Colombia y la Medicina Veterinaria contada por sus protagonistas. Luis Carlos Villamil Jiménez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Carlos Villamil Jiménez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789585400740
Скачать книгу
servicios de investigación, experimentación, demostración, enseñanza, estadística y divulgación agrícola y pecuaria estaban coordinados mediante un plan conjunto. Se afirmaba así la idea de investigación y educación para el sector agropecuario.

      Desde 1945 la SAC presionó la creación de las facultades de Ciencias Agronómicas; la extensión agrícola fue exitosa, las granjas experimentales cafeteras y el Centro Nacional de Investigaciones del Café en Chinchiná constituyen un testimonio de estas actividades pioneras en América Latina. Los departamentos cafeteros contaron con diversidades regionales donde se formaron agrónomos, veterinarios y zootecnistas. En el Valle del Cauca, por su parte, mediante el Decreto 262 (Gobernación del departamento de Valle del Cauca, 1934), se creó la Escuela Superior de Agricultura Tropical, a la que se anexó la granja de Palmira.

      La cooperación internacional para la investigación y la consolidación de las instituciones

      A partir de 1943 (Trigo y Pineiro, 1981), el Gobierno de Estados Unidos se vinculó con la organización de la investigación para el sector; la Fundación Rockefeller expresó su interés por establecer una Misión Técnica mediante una unidad agrícola con sede en Medellín. Su unidad operativa se denominó Oficina de Investigaciones Especiales (OIE) y su sede inicial fue la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia.

      Durante 1950 se crearon el Ministerio de Agricultura y el Departamento de Investigaciones Agropecuarias (DIA). Aparecieron asimismo los Centros Nacionales de Investigación. El convenio con la Fundación Rockefeller terminó en 1956: todos los elementos e infraestructura pasaron al DIA; la OIE permaneció vigente, y los expertos y especialistas extranjeros permanecieron hasta 1969. En 1959 Ulises J. Grant se encargó de la dirección de Ciencias Agrícolas de la Fundación Rockefeller en Colombia y fue jefe de la OIE, en reemplazo de Lewis Robert.

      Los terrenos para el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias Tibaitatá, en Mosquera, se adquirieron en 1951. Dicho centro inició actividades en 1952, en investigación agropecuaria representativa de la agricultura y la ganadería de clima frío y en el mejoramiento y el fomento pecuario.

      Mediante cooperación con el Gobierno italiano, en 1954, se fundó el Instituto Zooprofiláctico Colombiano; allí se dio inicio al servicio de diagnóstico en salud animal, a la investigación en virología veterinaria y a la producción de biológicos, en especial contra el virus de la fiebre aftosa.

      Los buenos resultados del DIA, que durante 1960 fue promovido a División del Ministerio de Agricultura, llevaron al Gobierno nacional, mediante los ministerios de Agricultura y Educación, la Universidad Nacional de Colombia, y con el apoyo de las fundaciones Rockefeller, Ford, Kellogg, la Universidad de Nebraska y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, a promover la creación de una entidad descentralizada de carácter nacional que se encargara de la investigación, la educación y la extensión para el sector agropecuario. Mediante el Decreto 1562 (Presidencia de la República, 1962) se creó la Corporación Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), el cual asumió las responsabilidades del DIA en investigación agropecuaria y formación del personal profesional en cooperación con la Universidad Nacional, así como el fomento, la divulgación y la extensión (Trigo y Pineiro, 1981).

      En 1963 el ICA inició labores y recibió los Centros Experimentales, las instalaciones y el personal adscrito al DIA; por medio del Decreto 3116 (Presidencia de la República, 1963) se convirtió en el instituto rector de la investigación agropecuaria, adscrito al Ministerio de Agricultura. El DIA contaba con 22 programas de investigación y tenía 1523 funcionarios.

      Para 1968, por medio de los decretos 2420 y 3120, se reestructuró el sector agropecuario: al ICA se le adscribieron las funciones de control y supervisión de insumos, fomento y certificación de semillas, asistencia técnica, extensión y desarrollo rural. Se adscribieron al instituto los funcionarios y dotación del Instituto Zooprofiláctico Colombiano, el Instituto de Fomento Algodonero y el Instituto Tabacalero.

