Violencia contra los periodistas. Marisol Cano Busquets. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Marisol Cano Busquets
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587812992
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Jair Bolsonaro, conseguía a finales de 2018 resultados sin precedentes siguiendo el modelo de Trump, incluido el mantra de que la culpa de todo la tienen los medios de comunicación. De hecho, este ataque global al periodismo por parte del populismo fue nota destacada del Índice Mundial de la Libertad de Expresión de 2018, publicado por Reporteros Sin Fronteras, que denunciaba una creciente hostilidad contra los periodistas abiertamente alentada y promovida por líderes políticos. La novedad aquí es que esta hostilidad ya no está solo promovida por líderes de países autoritarios, como Turquía o Egipto, sino por los populismos (vinculados todos a la ultraderecha) emergentes en los países democráticos.

      Así, mientras por un lado el poder económico neoliberal adormece al periodismo y lo precariza, robándole su espíritu y negándole los recursos necesarios, debilitándolo a nivel estructural o convirtiéndolo en un poder económico-político más integrado en la élite, por el otro, el populismo político expande a las democracias el odio contra los periodistas característico de los regímenes autoritarios. En 2013 Naciones Unidas creó el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad contra Periodistas para visibilizar y llamar la atención hacia este tipo de violencia. Sin embargo, esta violencia parece extenderse, en lugar de reducirse, en sintonía con la crisis democrática que asola a los sistemas políticos en buena parte del planeta. Lógicamente, el problema es de enorme complejidad, pero la raíz de este es simple, pues yace en la crisis de la política honrada, aquella que tiene por fin ordenar y gestionar los asuntos públicos, no aprovecharse de ellos. Cada vez que se coacciona, agrede o asesina a un periodista se está ejerciendo violencia contra una de las principales garantías que una sociedad puede tener para mejorar, hacerse más justa e igualitaria. Por ello el relato que el lector encontrará en este libro es doblemente instructivo, pues desvelar las claves de la violencia contra los periodistas es desvelar las claves de la violencia contra la democracia.

      NÚRIA ALMIRON

      Departamento de Comunicación

      Universitat Pompeu Fabra

       Introducción

      Cuando la verdad es remplazada por el silencio,el silencio es una mentira. EVGUENI EVTUCHENKO

      Según datos correspondientes al estado mundial de la libertad de expresión, registrados por Freedom House para 2015, solo el 14 % de las personas en el mundo vivía en países donde la cobertura de noticias políticas era robusta, la seguridad de los periodistas estaba garantizada, la intromisión del Estado en los asuntos de los medios era mínima y los medios informativos no estaban sujetos a fuertes presiones legales o económicas (Freedom House, 2015). En ese mismo año fueron asesinados más de cien periodistas en el mundo. Aun cuando el trabajo periodístico siempre ha sido riesgoso y suele desarrollarse en condiciones difíciles, el comienzo del siglo XXI revela una tendencia que muestra cómo los periodistas se han convertido, cada vez más, en objetivo de manifestaciones de violencia de diverso tipo por hacer bien su trabajo. Hay lugares y contextos donde ejercer el periodismo es un acto de coraje.

      A pesar de que las cifras de periodistas encarcelados, amenazados, exiliados, vigilados y detenidos de manera arbitraria aumentan cada año en los registros de las organizaciones de defensa de la libertad de expresión, el fenómeno no es un asunto de cifras. Cuando se comete una agresión contra el trabajo periodístico, se empobrece la deliberación pública y las sociedades pierden los beneficios que otorga la posibilidad de participar en un debate sin coerción. Al amenazar se envía el mensaje de que se quiere hacer algún daño. Quien intimida pretende que otros hagan algo mediante el amedrentamiento y la afectación emocional. Por sus reportajes sobre la vida de la población civil chechena, la periodista rusa Ana Politkóvskaya fue detenida por soldados rusos que la arrojaron a una fosa y sobrevivió a un intento de envenenamiento. Ella no calló, no hizo lo que otros poderes fácticos querían y fue asesinada, finalmente, en 2006. Las amenazas e intimidaciones a periodistas se dan no solo por la cobertura de temas sensibles de seguridad nacional, operaciones militares, crimen organizado, actividad de grupos armados, violaciones de derechos humanos, fundamentalismo religioso o corrupción. Lo que muestra una década de informes sobre ataques al trabajo periodístico es que reportajes en los que se denuncia, por ejemplo, la mala calidad de la leche en los desayunos escolares, la contaminación de los ríos por actividad minera o los negocios de bandas dedicadas a vender diplomas universitarios falsos pueden desencadenar actos de violencia que buscan, precisamente, que se silencien temáticas de obligada cobertura periodística.

