La vida antes de nacer. José Luis Cabouli. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Luis Cabouli
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789507546679
Скачать книгу
acordaba de este hombre que me pegaba y yo me veía en la cama tendida y decía: “¡Que este hombre se muera!” ¡Una cosa muy oscura! ¡Esa imagen me volvía por años! ¡Yo lo maté! ¡Lo maté! ¡Ay! ¡No lo puedo creer! ¡Y tengo esa energía pegada a mí! ¡No puede ser! ¿Cómo yo hice eso? ¡No puede ser! ¡No puede ser! Te juro que veo la cama y todo. ¡Ay! Esto no me deja en paz.

       T: Eso es, dejá salir todo eso. Dejá salir todo eso para terminar con esto para siempre. Es muy importante que puedas hacerte cargo de lo que hiciste en ese momento. Yo no voy a censurarle ni a criticarte. Lo importante es que puedas aceptar lo que vos hiciste...

      Tere: Esperá, esperá. ¡Ah! Está la pulseada. ¡Ah! Me cuesta aceptarlo. Somos tres... yo te voy a contar lo que está pasando. Hay una energía muy grande, muy blanca, en la cual estamos envueltos, y estoy yo y está mi ángel de la luz que yo conozco y está conmigo y vos ahora estás hablando por él. Estás hablando por él y lo que me acabás de decir es lo mismo que él me dijo en ese espacio, en ese momento.

       T: ¿Qué fue lo que yo te dije?

      Tere: Que yo me tengo que hacer cargo. Exactamente eso. Está la pulseada. Me dijo eso, que yo me hiciera cargo.

       T: Eso es...

      Tere: Esperá que estoy en el momento. El problema es que yo no quiero reconocer esto. ¡Esperá que lo reconozca! Esperá que lo pueda decir con palabras porque sé muy bien lo que hay. Es muy doloroso pero yo sé que tengo que hacerlo. ¡Ay! ¡Cómo me jode decírtelo ahora!

       T: Tomáte tu tiempo.

      Tere: ¡No! ¡No hay tiempo! ¡Esta es la cosa! No hay tiempo porque si hay tiempo se hace lo que yo quiero y sé que esto no es bueno para mí. Esta es la pulseada. Y yo sé lo que me dice mi ángel. No me digas nada más. Mi ángel me dice que me va a dar todo para que yo pueda superar esto. Toda la vida me pregunté por qué el Universo me dio todo. Talento, gracia, buena estampa, lindos ojos, ¡todo a favor! Y yo me gasté la vida diciendo: “¡No quiero! ¡No quiero!”. Y mi ángel me dice: “Te lo voy a dar todo, todo, para que lo puedas superar”. Es una gracia de él. ¡Ah! Todos los elementos para que yo pueda superar acá todo esto... Está bien... acepto. Acepto reconocer que yo hice esto. Acepto reconocer que yo no soy una maravilla. Que yo no soy Dios, que yo tengo que evolucionar, que me falta para crecer.

       T: Eso es.

      Tere: La gracia que no me da es que yo nazca varón porque tendría mucho más poder siendo varón. Esto no me lo banco y yo viví toda la vida queriendo ser hombre. Esto no me lo da y esa era la condición que yo ponía. No, no.

       T: ¿Qué hubiera pasado si hubieras sido varón?

      Tere: Hubiera tenido mucho poder y hubiera alimentado mi orgullo porque en este planeta y en esta evolución histórica el hombre tiene mucho poder. Culturalmente yo me hubiera montado sobre esto. Me lo dice este ángel de la luz. Es el mismo de hoy. Es el mismo de siempre. El mismo que me decía: “No lo hagas”, mientras estaba matando a este hombre. En realidad no lo maté, lo dejé morir. Se está ahogando y yo no lo socorro. Está en la cama y se ahoga... ¡Ay! ¡Por Dios! ¡Estoy temblando!

       T: Eso es, andá a ese momento.

      Tere: Está en la cama, yo estoy acá, sentada. Una cama de hierro como las camas de hospital. Está mi ángel acá —señalando a su izquierda—. Es una luz que me dice: “No lo hagas. No lo hagas”. Me dice que no lo deje morir y yo no lo soportaba más. Es de noche y yo sabía que nadie se iba a enterar. Que iba a quedar como que se murió.

       T: Eso es, seguí.

      Tere: Soy responsable de esta muerte. No sé cómo, pero este hombre, mientras se está ahogando y su alma se está yendo del cuerpo, me posesiona. Es una cosa negra, negra, negra. ¡Ah! Te libero, te perdono, te perdono... pero él no me perdona.

