Antología de Juan Calvino. Leopoldo Cervantes-Ortiz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Leopoldo Cervantes-Ortiz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417131579
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creencias con la hoguera, la madre de éste, una pobre vieja a la que habían arrastrado por la fuerza a la primera fila para que no se perdiera nada de la horrible muerte de su hijo, su madre, digo, gritaba, al ver quemarse la carne de su hijo: “¡Viva Dios y sus enseñanzas!”. No son textos inventados. Allá los teólogos si tuercen la boca ante estas palabras, y estas interpretaciones. Convengo de buena gana en que la teología no tiene mucho que ve con la psicología de masas. Pero, si no hubiera masas de adeptos a unas creencias, tampoco habría, sin duda, teólogos.

      Es cierto que quien adopta esta actitud sabe que camina a la muerte. Se trata de una actitud de mártir. ¿Y acaso se sabe el número de mártires que engendró el siglo XVI? Mártires sin angustia y que iban valientemente, casi alegremente al suplicio. ¿Cuestiones de honor? Desde luego. Pero hay también algo más.

      Calvino no ha ignorado la condición misma de esta aceptación viril de la muerte, contemplada sin temor, cara a cara. “He pecado tanto… ¿No estaré maldito?”. No. No te inquietes. Tu salvación no la haces tú. Tú, “desnudo de toda virtud pero revestido de Dios, vacío de todo bien pero lleno por obra suya”: admirables expresiones de la Epístola a Francisco I, escrito de tanta fuerza y relieve.24 Tu salvación la obra Dios sólo en su criatura, gratuitamente, por un don de gracia al que nada le fuerza. Y que le deja libre de elegir como quiere y a quien quiere para la salvación. ¿Qué es esto si no la Predestinación? Doctrina de rara y profunda psicología, siempre desde nuestro ángulo que nada tiene de dogmático, que es de historiador y no de teólogo. La Predestinación, la pieza final del edificio, la coronación. El último toque del alma de un caballero que no traiciona. Que no teme. Que se muestra fiel, sin miedo, hasta la muerte.

      Calvino pudo muy bien hacerse enterrar en tal anonimato que nadie ha podido jamás reconocer el lugar de su tumba. Seguía en ello la ley de Ginebra. Nada de tumbas individuales. Nada de epitafios, ni siquiera cruces. Ni ministros rezando ante la fosa, ni liturgia en el templo, ni tañido de campanas, ni discurso fúnebre. Nada.25 Fiel a la ley general, Calvino no se hizo construir un sepulcro de piedras muertas. Lo construyó él mismo con piedras vivas, que, como dice nuestro viejo Rabelais, “son hombres”.

      Transcripción: José Luis Pérez Sántiz

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      1. Esta conferencia fue pronunciada en São Paulo, Brasil, en la Universidad Mackenzie, bajo los auspicios del Instituto de Cultura Religiosa (septiembre de 1949). No se escribió. Se publicó, tomada taquigráficamente y traducida al portugués en la Revista de Historia de São Paulo, vol. 5, no. 12, octubre-diciembre de 1952, pp. 254-267. La he reconstruido.

      2. Sobre el protestantismo brasileño, ver los notables estudios de E. G. Léonard: L´Illuminisme dans un protestantisme de constitution récente, París, P.U.F., 1953, in-8.°, y, anteriormente, “L´Eglise presbytérienne du Brasil et ses expériences ecclésiastiques”, (en Études évangéliques, publicados por la Faculté libre de théologie protestante, Aix-en-Provence, 1949, in-8.°).

      3. Michelet, en su Tableau de la France, destaca el carácter peculiar y el papel de las provincias periféricas. “Las extremidades son opulentas, fuertes, heroicas, pero a menudo tienen intereses diferentes del interés nacional.” Mezclan a lo francés algo de lo extranjero, de modo que tenemos, frente a Alemania, una Francia alemana; frente a España, una Francia española; frente a Italia, una Francia italiana… Opiniones rápidas, discutibles, pero que no hay que olvidar.

      4. Sobre todos estos comienzos de Calvino, cf. el libro ya antiguo, pero clásico, de Abel Lefranc, Le jeunesse de Calvin, 1888. Cf. también las “Recherches sur la formation intellectuelle de Calvin” de Jacques Renouard, en Cahiers de la revue d´histoire et de philosophie religieuse, núm. 24, Estrasburgo, 1931.

      5. En lo cual se contrapone a otros y, por ejemplo, él, Calvino el Conciso, a Bucero el Prolijo, que no acababa nunca. Contraposición muy conciente; ver los textos calvinianos reunidos por Lefranc en la introducción a su edición de la Institution de 1541, pp. 32-33.

