Tere: ¡Tengo frío, tengo miedo! ¡Me contraigo, me duele el vientre! ¡Necesito que me abracen! ¡Ay!
T: ¿Y cuáles son tus reacciones mentales en esos momentos?
Tere: Tengo mucha desolación, mucha aridez.
T: Y todo esto, ¿qué te hace hacer ahora en tu vida como Teresa?
Tere: Me cierro mucho, no quiero nada, no quiero nada —llorando—. ¡No quiero nada! ¡Todo me da igual! —sigue llorando—. ¡Ay! Me duele todo, el estómago, la espalda. ¡Nadie viene por mí!
T: Y todo esto, ¿cómo está afectando tu vida actual?
Tere: Yo estoy cerrada, tengo miedo. ¡Mucho miedo! No me sirve que me den la libreta. No me sirve. No me importa. ¡Yo quiero calor humano! Siento mucha aridez, ¡me siento muy sola!
T: Y ahora fijáte, ¿qué venías a aprender? ¿Para qué te iba a servir pasar por esta experiencia tan dolorosa? ¿Para qué necesitabas atravesar por esta experiencia tan dura?
Tere: A dar; no sólo a pedir. A darle una sonrisa a mi mamá. A hacer algo como mi mamá quería, como mi mamá me pedía. A cuidar, no sólo a pedir que me cuiden.
T: Muy bien. Ahora quiero que tomés conciencia de que ya no estás más allí... y quiero que recuerdes que vos te querés a vos misma...
Tere: Sí.
T: ... Que te iluminaste cuando te empezaron a crecer los bracitos y que decidiste quererte. Ahora vas a buscar la luz, un color, una vibración. El color que necesites...
Tere: Rosa, siempre es rosa.
T: Muy bien. Entonces, podrías sentir o imaginar como si un rayo de luz de color rosa llegara...
Tere: ¿A ese bebé o a mí?
T: A ese bebé, a esa situación y a vos también. Vas a envolver con el color rosa a ese bebé, en ese nacimiento, para transmutar todas esas energías...
Tere: Y a mi mamá también, yo la quiero a mi mamá.
T: Eso es. Vas a envolver toda esa escena con el color rosa, como a vos te hubiera gustado que fuese. Ahora vas a envolver a ese bebé en tu interior en el color rosa, abrazándolo y protegiéndolo. Ahora estás en condiciones de cuidar a ese bebé, de amarlo y abrazarlo, dándole todo el cariño que necesita, y de ayudarlo a crecer sano, seguro y confiante. Y envuelta en la energía del color rosa, lentamente, muy lentamente, cuando vos lo decidas, abrirás tus ojos y eso hará que regreses aquí, a este día martes, siete de mayo de 1996.
Esto es tan sólo el preámbulo de la vida fetal pero aquí ya están presentes todas las sensaciones del feto y sus reacciones emocionales ante las contingencias que le desagradan. En su libro Gravidez, un momento fundamental, el Dr. Luiz Menezes comenta que de repente, el período intrauterino, considerado tradicionalmente como un mar de rosas, se transforma en el infierno del Dante en la experiencia con la regresión. Creo que ésta es una descripción acertada de lo que puede llegar a ser la vida fetal para algunas personas. Algo así es lo que vivenció Teresa dentro del vientre materno. Allí están la rebeldía, la indefensión, el miedo, la soledad y también la percepción clara de lo que le sucedía a su madre. En la tormenta emocional en la que se encontraba, Teresa hasta cree que su madre la puede vomitar.
