Si tus hijos son mayores de 5 años, puedes creer que todo está dicho, pero no. Para Dios nada está dicho. Aun cuando no hubieras podido (por la razón que fuere) asentar un vínculo de apego seguro, como yo con nuestra hija mayor —como compartí en mi primer libro—, o aun cuando no hayas podido (por la razón que fuere) ayudar a tus hijos a regular sus emociones, hay todavía un cerebro plástico y disponible para ser favorecido divinamente de manera concreta y efectiva. Pero para llegar a intervenir e impactar sus vidas positivamente, necesitamos conectar con ellos y eso puede ser una tarea titánica en estos tiempos.
Pienso que lo que más nos dificulta la misión de conectar con los hijos es nuestra mente tan ocupada. Sin caer en estereotipos y basándome en la diferencia de cerebros de madres y padres, quiero mencionar que las madres estamos frecuentemente pensando en los hijos, pero tendemos a hacerlo orientándonos a la funcionalidad de nuestro “maternaje”; es decir, de satisfacer sus necesidades, primeramente las básicas como la alimentación, la protección y su bienestar físico. Podemos olvidar, entonces, fácilmente sus necesidades de tiempo y conexión sin función y sin objetivo, como simplemente estar juntos. Los padres, por su lado, pueden disociarse con facilidad, así que cuando están ocupados en otros asuntos se pueden olvidar de todo lo que involucra a los hijos. Estos tiempos actuales están siendo extremadamente demandantes para todos y el cansancio y el estrés pueden ser abrumadores.
Asumiendo la realidad de que no es posible lograr conexión, es decir, momentos de calidad relacional con los hijos, sin tener tiempo disponible, antes de adentrarme en las profundidades del apego seguro y de la regulación emocional, quiero desarrollar un piso básico, suficientemente firme de posibilidades de intercambio y momentos relacionales con los hijos. Para ello voy a detenerme a explicar algunos conceptos que he desarrollado desde mi experiencia clínica y que se basan en la observación de las interacciones y la comunicación entre padres e hijos.
Podría ser un ejercicio personal enriquecedor que antes de entrar al ítem siguiente puedas reflexionar acerca de tus características personales y las de tus hijos, con una mirada amplia —como vimos— y reflexionar acerca de cómo están interactuando éstas en la actualidad con ellos.
4. Tipos de interacciones y niveles de comunicación
Quiero profundizar aquí algunas ideas sobre la relación con los hijos y cómo ésta se logra construir de manera firme y cercana. He compartido estas ideas en artículos y charlas para padres, pero mi objetivo aquí es sistematizar la información para conectar esta necesidad de interacción emocional profunda de todo ser humano, enfocándome en los hijos y considerando la vida real y agitada que usualmente hoy llevamos los padres.
Existen muchos momentos de interacción con los hijos a lo largo de cada día. Describiré los tipos de momentos en que los padres interactúan con sus hijos proponiendo una clasificación que permita analizar las variadas expresiones de éstos en la vida familiar y los efectos que conllevan en la vida emocional de los hijos. En general, se requiere de dicha variedad para que los hijos se sientan plenos, puesto que cada tipo de interacción llena distintos aspectos de su ser, como parte de la familia y como hijo.
La diferencia en la personalidad de los hijos, que define sus necesidades más específicas, hace que algunos de estos tipos de interacción puedan ser más relevantes que otros y que su carencia o merma pueda tener un efecto negativo mayor.
A continuación, describo los tipos de interacción entre padres e hijos de una forma general que aplica a los hijos de todas las edades; sin embargo, queda implícito que la edad específica de los hijos aporta un matiz adicional del modo en que son vividas estas interacciones. Voy a compartir, a modo de ejemplo, las experiencias de mi última semana con mi hija de 22 años y mi hijo de 9, a fin de ampliar la comprensión de cada categoría, de profundizar la complejidad de nuestra vida de padres con acontecimientos reales y de motivarte a hacer tu propio análisis de las interacciones con tus hijos.
