Un curso de amor. Mari Perron. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mari Perron
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874935250
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varias piezas se puede conseguir un todo. Hablas del equilibrio, e intentas encontrar algo para una parte de ti en un lugar y algo para otra parte en otro lugar. Éste satisface tu necesidad de amistad y aquél la del estímulo intelectual. En una actividad expresas tu creatividad y en otra tu devoción a la oración. A semejanza de una cartera de inversión diversificada, crees que este reparto de distintos aspectos de ti protege tus activos. Temes “poner todos los huevos en una sola cesta”. Intentas conciliar las tareas que consideras ingratas con las actividades que consideras emocionantes. Al hacerlo, crees usar tu tiempo con inteligencia y te calificas como una “persona sensata”. Mientras no busques más que esto, no conseguirás más que esto.

      9.39 Buscar lo que has perdido en otras personas, lugares y cosas no es sino una señal de que no comprendes que lo que has perdido te sigue perteneciendo. Lo que has perdido está extraviado, pero no se ha ido. Lo que has perdido está oculto para tus ojos, pero no ha desaparecido ni ha dejado de existir. Lo que has perdido, en efecto, es valioso, y esto lo sabes. Pero no sabes qué es esta cosa valiosa. De una sola cosa estás seguro: cuando lo hayas encontrado sabrás que lo has hallado. Esto es lo que te traerá felicidad y paz, contento y la sensación de pertenecer. Esto es lo que te hará sentir que tu tiempo aquí no ha sido en vano. Sabes que, con independencia de cualquier otro objetivo que tu vida parezca tener, si en tu lecho de muerte no has encontrado lo que has buscado, no te marcharás en paz profunda, sino en oscura desesperación y temor. No tendrás ninguna confianza en lo que te espera más allá de la vida, pues no habrás encontrado ninguna esperanza en ella.

      9.40 Tu búsqueda de lo que falta se convierte entonces en una carrera contra la muerte. Lo buscas aquí, lo buscas allá, vas corriendo de una cosa a la siguiente. Cada persona corre esta carrera en solitario, con la única esperanza de alzarse con la victoria. No te das cuenta de que si te pararas y tomaras la mano de tu hermano, la pista se convertiría en un valle lleno de lirios, y te encontrarías al otro lado de la línea de la meta, donde por fin podrías descansar.

      9.41 La exhortación a descansar en paz es para los vivos, no para los muertos. Pero mientras corras la carrera no lo vas a saber. La competición que lleva al triunfo individual se ha convertido en el ídolo que glorificas, y no necesitas buscar muy lejos para encontrar la prueba de que es así. Esta idolatría te dice que la gloria es para unos pocos, así que ocupas tu posición en la salida e intentas conseguirla. Sigues corriendo la carrera mientras puedes y, ganes o pierdas, tu participación no ha sido sino la ofrenda obligatoria al ídolo que has levantado. Y en algún momento, cuando ya no puedes correr más, te inclinas ante quienes han conseguido la gloria; se convierten en tus ídolos y tú te conviertes en su sujeto, y contemplas lo que hacen con envidia y reverencia. Ante estos ídolos haces tus sacrificios y les rindes homenaje. Les dices: “Quisiera ser como vosotros”. Buscas sentirte realizado a través de ellos, al haber abandonado toda esperanza de la auténtica realización. Aquí te entretienes, te escandalizas, te emocionas, o sientes repulsión. Aquí miras cómo los gladiadores se matan para tu diversión. Aquí se muestra tu noción de uso en todo su detalle más espantoso.

      9.42 ¿Qué es esto sino una demostración, en una escala más grande, de lo que vives cada día? Esto es todo lo que te demuestra cualquier cosa de mayores dimensiones. Toda sociedad, grupo, equipo u organización no es sino la representación colectiva de un deseo individual. Los esclavos y los amos se usan unos a otros y las mismas leyes los obligan a ambos. ¿Quién es el amo y quién el esclavo, en este cuerpo al que llamas “tu hogar”? ¿Qué libertad tendrías sin las exigencias que tu cuerpo te impone? Se puede plantear la misma pregunta ante este mundo que consideras el hogar del cuerpo. ¿Quién es el amo y quién el esclavo, cuando ambos están sometidos? La gloria que confieres a los ídolos también es sometimiento. Sin tu idolatría, su gloria ya no existiría, por lo que ellos también viven con temor, no menor que el de quienes los idolatran.

