Recanati citaba los Prolegómenos de Kant: “el pensamiento piensa discursivamente, es decir, por conceptos, es decir por predicados, de los cuales faltará siempre el sujeto absoluto”, ¡el que escribimos con la primera a en su vacuidad potencial!, ¡el sujeto que irrumpe en la cadena significante! De esa vacuidad primera la a no iba a salir nunca si se quedaba sola, si el verbo ser no la hubiese enganchado a la otra. Pero en esta fórmula todavía no situamos al sujeto, ni separamos el significante del significado, ni hablamos de la repetición gracias a la cual el psicoanálisis localiza a su sujeto. El discurso científico permitió la operación lingüística de Saussure: separar el significante del significado con una barra. “Son dos cosas muy diferentes”, dijo Lacan e intervino para modificar la fórmula saussuriana (40). Sobre la barra, el significante que es necio corre, indetenible. ¿Y el significado? Es lo pesado, el elemento inercial debajo de la barra; no corre, no vuela, retrasa, insiste, vuelve, se repite, sin saberlo está “sujetado a una serie”, la que conduce la repetición.
UNA TEORÍA DE LA SUSTANCIA
Retomo la conferencia de Recanati, donde dice que los de Port Royal tenían una teoría de la sustancia: “La sustancia es lo que se concibe subsistiendo por sí mismo, y como sujeto de todo lo que se concibe a partir de ahí”. En la Abadía de Port Royal (41), en 1660, Antoine Arnauld y Claude Lancelot escribieron una gramática; en 1662, Arnauld y Pierre Nicole agregaron la Lógica. Partían de la idea de que el lenguaje es un fenómeno racional, cuya invisible estructura puede ser puesta de manifiesto, y cuyas causas la lógica supuestamente puede analizar.
Hay simples sustantivos que nombran cosas: sol, tierra, casa, Dios. Pero hay adjetivos que se vuelven sustantivos: colectivizan. Blancura, redondez, divinidad, necedad, parecen sustancias que se sostienen a sí mismas, pero no lo son. El predicado que colectiviza se aleja de la sustancia singular que lo soporta, toma vuelo, toma el vuelo de la necedad como un modo de colectivizar al significante, que es necio (30). Se ven muy bien los vuelos en los sermones de San Bernardo (1090-1153) sobre el Cantar de los Cantares, que alcanzaron autoridad y estatuto de teología mística. Bernardo, místico y poeta, ama y goza hablando de amor. La queja amorosa “es el lado femenino de su alma” (42); se dice que el Abad pasaba de la audacia autoritaria a la depresión inquieta. Su palabra se arrebata: “El Verbo es la Imagen; el alma está hecha a su imagen, para que la insignia de la generosidad divina permanezca en ella, y ella permanezca en el Verbo, o vuelva a él si se hubiera apartado”. “Si el alma ama perfectamente, está desposada con el Verbo. ¿Qué más delicioso que esta perfecta conformidad?” (In Cant. Cant. Sermo LXXX) (43).
El santo se sirve, para sus sermones, de la edición latina (Vulgata), y “edifica sus comentarios sobre esa base caduca”. No vacila en hacer encajar “militarmente” los errores y contradicciones que parasitan ese texto. De la pequeña parte glosada por el Abad, la crítica especializada ofrecía, en 1953, 26 variantes. “¿Qué importa eso, si Bernardo alcanza las alturas a las que aspira su alma?” (44). Lo hace por dos líneas paralelas: en una, la esposa es la Iglesia universal, en la otra, la esposa es el alma. “Tomada por Dios, un alma es la Iglesia, el cielo” (45). Todo es sustancia gozante.
LOS GOCES DE LALENGUA
Los autores de Saint Bernard (46) se han tomado el trabajo de contabilizar tales sermones sobre El cantar de los cantares. A lo largo de unos quince años, “Bernardo no ha llegado a glosar más que los dos primeros capítulos y algunos dísticos del 3º”. A ese paso, la paráfrasis completa le requeriría 280 sermones más, y diez vidas leer la Biblia. “Se ve la plétora, el exceso del procedimiento”, donde predica la santidad, la unidad, la cristiandad, la espiritualidad, contra la malicia, la impudicia, y lo demás. Habla del pecado, la culpa, el cielo, el infierno. Sustantivación al infinito.
Aristóteles se sirvió de las letras para construir una lógica, antes inexistente. La Lógica de Port Royal escribió la letra “a” para indicar el ser que es el punto de partida de un argumento o de una locución, ser inicial que se esfuma en la predicación actual; aquella letra primera olvidada, remitida al predicado, toma densidad de sustancia y soporta y permite la extensión del predicado, sin fin –sin límite– a otros objetos relacionados con él. Se dice: la relación predicativa se apoya en el ser, ¿qué se puede predicar del ser? El ser es el conjunto del discurso y es a la vez lo que escapa al discurso, es el “no” de la ausencia inicial, y la infinitización del “otra vez”. Parlêtre, San Bernardo infinitamente repite: 1, 1, 1, 1, el Haiuno que deja atrás mientras busca el Uno esférico divino.
“Oh, alma, ¿qué más deseable que la caridad si, por ella, más que por medio de un maestro humano, por ti misma puedes tener acceso al Verbo con plena confianza, adherirte a él, interrogarlo familiarmente, consultarlo acerca de todo, la audacia de tu deseo igualada a la capacidad de tu inteligencia? Esas son nupcias espirituales y santas. No, no es un contrato. Es un abrazo. Porque querer la misma cosa y no querer la misma cosa hace de dos uno solo” (47).
1- Lacan, J., Seminario 20, Aún, op. cit., p. 9.
2- Ibídem.
3- Lo he comentado al inicio del capítulo uno.
4- Arenas, G., Los 11 Unos del 19 más uno, op. cit., pp. 17-18.
5- Arendt, H., El concepto de amor en San Agustín, Madrid, Encuentro, 2001.
6- Bassols, M., Lo femenino, entre centro y ausencia, op. cit., p. 19, precisa la noción de límite matemático “como empuje al infinito”. “En las matemáticas el infinito no es un punto de llegada, es definido desde el punto de partida explícitamente como aquel elemento que la serie (por definición) no podrá incluir”. Es una serie que parte ya siendo no-toda.
7- El goce del cuerpo revela la Otredad del Otro sexo, del Otro cuerpo que bien puede ser el mío.
8- Miller, J.-A., El síntoma charlatán (1998), Barcelona, Paidós, 1998.
9- Laurent, E., “La ética del psicoanálisis hoy”, Freudiana Nº 23, Barcelona, Paidós, 1998. En mi libro Semblantes de Occidente trato extensamente este punto, p. 324.
10- Miller, J.-A., El partenaire-síntoma (1997-1998), Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 158.
11- Cabe pensar que el goce fálico es el goce no-todo en lo abierto del goce femenino.
12- François Recanati (1952) Filósofo francés de la corriente de la filosofía analítica, autor