Colombia y la Medicina Veterinaria contada por sus protagonistas. Luis Carlos Villamil Jiménez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Carlos Villamil Jiménez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789585400740
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y escritos: “nada se prosigue con constancia y muy poco llega a su término natural; proponía “cultivar el instinto mecánico de nuestro pueblo con premios en efectivo a quien lograra inventar máquinas para industrializar el agro” (p. 209).

      El 15 de julio de 1910 se iniciaron los festejos del primer centenario de la Independencia con la Exposición Agroindustrial. La preponderancia de lo extranjero caracterizaba la estructura física de los escenarios: el quiosco de la música; el quiosco japonés; los pabellones transitorios (pesebreras y carrusel de vapor); el pabellón central (exhibición de tejidos, productos farmacéuticos, cigarrillos, jabones y velas; talabartería tapicería y carpintería); el pabellón de las bellas artes; el pabellón egipcio (exhibición de trabajos manuales de las damas), y el quiosco de la luz (novedosa construcción en cemento con la nueva iluminación eléctrica), eran muestras inequívocas de los avances del momento (Castro Gómez, 2008; Martínez, 2000).

      Se valoraba la importancia de la ciencia para el progreso material de la nación; en la muestra se incluyó la exhibición científica del Museo de Ciencias Naturales de La Salle, bajo la dirección del Hno. Apolinar María, quien presentó muestras geológicas, del territorio, minerales y piedras preciosas. Se señalaba asimismo la importancia de la riqueza biológica de la nación; en este sentido, el Museo de La Salle interpelaba al visitante mostrándole la diversidad y su responsabilidad frente a la misma (Becerra y Restrepo, 1993).

      Se presentaron también trabajos científicos importantes, enfocados en la higiene pública, entre ellos Consideraciones sobre política sanitaria, del profesor Ismael Gómez Herrán, veterinario graduado en la escuela de Vericel en 1885 (Castro Gómez, 2008).

      Pero, una vez desaparecido el cometa Halley y finalizados los festejos, las cosas parecieron volver al lugar de siempre; el pasado quedaba en el recuerdo y la nueva era no daba señales de su existencia. Los pabellones construidos cayeron en el olvido una vez desmontados; algunas de las estatuas siguen en pie, como representación petrificada de la nacionalidad (Castro Gómez, 2008).

      Los primeros cien años se celebraron de esa manera: se pensó en el agro y lo agroindustrial como temas centrales (aspectos que se subvaloraron durante el siglo XIX), como imagen momentánea que pudiera representar la nación colombiana, fruto de su devenir por la conquista, la Colonia y la vida independiente. Algunos hechos, tendencias y personajes conformaron escenarios, hitos y realizaciones que contribuyeron a la conformación de oficios, a la posterior aparición de las escuelas vocacionales y también al reinicio de los estudios profesionales en la escuela veterinaria.

      La Sociedad de Ciencias Naturales

      Posteriormente se presentó un tiempo de cambio acelerado en un país de 5.000.000 de habitantes al comienzo del siglo XX, a más de 40.000.000 hoy. Se esperaba una política de educación que la hiciera útil y aplicable a la vida nacional, incentivando la agricultura científica buscando la diferencia regional, que debía permitir a cada departamento educar a sus habitantes de acuerdo con sus necesidades locales; no obstante, los problemas inherentes al gobierno y la cultura aristocrática imperante, que consideraba indignos los oficios agropecuarios, se señalaban como obstáculos para el desarrollo de esas iniciativas (Kalmanovitz y López, 2006).

      Los esfuerzos del estamento académico para tratar de recuperar el impulso perdido en la investigación hacia finales del siglo XIX y tratar de consolidar las ciencias agropecuarias fueron evidentes. Obregón (1992) indica al respecto que a inicios del siglo XX apareció la Sociedad de Ciencias Naturales (1912), organización disciplinar no gremial fundada por los Hermanos de La Salle, liderados por el Hno. Apolinar María, quien había llegado a Colombia en 1904 y mostró cualidades de liderazgo y convocatoria para reunir a los naturalistas que vivían en Colombia, con el objetivo de trabajar con entusiasmo y coordinación, vinculando a las nuevas generaciones con las ciencias naturales desde la Sociedad de Ciencias Naturales. Los 140 socios que tenía en 1914 eran estudiantes del Instituto de La Salle y médicos de la Academia Nacional de Medicina, ingenieros de la Sociedad de Ingenieros y clérigos naturalistas.