      6. Sobre los retratos de Calvino, véase E. Doumergue, Iconographie calvinienne. No pensamos en el retrato de Hanau: se trata de un falso Calvino.

      7. Cf. Lucien Febvre, Le problème de l’incroyance au XVIe siecle. La Religion de Rabelais, Albin Michel, col. “Evolution de I´humanité” París, 1942, p. 105, in-8.°

      8. Sobre todo esto, y sobre la gran popularidad del paulinismo en Francia en esta época, cf. Lucien Febvre, Autour de l’Heptaméron, amour sacré, amour profane, París, Gallimard, 1944.

      9. Se llamaba Etienne de la Forge.

      10. Sobre Farel, véase la Biographie collective de 1930: “Guillaume Farel, 1489-1565”, por un grupo de historiadores, pastores y profesores; Neuchâtel y París, 1930, in-4.°.

      11. Todos los intentos de hacer verosímil la existencia de una primera Institution en francés anterior a la Institutio latina de Estrasburgo quedan contradichos por la afirmación de Calvino en el “Argument du présent livre” que encabeza su Institution en francés de 1541: “J´ay composé ce présent livre. Et premièrement I´ay mis en latin, à ce qu´il peust servir à toutes gens d´estude, de vuelque nation qu’ilz feussent; puis aprés, songeant au bien de la Nation française, I´ay aussi translatéen nostre langue (He compuesto el presente libro. Y primeramente lo he puesto en latín, a fin de que pudiera servir a todos los estudiosos, de cualquier nación que fueren; después, mirando al bien de la nación francesa, también lo he traducido a nuestra lengua)” (ed. Lefranc, p. III). También es sabido que el título de la Institution de 1541 lleva estas palabras: “Composée en latin par Jean Calvin et translatée en françois par luy mesme” (facsímil en el frontispicio de la ed. Lefranc).

      12. La Biblia llamada de Olivetan también recibió durante largo tiempo el nombre de Biblia de Serrières, acumulando así los errores de denominación: no existió Olivetan alguno, sino un tal Louis Oliver, primo de Calvino, cuyo impresor fue, en Neuchâtel (y no en Serrières), Pedro de Wingle, llamado Pirot Picard, burgués de Neuchâtel. El pie de imprenta es de 4 de junio de 1535, Título: “La Bible, qui est toute la Saincte Escripture, en laquelle sont contenus le Vieil Testament et le Nouveau traslatez en Françoys”. El Antiguo Testamento va precedido de un prefacio de Calvino en latín, y el Nuevo de otro en francés, también obra suya. Al f. III, tabla de las voces hebreas, caldeas, griegas y latinas, por Despériers.

      13. La expresión es del propio Calvino (cf. Institution de 1914, argumento: Calvino se propone tratar “les matières principales et de conséquence, lesquelles sont comprises en la philosophie chrestienne (las materias principales y más importantes que comprende la filosofía cristiana)”) (ed. Lefranc, p. 11).

      14. Éste fue el primer local, al que siguió la capilla de las Penitentes y, más tarde, ya en el centro de la ciudad, el coro de los dominicos que los obuses alemanes destruirían en 1870, junto al colegio y la biblioteca instalados por Juan Sturm en la misma época.

      15. Cf. Jacques Pannier, “Calvin à Strasbourg”, en Cahiers de la revue d´histoire et de philosophie religieuses, publicado por la Facultad de Teología Protestante de Estrasburgo, n.° 12, París, 1926, in-8.°

      16. Acerca de todo esto, cf. Th. Gerold, “Les mélodies des premiers chants des protestants à Strasbourg”, en Bull. de l´Union protestante libérale, Estrasburgo, marzo de 1924. Cf. también Riggenbach, Des Kirchengesang in Basel.

      17. Histoire des martyrs, ed. De Toulouse, 1887, I, p. 494.

      18. Hacen lo que hacía por su parte aquel español llamado Juan Díaz cuya dramática historia narra la Histoire des Martyrs (ed. De Ginebra, 1562, f., libro III, 161; ed. De Toulouse, 1887, t. I, 468). En busca de iglesias bien regidas y de gentes sabias, marcha a Ginebra con Mateo Budé y Juan Crespin, y luego a Basilea, pero poco después se retira a Estrasburgo y decide permanecer allí algún tiempo, porque, en su opinión, “il y abatí plus grand nombre de gens sçavants (allí había más sabios)”.