Tipos de interacción con los hijos
a) Interacciones de presencia
Son aquellas en que el hijo sabe que su padre o madre está presente en casa aunque no conversen ni se encuentren de manera alguna. Estar cerca de otro ser humano da una sensación sutil de seguridad y compañía, más aún si se trata del padre/madre, que son su figura de mayor seguridad. Los hijos suelen sentir que estando sus padres cuentan con protección y vigilancia atenta. Los padres pueden favorecer esa sensación haciendo notar su presencia con ruido, procurando conversar esporádicamente y evitando encerrarse en su dormitorio o zona de trabajo pasando inadvertidos. Cuando los padres pasan mucho tiempo fuera de casa, este sentimiento se seguridad y compañía se afecta, dependiendo de la edad y personalidad de sus hijos.
Mi hija, que está en sus rotaciones de práctica clínica como nutricionista, pasó esta semana más tiempo en casa del habitual; sin embargo, aunque yo pasé mucho tiempo en casa, estaba trabajando mucho. Yo sé que le aportaba saber que yo estaba allí, aunque estuviera ocupada. A veces, la saludé o le hice alguna pregunta trivial en mis recreos de trabajo para hacerme notar.
Mi hijo tiene una larga jornada de clases porque asiste a talleres extraprogramáticos. El poco tiempo que pasamos juntos durante los días hábiles, correspondió más a interacciones de las categorías siguientes. Sin embargo, en algunos momentos, yo estaba en la cocina y él tranquilo en su pieza haciendo algo personal con la seguridad de mi presencia en casa.
b) Interacciones de hábitos
Son los momentos habituales en que, por costumbre, los padres y los hijos se “encuentran” en algún momento o actividad, ya sea que conversen o no. Por ejemplo, cruzarse al instante de salir o entrar a la cocina, tomar desayuno o bajar juntos en el ascensor. Un padre puede aprovechar estos breves momentos para expresar cariño físico o reforzar, alentar, animar y destacar las cualidades de su hijo. Si estos transitorios instantes se usan para corregir o expresar enojo, reclamos u órdenes, se vuelven desagradables y los hijos comienzan a evitarlos (deja de tomar desayuno o baja por las escaleras en vez de usar el ascensor junto a sus padres). Estas interacciones son necesarias, dan la idea de que “eres parte de su vida” y que de algún modo “te encuentra” cerca.
Esta semana, como es habitual, tomo desayuno con mi hijo sentados a la mesa. Aunque sea corto, trato de que sea un momento tranquilo. Nos encontramos también mientras él alimenta a su mascota y yo preparo su almuerzo y en el auto mientras lo llevo y lo recojo del colegio. Lamentablemente, noté que desaproveché muchos de estos momentos, en especial los de la mañana, con órdenes respecto a sus responsabilidades o lo que espero que haga para salir a tiempo de casa.
Con mi hija nos encontramos menos haciendo algo al mismo tiempo, porque ella tiene otro orden para hacer sus rutinas. En algunas ocasiones nos encontramos en los pasillos o la escalera o haciendo algo en la cocina al mismo tiempo. Siempre fue una interacción cordial, no obstante, algunas veces me descubrí recordándole algo que tenía que hacer.
c) Interacciones de equipo
Son los momentos en que padres e hijos realizan juntos tareas de equipo como, por ejemplo, preparar juntos una cena, hacer una cama, retirar la mesa o guardar la mercadería comprada. Estos momentos son muy útiles para generar en ambos un sentido de complicidad, unidad y apoyo. Los padres pueden favorecer el vínculo y además formar a sus hijos si aprovechan estos espacios cotidianos para agradecer, destacar actitudes positivas y mostrarse afectuosos, amables y cooperadores. Si estos momentos se vuelven tensos y los padres los usan para reclamar, dirigir o criticar, la relación se deteriora y los hijos comienzan a buscar excusas para desligarse de ellos o participan enojados, procurando cumplir rápido la tarea para irse.
Con mi hija tuvimos algunos momentos espontáneos de ser equipo a fin de lograr que su hermano se apurara. De hecho, observo que en ocasiones asume un rol importante de apoyo. También trabajó para mí (remuneradamente) realizando un trabajo de búsqueda de actualizaciones en ciertos temas que me interesaban, lo que nos dio la oportunidad de ser equipo coordinando los temas.
Con mi hijo, noto que en general tenemos pocos momentos de este tipo; no obstante,