La vida antes de nacer. José Luis Cabouli. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Luis Cabouli
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789507546679
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entrar en el túnel de una mina y ahora tiene que entrar en el túnel del canal del parto, o lo torturaron en la Edad Media y ahora el médico tiene que usar fórceps. En cada una de estas situaciones, en el momento del nacimiento, el bebé experimentará por analogía la agonía de la muerte anterior desencadenando con ello todas las sensaciones y reacciones emocionales vivenciadas antiguamente que, al ser reactivadas, se instalarán en la vida presente originando desde conflictos emocionales hasta desórdenes orgánicos. Muchas de las pautas de comportamiento de sobrevivencia en la vida se originan en la forma como sobrevivimos en el momento del nacimiento. Por medio de la regresión muchas personas se dieron cuenta de que en instancias claves de su vida se comportaban de la misma manera como lo hicieron en su nacimiento. No es lo mismo nacer de nalgas que presentando la cabeza, saliendo activamente al mundo, y nacer fácilmente, en un pujo o dos, no es lo mismo que nacer a los tirones con fórceps. Más allá de las contingencias médicas hay una actitud definida en el nuevo ser en cada nacimiento.

      Con todo lo que hemos expuesto, aun así, una madre tiene el poder de liberar al bebé de los traumas de vidas precedentes. Una madre consciente puede sanar las heridas de vidas pasadas y neutralizar o minimizar la influencia de sus emociones durante la vida fetal. Un obstetra preparado y conocedor del drama del ser que está a punto de nacer podrá ayudarlo a que su nacimiento sea un renacimiento y no una lucha por sobrevivir. Para que esto sea así, para que despertemos a una nueva conciencia de la vida fetal, oigamos la voz de los protagonistas que tienen muchas cosas para decir y enseñarnos. Previamente recordemos los puntos principales de este nuevo saber:

      1 La conciencia del nuevo ser existe antes de su concepción.

      2 Este ser ya viene con su historia y tiene una personalidad bien definida.

      3 Trae consigo las impresiones emocionales de sus existencias previas.

      4 Estas impresiones son reactivadas por incidentes que ocurren en la vida fetal y en el momento del nacimiento.

      5 Ya feto, puede percibir los estados afectivos más sutiles y más complejos de la madre y reaccionar a ello.

      6 Las emociones de la madre se graban profundamente en su psiquismo y sus consecuencias se harán sentir más tarde en la vida.

      7 El recién nacido llega a nosotros con una historia que incluye vidas pasadas, experiencias en el útero y el trauma del nacimiento.

      Antes de entrar de lleno en la vida fetal veremos de qué manera llega el alma al momento de la concepción. Comenzaremos primero por conocer el peso de la carga del pasado.

      Capítulo II

       La carga del pasado

      Nadie llega impoluto y santo a esta vida a menos que se trate de un enviado del cielo. Quien más quien menos trae su historia y arrastra su carga del pasado y la vida en el cuerpo físico es una oportunidad para liberarnos de esa carga. Hasta que el alma no se libere de ese peso no puede evolucionar en paz. Cada uno trae su misión, su propósito y su trabajo particular. Gran parte de este trabajo consiste en blanquear nuestro prontuario cósmico vaciando la mochila del alma. Este es uno de los motivos por el cual estamos aquí y hasta que no limpiemos ese pasado no podremos cumplir con nuestras metas más trascendentes. Cada ser que llega a este mundo bajo la forma de un recién nacido trae consigo esta carga del pasado y, su historia, junto con sus miedos y sus anhelos, ya se pone de manifiesto antes de que se produzca su concepción física.

      Así como cada uno de nosotros trae su carga histórica, así Teresa traía la suya. A los cuarenta y tres años se encontraba en un momento crítico, difícil y doloroso de su vida. La sensación dominante era el dolor, un profundo dolor y un gran sentimiento de culpa. Teresa creía que no merecía vivir, que no merecía nada bueno en la vida. Separada después de un matrimonio desastroso, sin techo propio y con magros ingresos tenía que tomar una decisión trascendental. “Tengo que decidir si voy a vivir en este cuerpo y en este planeta”, decía Teresa. “Yo no quería venir.