Algo sorprendente que ocurre y que ya he comprobado muchas veces a través de las experiencias de los pacientes es la intencionalidad del alma-feto para no nacer, para complicar el embarazo y el nacimiento. Como si fuese un suicidio fetal. La carga previa de Teresa todavía es tan fuerte que a pesar de haber aceptado venir se rebela y muere en el primer intento. La mamá de Teresa tuvo un bebé varón que murió al nacer, dos años antes de que ella naciera. Teresa nunca supo qué fue lo que sucedió con ese bebé. Nunca se supo si nació muerto o si murió al nacer pero desde hacía un tiempo Teresa sospechaba que ese bebé podía haber sido ella misma. Esto es muy importante de tener en cuenta. Siempre que en una familia haya un bebé muerto o un aborto previo a otros nacimientos es posible que alguno de los hijos que le siguen sea esa misma alma que vuelve para una nueva oportunidad. En esta experiencia Teresa se ve allí y siente que está allí. Ese hermano que murió al nacer, en realidad, fue su primer intento para volver a limpiar su pasado, pero su rebeldía y su despecho porque su mamá no la quería eran tan profundos que decidió no nacer. Esto no hizo más que intensificar su culpa y su vergüenza. Ya de por sí su carga del pasado era pesada y ahora le agregó otra piedra más. Así es como uno mismo, sin darse cuenta, se va complicando el camino simplemente por orgullo, por no aceptar, por no dar el brazo a torcer.
Como consecuencia de esta culpa Teresa toma una decisión terrible: “Volver otra vez en la condición que sea”. Esto es lo que les anticipaba al principio. Existe la programación materna y están los mandatos familiares; de esto no hay duda. Pero además el alma, en el estadio fetal, toma decisiones que por sí mismas son más que suficientes para complicarle la vida a una persona. Una decisión así hace que en los momentos de desesperación, de soledad o de culpa una persona sea completamente vulnerable y acepte cualquier condición que se le ofrezca con tal de calmar esas sensaciones que la agobian.
Tomen nota de todas las reacciones emocionales de Teresa dentro del vientre de su mamá y de qué manera esas reacciones se reproducen en su vida presente. Esta es una constante en todas las experiencias. El comportamiento fetal se debe a la personalidad que ese feto trae por su alma, y todas estas reacciones no hacen más que reafirmar y reforzar ese comportamiento que más tarde se pondrá de manifiesto en la vida adulta.
Otro hecho importante en la experiencia de Teresa es la desconexión. Pero es ella misma quien se desconecta de su mamá. La separación entre ellas tiene lugar en la vida intrauterina y ya no tendrá arreglo. Madre e hija llegan desconectadas al momento del nacimiento y así seguirán por años hasta que hagan algo para reconectarse.
Finalmente llegó el momento del nacimiento y toda la soberbia de Teresa se fue a pique. Ahora necesitaba de su mamá y del mundo exterior para poder sobrevivir. Ante la aridez y la soledad que la rodeaban su pauta de sobrevivencia fue cerrarse y contraerse, pero esa misma actitud le trae problemas en su vida de relación. Observen también que al nacer se reactiva la misma sensación de la muerte anterior. Esta es otra constante que van a comprobar en muchas de las experiencias de los pacientes.
Les cuento que la vida de Teresa dio un vuelco total después de su trabajo de limpieza del alma y se ha vuelto a conectar con su mamá.
Un comentario técnico: siempre termino las regresiones con una armonización pidiéndole al paciente que se envuelva en un color de su elección. En la transcripción de varias de las experiencias en este libro la he suprimido simplemente para abreviar el texto, pero todas las sesiones terminan así.
* Nótese, en todos los relatos, el uso abusivo de “como” y “como que”, que indica la dificultad de los pacientes para describir las vivencias insólitas de las regresiones, en la TVP, y su necesidad de recurrir a la comparación con la realidad conocida, para poder transmitirlas.
** No hay salto. (Teresa responde en el párrafo siguiente, aunque de manera indirecta.) A veces los pacientes contestan con otra cosa; esto evidencia que no están sugestionados ni se preocupan por complacer al terapeuta.
Capítulo III
Los preparativos para venir
Antes de llegar a la concepción todavía pasan muchas cosas. Primero el alma ha tenido que desprenderse del cuerpo de su existencia anterior. Luego ha tenido que hacer su evaluación de la experiencia que acaba de finalizar y más tarde ha tenido un encuentro