      Los anteriores desarrollos hicieron posible el establecimiento en Palmira del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), como parte de una red mundial de centros de investigación en diferentes países del mundo como México, Perú, India, Nigeria, Kenya y Filipinas. El gerente del ICA y el rector de la Universidad Nacional de Colombia hacían parte de la junta directiva.

      En 1967 se realizó en Fusagasugá el Primer Seminario sobre Ciencia Tecnología y Desarrollo, que recomendó la creación de un fondo especial para apoyar financieramente la investigación científica. Mediante el Decreto 2869 (Presidencia de la República, 1968) se creó el Fondo Colombiano de Investigaciones Científicas Francisco José de Caldas (Colciencias) (Becerra y Restrepo, 1993).

      Las necesidades de los gremios, en cuanto a investigación y extensión, generaron el nacimiento de instituciones privadas que asumieran dichas funciones. La Federación Nacional de Cafeteros se creó después del segundo congreso nacional del gremio en 1926, y en 1938 se establecieron en Chinchiná, Caldas, los primeros programas de investigación. Ni el DIA ni el ICA realizaban labores en este cultivo. Para 1947 se creó la Federación Colombiana de Cultivadores de Arroz Fedearroz, y la Federación de Algodoneros se creó en 1965, la cual se adscribió al ICA en 1968.

      En el 2004 se creó el Centro de Innovación de la Floricultura Colombiana (Ceniflores); existen también el de Investigaciones en Caña de azúcar (Cenicaña, creado en 1977); palma de aceite (Cenipalma, creado en 1991); Camarón (Ceniacua, creado en 1993); papa (Cevipapa, creado en 1995) y banano (Cenibanano, creado en 1999). Este sector se caracteriza por sus resultados en producción y poscosecha; la preparación de sus investigadores; las prioridades de investigación y su pertinencia, y su capacidad para atraer recursos (Duarte y Velho, 2010).

      En 1993 se tomó la decisión de dividir las funciones del ICA en dos institutos: uno que seguiría siendo el ICA, para ocuparse de la responsabilidad en las áreas de sanidad, protección, regulación vegetal y animal, y supervisión y coordinación de la investigación pública; y otro nuevo denominado Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica), el cual asumió las actividades de investigación y transferencia de tecnología.

      Este proceso de transformación tiene similitudes y diferencias marcadas con situaciones experimentadas por otras instituciones públicas de investigación agropecuaria en Suramérica, como la Empresa Brasilera de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Argentina, los cuales también sufrieron transformaciones, pero mantuvieron su orientación estratégica sin necesidad de la creación de una segunda institución (Duarte y Velho, 2010).

      La institucionalidad del sector es dinámica y compleja; tal y como sucedió en otros países latinoamericanos, los servicios veterinarios en Colombia tomaron impulso y mayor desarrollo institucional desde la década del sesenta y reposaban casi en su totalidad en el sector público.

      Los procesos de reestructuración han sido frecuentes, tal vez constantes y con mayor fuerza en tres ámbitos cubiertos por el Estado: el financiamiento, la investigación y la transferencia tecnológica. Como resultado de lo anterior, la reducción de la participación del Estado en el suministro de servicios veterinarios es notable, al punto que más del 80 % de los profesionales del área veterinaria ejercen práctica privada.

      En cuanto al financiamiento, la investigación y la transferencia de tecnología, se ha incrementado la participación del sector privado, ejecutándose de manera mixta, lo que limita la acción del Estado a la vigilancia, el control y la ejecución de actividades públicas o de carácter privado cuando estas se circunscriban a pequeños productores (Villamil y Romero, 2003).

      La veterinaria del siglo XXI debe reaccionar ante las anteriores situaciones mediante una eficiente organización gremial, perfeccionar su formación volviendo su mirada a la universidad que adelantará con precisión las respectivas reformas curriculares de los planes de estudio de pre y posgrado, para perfeccionar la formación profesional, adaptar y transferir las nuevas tecnologías y satisfacer en mayor medida las exigencias actuales de la sociedad y las dinámicas del sector agropecuario.

      * Este capítulo se estructuró