      9.43 El uso, cualquiera sea su forma, lleva al sometimiento, por lo que percibir un mundo sustentado en el uso es percibir un mundo donde la libertad es imposible. El uso para el cual crees que necesitas a tu hermana se basa, entonces, en esta premisa demente de que la libertad se puede comprar y de que el amo es más libre que el esclavo. Aunque se trata de una ilusión, es la que se busca. El precio de compra es la utilidad. Así que cada unión se concibe como un trueque en el que tú intercambias tu utilidad por la de otro. Al empresario le sirven tus aptitudes, y a ti te sirven el sueldo y las prestaciones que recibes del empresario. Un cónyuge sirve de muchas maneras que complementan tus propias áreas de utilidad. Un comercio te abastece de artículos para los que tienes un uso, y a cambio tú aportas un capital que el comerciante usará. Si la naturaleza te ha dado belleza, o talento atlético o artístico que se puedan utilizar, te consideras muy afortunado. Un rostro bonito y un cuerpo en forma ofrecen grandes posibilidades comerciales. No es ningún secreto que vives en un mundo de oferta y demanda. Así se ha ido tejiendo esta compleja red de uso y abuso, partiendo del concepto sencillo de que las personas necesitan relacionarse para sobrevivir.

      9.44 El abuso no es sino el uso indebido, en unas proporciones que hace evidente la locura del uso, tanto para el que usa como para el que es usado, por lo que le corresponde al abuso ocupar un lugar en nuestro diálogo. Observa los patrones de abuso en todo, desde las drogas y el alcohol hasta el maltrato físico o psicológico. Éstos, al igual que los ejemplos mayores de lo que en tu vida cotidiana ha salido mal, no son sino muestras de deseos internos llevados a un extremo mayor, sólo que en vez de reflejarse en la colectividad se reflejan a nivel individual. La persona que tiene problemas de abuso prestaría un servicio al mundo si la gente que en él habita comprendiera qué es lo que ese abuso refleja. Como todo extremo, simplemente señala aquello que, en casos menos extremos, sigue siendo cierto: todo uso es indebido.

      9.45 Es el propósito que tiene, lo que hace que el uso sea indebido. El Espíritu Santo te puede guiar para que uses las cosas que has hecho en formas que beneficien al conjunto, y así es como se distingue entre el uso correcto y el indebido, o entre el uso y el abuso. Lo que tú quieres es usar en beneficio del yo separado. Al magnificarse, la fuerza destructiva de dicho abuso se hace evidente. Nuevamente, pretendes situar la culpabilidad fuera de ti y calificas de fuerzas destructivas a las drogas, el alcohol, el tabaco, el juego, e incluso la comida. Al igual que el automóvil al que atribuyes la culpa de un accidente, aquí se confunden usuario y usado. Toda esta confusión tiene su origen en la confusión inicial sobre el uso que crees que tu cuerpo pretende hacer de ti, que a su vez se deriva de haberte desplazado a ti mismo y haber abdicado tu poder en las cosas que has construido.

      9.46 Voy a repetir que se trata de un intento equivocado de seguir el camino de la creación. Dios otorgó pleno poder a sus creaciones, y tú deseas hacer lo mismo. Tu intención no es mala, pero está dirigida por la culpabilidad y el falso recuerdo del yo separado. Por mucho que hayas deseado el anonimato y la autonomía respecto de Dios, lo sigues culpando de crear una situación en la que crees que se te ha permitido hacerte daño. “¿Cómo puede Dios permitir todo este sufrimiento? —preguntas— ¿Por qué te tienta con fuerzas tan destructivas, fuerzas que están fuera de tu control? ¿Por qué Dios no creó un mundo benigno e incapaz de hacerte daño?”.

      9.47 Así, efectivamente, es el mundo que Dios creó: un mundo tan bello y pacífico que cuando vuelvas a verlo llorarás de alegría y en un instante olvidarás tu tristeza. No habrá un largo rememorar de remordimientos, ningún malestar por todos los años durante los que no lo veías. Habrá tan sólo un alegre “¡Ah!” en el momento en que recuperes aquello que durante tan largo tiempo habías olvidado. Sonreirás ante el recuerdo de los juegos infantiles a los que jugabas, y tu pesar no será mayor que el que sentirías por tu infancia. Tu inocencia destacará aquí con claridad, y nunca más dudarás de que el mundo que Dios creó te pertenece, así como tú a él.

      9.48 Todos tus inmensos desvaríos serán vistos como lo que son. Se revelará que todo lo que deseabas consistía tan sólo en dos deseos: el deseo de amar y el deseo de ser amado. ¿Por qué esperar para comprobar que estos deseos son lo único que te llaman al extraño comportamiento que muestras? Quienes sucumben al abuso sólo están pidiendo más alto el mismo amor que todos buscan. No hay que juzgarlos, porque aquí todos sois abusadores, comenzando por el abuso que hacéis de vosotros mismos.

      9.49 Los intentos por modificar el comportamiento