Un curso de amor. Mari Perron. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mari Perron
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874935250
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La solución se encuentra en la transformación, y es por eso que aún eres necesario aquí. Por debajo del mundo ilusorio que has hecho para glorificar el yo separado se encuentra el mundo que fue creado para tu aprendizaje, y que, por lo tanto, existe en verdad. No es, de ningún modo, el único mundo, pero aun así es el cielo, porque el cielo ha de estar donde tú estás. La elección, hecha con plenitud de corazón, de abandonar toda idea de glorificar el yo separado y de permitir al mundo ser lo que es pondrá en marcha la transformación. Esto requiere la primera unificación: la de mente y corazón, después de la cual la unificación con Dios retorna de forma natural a tu conciencia, pues esta unificación te devuelve al Cristo en ti y a la mente indivisa unida a Dios, que nunca has abandonado. Con ello, el poder de la creación vuelve a ti para ayudar a todos los seres separados a recordar la unión.

      19.5 Aunque todo esto te suene a ciencia-ficción, date cuenta de que aceptas mucho en todos los ámbitos de tu vida, desde la religión hasta la ciencia misma, que suena a ficción. Sin embargo, no tienes que creer todo lo que te he dicho sólo por fe. Hace falta experiencia para que cambies tus creencias y deposites tu fe en ellas con seguridad. El primer paso que te llevará a otra clase de experiencia es tu voluntad de aceptar que estás aquí para aprender, y que tu cuerpo puede proporcionarte los medios para ello.

      19.6 La gracia que te salva es que incluso un yo separado anhela la unión y el conocimiento de su Creador. Por ello, junto con este anhelo se dispuso un medio para satisfacerlo, y en su satisfacción se encuentra el fin de la separación.

      19.7 Yo fui parte de ese medio, aunque sólo parte. La satisfacción se puede encontrar en todos y cada uno de tus hermanos y hermanas, pues en cada uno está al alcance el Cristo, para ser visto y experimentado, como en mí. En tus relaciones santas es donde se puede encontrar y experimentar la unión, y son ellas las que alimentan tu deseo de unión con todos y con todo, así como tu deseo de conocer a tu Creador. Pero para que este anhelo sea satisfecho, ha de ser puro, libre de miedo y de juicio, y planteado desde la plenitud de corazón. No son los medios los que faltan, sino el desearlo desde la plenitud del corazón.

      19.8 Permíteme hablar brevemente del papel que yo desempeñé, para que así puedas comprender mejor el papel que te aguarda a ti. Vine para dar cumplimiento a las escrituras. Lo que esto significa en realidad es que a cierta comunidad se le había creado la expectativa de mi llegada. Me aguardaban con expectación, por lo que hallaron en mí lo que esperaban hallar. Lo que mis hermanos y hermanas vieron en mí me permitió ser quien era, aun estando en forma humana. En verdad te digo que si vieras a cualquiera de tus hermanos y hermanas hoy como me veían a mí quienes aguardaban mi nacimiento, ellos también recordarían quiénes son. Ésta es la función que te pido que aceptes para que puedas ofrecer a otros lo que se me ofreció a mí.

      19.9 Cada uno de tus hermanos y hermanas es tan santo y tan amado por Dios como yo. ¿Podrás atestiguar que ellos son los amados de Dios, como lo atestiguaron por mí aquéllos, hace tanto tiempo? Hasta ahora no lo has podido hacer, porque has deseado ser especial y que unos pocos más sean especiales, en vez de desear que todos seáis amados. Pero ahora, quizás, estés preparado.

      19.10 El yo separado no puede volver a conocer la unidad, excepto a través de la unión. Aquí, la unión se alcanza en la relación. Ver a tus hermanos y hermanas como aquellos de entonces me veían a mí es la manera de alcanzar la relación del más alto nivel y volver a conocer la comunión, el lenguaje del corazón. Ésta es la razón por la que se te ha pedido que experimentes el espíritu de tus hermanos y hermanas, en lugar de sólo relacionarte con sus cuerpos, como siempre lo has hecho. Quienes creían en mí no me veían como un cuerpo, si bien tenía un cuerpo para ayudarme a aprender, tal como lo tienes tú.

      19.11 Mi testimonio atestiguó tu llegada del mismo modo que las escrituras atestiguaron la mía. Aun cuando algunas de mis palabras fueran tergiversadas o mal interpretadas, puedes volver a leerlas y comprobarás que esto es así. No me proclamé por encima de los demás ni diferente del resto, sino que a cada uno de vosotros os llamé hermano y hermana, y os recordé el amor de nuestro Padre y nuestra unión con Él.