      Comencé a sospechar esto al abrir tu libro Terapia de Vidas Pasadas y ahora estoy segura de esto. Tengo que tomar una decisión y no puedo. ¡Ay! ¡Estoy temblando!”

      Inmediatamente se largó a llorar y su alma comenzó a trabajar.

      Viernes 2 de febrero de 1996

       Terapeuta: ¿Qué está pasando que estás temblando?

      Teresa: Tengo miedo de tomar una decisión distinta. Tener que decidir otra cosa. Vivir mi vida. ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero venir! —llorando.

      T: ¿Qué es lo que está pasando?

      Tere: ¡Ay! ¡No quiero! ¡Hay una puerta y una decisión que no es mía! ¡Tengo que hacer algo que no quiero! ¡Es una pulseada y yo no quiero! ¡Ay, José Luis! ¡Yo no quiero!

       T: ¿Con quién estás pulseando?

      Tere: Con alguna energía en donde estoy. ¡Yo no quiero! ¡Yo quiero decidir sola! ¡No quiero que decidan por mí! Pero sé que tengo que aceptar y no quiero. ¡No quiero venir con este destino! ¡Ay! ¡Lo odio porque no quiero! ¡Es una lección de humildad para venir! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡No quiero!!! ¡Ay! ¡Por favor!!! —llorando y gritando—. ¡Ay, sí! ¡Acepto! —con voz de resignación—. Acepto. Era una lección de humildad la que tenía que aprender. Sí, acepto.

       T: ¿Quién más está allí?

      Tere: Hay una luz muy fuerte.

       T: ¿Y qué te transmite esa luz?

      Tere: Que tengo que venir. Que no soy yo la que va a decidir. Estoy muy mareada. Estoy pulseando. Está el ángel conmigo. Estoy totalmente en rebeldía. ¡A mí nadie me dice lo que tengo que hacer! Tampoco quiero ser mujer. Yo quería nacer varón para tener todo el poder. No quería nacer mujer. No quería. Quería ser varón para tener el poder. Para no pedirle nada a nadie. Pedir es humillarme. Y ser mujer es pedir.

       T: ¿Y qué es lo que va a pasar? ¿A qué cosa le tenés miedo?

      Tere: No es que tenga miedo. No quiero venir a perder. También es aceptar que yo no mando —continúa llorando.

       T: ¿Y a qué se debe que tenés que pasar por esta experiencia de no mandar?

      Tere: Es una lección de humildad. ¡No puedo reconocer que esto es así! ¡Ay! ¡Ah! ¡Ah! Estoy pulseando y pulseando. Yo vengo muy soberbia y me cuesta reconocer que esto es así —llorando—. ¡Ay! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!

       T: Y esta soberbia, ¿qué te hace hacer?

       T: Dejá salir eso. No importa lo que sea. Fijáte, ¿de dónde te viene esa lacra?

      Tere: ¡Ay!... yo sé lo que es. Yo soy mujer... estoy con un hombre... y me pega mucho, me pega mucho. Me patea y me arrastra por el piso. ¡Ay! ¡Estoy temblando! Estoy en el piso y me sigue pateando y pateando y yo tengo mucho odio. Este hombre me pega mucho y me arrastra y yo no hago nada y lo único que deseo es que se enferme y que se muera, ¡que se muera! Y este hombre se enferma y se muere... lo sé porque lo estoy viendo. Y se muere y yo me quedo con mucha culpa... y esa energía la llevo pegada. ¡Nunca la liberé!

       T: Eso es y fijáte, ¿hiciste algo más ahí para que ese hombre se muriese?

      Tere: Algo hice... no sé qué... ¡Creo que lo maté! ¡Esta escena