       T: Eso es y ¿qué necesitarías en este momento para que él te perdonara?

      Tere: Ser más amoroso con él, tratarlo con afecto. No ser tan impía. ¡Me veo! ¡Me veo! ¡Me las vas a pagar! Soy muy impía. Yo sabía que esto iba a pasar. Era un karma. ¿Sabés que me parece que es mi marido? ¡Ah! ¡Me ahogo!

       T: ¿Qué está pasando?

      Tere: ¡Es esa energía! ¡No se quiere ir de mí! Me parece que ahora lo estoy hilvanando. Te voy a contar algo que yo sé. Yo era monje y tenía un hijo natural. Tenía fama de ser un varón santo pero tenía un hijo que yo jamás reconocí. Ese chico viene descalzo a verme al convento. Viene a pedirme que lo reconozca, que lo alimente. Pero yo no quiero. Lo echo. Tengo la sospecha de que es la misma persona. Yo siempre sospeché que ese chico era el marido con quien yo me casé en esta vida. Mientras estuve casada con él era tanta la aversión que tenía hacia este hombre como la fuerza que me empujaba a estar con él. Cuando yo tuve la imagen de esta criatura que yo eché tuve la sospecha de que era este hombre porque él me dio un hijo al que abandonó absolutamente. Siempre sospeché que esto era algo que yo tenía que pagar. Y en los momentos más dolorosos yo decía: “Espero que esto se anote en los libros sagrados a cuenta de lo que tengo que pagar”.

       T: Muy bien. Entonces, seguirás trabajando para terminar de limpiar esa cosa pegajosa, para terminar con la vida de ese monje y con la vida de esa mujer. Lentamente, sintiendo tu respiración, tomando coraje, pidiéndole a tu ángel la asistencia de siempre, irás retrocediendo, yendo al origen, a la raíz de este conflicto, de tu soberbia, de estos sentimientos, recapitulando el aprendizaje de las duras lecciones de tu evolución. No importa lo doloroso que sea...

      Tere: ¡Ay! ¡Es una cama igual que la de este hombre que hoy te contaba! Pero yo no estoy en la cama. Me fui a morir a otro lado. Me estoy yendo a algún lugar, barranca abajo. Me persigue una energía, una cosa de vergüenza, vergüenza y vergüenza. Y no me puedo esconder de esa vergüenza... ¡Ah! Me morí, me morí. Me fui a morir a otro lado. La vergüenza me llevó a morir a otro lado.

       T: Seguí.

      Tere: Hay como una energía muy negra que me lleva. Es como que no soy dueña de mí. ¡Mierda! ¡Me asusta! ¿Viste, como vender el alma al diablo y después el diablo te lleva? Bueno, es algo de eso...

       T: Eso es, seguí.

      Tere: Lo que tenía que hacer en esa vida y no hice era reconocer que ese hijo era mío y mantenerlo, alimentarlo, cuidarlo. Era lo que me correspondía. Esto era lo que debí haber hecho y no hice. Por el orgullo, por el amor propio, por la imagen. Pero no puedo darme cuenta de qué es lo que pasa ahí.

       T: No importa. Sentí esa energía que te lleva ahí. ¿Qué está pasando?

      Tere: Es difícil, busco una imagen de la vida real y no la puedo encontrar. Es la nada, pero esa nada es insoportable. No hay sufrimiento pero... ¡No hay luz! Es desesperante, es una nada desesperante y ¿qué hago ahí? ¡Nada! Es como un espacio de energía negra. Nada. Es como un vacío interior. Es la Nada. Y no soy la única que está ahí.

       T: Avanzá un poco y fijáte cómo salís de ese espacio.

      Tere: Yo no salgo, me sacan. Hay una luz que me saca y yo me dejo llevar. Es como que se me ofrece otra oportunidad. ¡No puede ser esto así! ¡Yo que me creí que era una diosa! Es como una luz que me atrae y yo puedo salir porque hay un imán desde afuera que me atrae. No hay un afuera ni un adentro. Hay como un imán que me atrae. Yo no sé qué ocurrió con la vida física que pasó, pero yo fui a parar a ese lugar por mis errores.

       T: Eso es.

      Tere: La vida física terminó a orillas de un río. Ahora voy rebobinando un poco. Había una montaña, una selva... la gente pudo haber pensado que me devoró una fiera... pero en realidad yo siento que me fui a ese espacio. No es un espacio, es un vacío negro. ¿Sabés que es lo mismo que yo tenía en mi alma? ¡Es lo mismo!

       T: Entonces, ¿estabas en un vacío