      19.12 Sin embargo, tu creencia en tus hermanos y hermanas no será total sin la reunión de mente y corazón que produce el estado de plenitud de corazón. Este estado no fue alcanzado de forma permanente por todos los que creían en mí, y de ti tampoco se espera la perfección. De hecho, tal como queda patente en los registros que se os dejaron, los apóstoles no alcanzaron ese estado durante mi vida, pues me veían como diferente y buscaban poder en mí. Fue sólo después de mi resurrección que el Espíritu Santo descendió sobre ellos y les reveló su propio poder al unir mente y corazón con creencia. Entonces se reunieron conmigo, al unirse con Cristo. Por lo tanto, debes aprender a verte como ves a tus hermanos y hermanas, y depositar tu creencia en la igualdad, y no en las diferencias.

      19.13 Para ello, queda todavía otro nivel para la unificación del pensamiento, y esto añade un motivo más para nuestra dependencia del corazón. El pensamiento, tal como tú lo conoces, constituye un aspecto de la dualidad. No puede ser de otro modo en tu estado separado. Tienes que pensar en términos de “yo” y “ellos”, “muerte y vida”, “bien y mal”. Esto es pensamiento. El pensamiento se produce en palabras, y las palabras separan. Es sólo al combinar mente y corazón, con el foco puesto en dejar que el corazón sirva de guía, que el amor puede combinarse con el pensamiento de una manera que permita trascender el pensamiento, tal como lo conoces. Dicha trascendencia es una función de la plenitud de corazón.

      19.14 Ésta, en esencia, es la razón por la que los más grandes pensadores no han sido capaces de descifrar el enigma, el misterio de lo divino, y por la que llegan a la conclusión de que Dios es incognoscible. Dios es cognoscible desde dentro del misterio de la propia no-dualidad. Sería imposible que fueras un ser que anhela el conocimiento de tu Creador sin que este conocimiento existiera. En la creación, todas las necesidades son satisfechas en el mismo instante de su aparición, motivo por el cual no hay necesidades. Si todo lo que necesitas se ha provisto, tener necesidades no tiene sentido.

      19.15 La filosofía aplica el pensamiento al misterio, y es por ello que se convierte en un enredo de palabras. Te es difícil aceptar que aquello que más necesitas conocer no se consigue utilizando los mismos métodos que has usado para conocer otras cosas. Y cada vez con mayor frecuencia estás dispuesto a cambiar experiencia por conocimiento de segunda mano, y a creer que puedes llegar a conocer a través de las experiencias de los demás. Sin embargo, en el caso de llegar a conocer lo que tienes ante ti ahora, es decir, llegar a conocer tu propio Ser, es obvio que la experiencia de otro no te traerá este conocimiento, ni siquiera la mía. Si esto fuera así, todos aquellos que hubieran leído sobre mi vida y mis palabras habrían aprendido lo que yo aprendí de mi experiencia. Aunque unos cuantos han aprendido mucho de otros, este tipo de aprendizaje no es sino un punto de partida, una puerta a la experiencia.

      19.16 Pensar sin pensamiento, o saber sin palabras, son ideas totalmente ajenas a ti, y la verdad es que, mientras permanezcas aquí, incluso aplicarás palabra y pensamiento a experiencias que están más allá de los pensamientos y de las palabras. Sin embargo, el amor a menudo te ha acercado a un estado en el que no hay pensamientos ni palabras, y podrá volver a hacerlo. En el proceso de unirte con tu propio Ser en unidad, todo aquello que has creado y has recibido en amor retorna a su morada en ti, y te deja en un estado de amor en el que lo que no tiene palabras ni forma está muy cerca.

      19.17 El único concepto que tienes de la unicidad la concibe como una sola forma, una sola entidad. O hay una silla o hay dos; o hay una mesa, o cuatro. Donde has hecho hincapié ha sido en la cantidad, y consideras que uno es menos que cualquier otro número. Pero por el otro lado, cuando existe sólo una de cualquier cosa, es muy apreciada. De este modo, Dios es “Dios” debido, al menos en parte, a lo que consideras como Su singularidad. Consideras primitivos a aquellos que rinden culto a muchos dioses, aunque quienes creen en un dios sinónimo de creación están más cerca de una verdadera imagen de Dios que quienes lo ven como una figura solitaria. No obstante, la unicidad y la unidad van juntas, al ser la unidad de la creación parte de la unicidad de Dios, y la unicidad de Dios parte de la unidad de la creación. Una mente entrenada por la separación no puede concebir esto, ya que todos los conceptos nacen de los pensamientos separados de la mente. Aun así,