Un curso de amor. Mari Perron

Por lo tanto, tu entrenamiento comienza. Y comienza con la oración.

      19.18 Como dijimos al principio, orar es pedir. Con sólo pedir tu estado separado, se te concedió. Ahora, con sólo pedir el retorno de la unidad, así será. La condición o el estado de ser desde el que pides es lo que necesita ajustarse, de ahí que necesites entrenarte antes de poder ser consciente de la respuesta que recibirás. Está claro que puedes pedir aquello que desconoces. Éste no es el problema. El problema radica en quién es el que pide. El yo separado, si bien es capaz de pedir, difícilmente es capaz de creer en la respuesta o de aceptarla. Es esta falta de creencia en una respuesta la que lo capacita para pedir. Ahora que empiezas a desprenderte del concepto del yo separado y a creer en la posibilidad de una respuesta, descubrirás que tienes más miedo a pedir. Lo único que tu pedir o tu oración aguarda es que creas en el amor sin miedo que siempre ha respondido.