      El objetivo de la Sociedad era fomentar el estudio y la riqueza natural del suelo patrio, en especial de los minerales, fósiles, plantas e insectos, y aplicar dicho estudio a la agricultura, la industria y la medicina. Su órgano de difusión fue el Boletín de la Sociedad de Ciencias Naturales del Instituto La Salle (números 1-51); luego el Boletín de la Sociedad Colombiana de Ciencias Naturales (números 52-99), y posteriormente la Revista de la Sociedad Colombiana de Ciencias Naturales (números 100-110).

      La revista se publicó durante más de dos décadas, con contenidos de alto valor científico, no solo por sostenerse gracias a las contribuciones del Gobierno y con el respaldo personal de José Vicente Concha y Miguel Abadía Méndez; lo difícil era sostener la regularidad de los escritos sobre la base de las investigaciones llevadas a cabo por los miembros de la Sociedad. Los escritos se orientaban a acrecentar el inventario de los recursos naturales del país, acorde con la tendencia del momento: una economía de extracción. Su estabilidad se debió a la vinculación con una institución estable y a la calidad de sus directores: Hnos. Apolinar María (1904-1949), Nicéforo María (1950-1980) y Daniel (1080-1988). El lema de la revista manifestaba su espíritu: “Magna et mirabilia sunt opera tua, Domine Deus Omnipotens” (Grande y admirable es tu obra Señor Dios Omnipotente). La Sociedad desarrolló más de cuatrocientas sesiones, hasta que se suprimió para continuar como Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (Obregón, 1992).

      Los Hermanos establecieron una red de colegios en Colombia, y en colaboración con los miembros de la Sociedad organizaron un grupo de recolectores de especímenes animales, vegetales y minerales para surtir el Museo de Historia Natural del Instituto La Salle. Para 1919 en el museo se habían clasificado 73.000 muestras de flora y fauna, minerales y fósiles. En la opinión de Becerra y Restrepo (1993), “por primera vez era posible realizar una colección que superaba el plano individual y privado, un logro colectivo y vigente de los Hermanos de La Salle” (p. 37).

      La educación y la investigación agrícola se institucionalizan

      En 1914, el Ministerio de Agricultura y Comercio era el responsable de la investigación agropecuaria que se realizaba en las escuelas y granjas experimentales. En 1915 se transformó el Instituto Nacional de Agricultura y Veterinaria en Instituto Nacional de Agronomía; se creó el Ministerio de Agricultura y Comercio que, al poco tiempo, se convirtió en el Ministerio de Industrias, con lo cual se perdió lo logrado para el sector agropecuario. López (citado en Kalmanovitz y López, 2006) anotaba que la sola enseñanza no podía transformar la agricultura; para ello se debía generar una demanda para la agricultura científica mediante la promoción de importantes empresas agrícolas. Se conformaron entonces las primeras Estaciones Experimentales Agrícolas.

      El sector agropecuario, con el auge cafetero, inició el desarrollo de una industria nacional y el montaje de los servicios públicos (la electricidad, el agua, la radiodifusión, el teléfono y la urbanización), con más del 70 % de presencia en las grandes ciudades. El auge del ferrocarril y la mayor demanda de alimentos incentivaron a su vez la investigación y el desarrollo agropecuario. La ganadería era una actividad muy difundida en el territorio nacional; Colombia ocupaba el cuarto lugar de América Latina en la producción de ganado vacuno (Kalmanovitz y López, 2006).

      La Ley de Fomento de la Agricultura (Congreso de Colombia, 1926) asignó un papel importante a la educación agropecuaria; con la creación del Consejo Nacional de Agricultura en 1931 se fortalecieron la investigación y la educación (granjas experimentales y granjas infantiles).

      De acuerdo con Trigo y Pineiro (1981), durante 1928 el Ministerio de Agricultura e Industria se transformó en el Ministerio de Economía Nacional, con dos departamentos de orden nacional: el de agricultura y el de ganadería. A dichas secciones se adscribieron la Dirección de Investigación Agropecuaria y la Administración de Estaciones Experimentales.

      El Gobierno contrató una misión canadiense con especialistas en botánica, economía y producción animal. Se crearon dos estaciones agrícolas experimentales: una en Palmira, donde se realizaría la investigación en caña de azúcar, arroz, fríjol, pastos y forrajes para la alimentación animal; otra en Bogotá (La Picota), para cultivos y ganadería del clima frío.