el juicio del yo separado, que cree no sólo que es un cuerpo sino incluso que está a su merced. Pero el cuerpo no tiene ninguna merced que ofrecer al yo separado. Sólo es un recurso de aprendizaje. Sin embargo, no has reconocido esto, y no has aprendido que todo aquello que experimentas como doloroso es el resultado de sentimientos de falta de amor, y que todo aquello que experimentas como placentero son sentimientos de amor. Parece que esto contradice lo que se ha dicho antes acerca del dolor producido por el amor y de tu disposición a aferrarte a él, a pesar del dolor que te produce. Mas el dolor no proviene de tus sentimientos de amor, sino de sentir que el amor se ha perdido.

      18.24 La causa de toda tu aflicción es la ausencia de alguien que reciba y rechace los sentimientos de dolor y los reemplace por sentimientos de amor. No creas que reaccionas al dolor de cualquier clase con el amor de tu verdadero Ser, que lo disiparía. El Ser que has excluido del bucle de aprendizaje es el Ser del amor.

      CAPÍTULO 19

      19.1 No hubo ningún propósito malévolo en crear el cuerpo como recurso de aprendizaje. Y como tal, su creación fue perfecta. El problema está en lo que tú, con tu olvido, has hecho del cuerpo. Sólo al creer que el cuerpo eras tú surgieron las ideas de glorificarlo. Glorificar un recurso de aprendizaje no tiene sentido. Y sin embargo, al crear el recurso perfecto con el que pudieras experimentar la separación, se previeron todos los problemas de este tipo, y se crearon al mismo tiempo recursos para corregirlos. Habría sido imposible experimentar plenamente la separación sin sentir el yo como algo separado, y habría sido imposible experimentar nada sin tu libre albedrío. Un yo separado, dotado de libre albedrío, que se desenvolviera en un mundo externo, así como un ser espiritual que deseara la experiencia de separación, lógicamente producirían una situación en la que existiría todo el espectro de experiencias que podría haber al alcance de un ser separado.

      19.2 El complejo conjunto de criterios necesarios para crear un mundo de separación se previó y se proveyó en una forma compatible con las leyes de la creación, en el instante mismo de la creación. Aunque este mundo fue creado con amor, como lo fue toda la creación, también se creó para proporcionar la experiencia deseada. Así nació el miedo, pues un yo separado es un yo temeroso, por su propia naturaleza. ¿Cómo no iba a serlo?

      19.3 Tú, que te has cansado de esta experiencia, alégrate, pues puedes escoger una experiencia nueva.