      La relevancia del tema llevó a la aprobación del “Plan de acción de las Naciones Unidas sobre la seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad” el 13 de abril de 2012, la misma época en la que se esbozaba el proyecto de la investigación doctoral que dio origen a este libro.

      Sin embargo, el fenómeno de la violencia contra los periodistas ha sido poco investigado en los estudios de la comunicación y el periodismo. ¿Qué es la violencia contra los periodistas? ¿Cómo se puede identificar? ¿Cómo se deben caracterizar los diferentes tipos de violencia y la manera como se relacionan unos con otros? ¿En qué circunstancias, momentos o contextos se manifiesta la violencia contra los periodistas? ¿Existen patrones de comportamiento? ¿A qué criterio se apela cuando se justifica una acción violenta contra un periodista? ¿Cuáles son las consecuencias de esta problemática para la sociedad? ¿Cómo se enfrenta la violencia? ¿Qué mecanismos de protección y seguridad pueden contribuir a mitigar los riesgos? ¿Qué estrategias son efectivas para combatir la impunidad en crímenes de periodistas? Son muchas las preguntas a las que se les deben buscar respuestas desde la academia. La agenda de investigación en un tema como este es amplia y diversa, y requiere que se abran caminos teóricos y metodológicos.

      La violencia contra los periodistas apenas empieza a configurarse como objeto de estudio académico. Se habla de violencia contra los periodistas en el lenguaje ordinario —agresión y ataque son términos que suelen utilizarse como sinónimos—; en cuanto categoría, esta funciona como una ordenación de la realidad. Se refieren a ella fundamentalmente los propios periodistas, las asociaciones profesionales del sector, las organizaciones defensoras de la libertad de expresión y los organismos internacionales.

      Se trata de una problemática que requiere desentrañar los elementos que intervienen en su configuración e ir encontrando las dimensiones que esta encierra, siendo conscientes de las limitaciones que ello supone por lo irreductible de la complejidad del fenómeno. Como concepto, el debate aparece en relación con lo que se califica o no como violencia. Las fronteras están dadas, para algunos, por el criterio del uso de la fuerza física con intención de causar daño. No cabe aquí lo que otros denominan violencia simbólica o violencia psicológica, por ejemplo. En el primer caso se está haciendo una definición restrictiva, lo que tiene ventajas metodológicas por descansar sobre un observable, de tal forma que se hace relativamente sencillo determinar si ha habido o no una agresión física y lograr un acuerdo entre observadores respecto a la existencia del acto de violencia (Riches, 1986, p. 15).

      La construcción analítica tanto del concepto de violencia como del fenómeno de la violencia contra los periodistas resulta entonces compleja. Es posible operacionalizarlos, por ejemplo, sobre la base de la comprensión que tienen de ellos las organizaciones que hacen seguimiento a los ataques a los periodistas y a los medios informativos para luego cotejar con desarrollos teóricos aportados por la sociología contemporánea y los estudios de la violencia.

      Lo que resulta paradójico, como señala Bernstein (2015, p. 21), es que a pesar de que la violencia forma parte de la vida cotidiana de millones de habitantes y de que las personas están expuestas a múltiples imágenes, discursos, noticias y estudios sobre la violencia, hay una enorme confusión respecto a lo que se entiende por violencia, a su significado y su papel en la vida humana, a los diferentes tipos de violencia y a la manera como estos se relacionan entre sí. Así mismo, es un fenómeno que desborda las categorías tradicionales y, por lo tanto, obliga a repensar constantemente los parámetros que se usan para identificar la violencia, los criterios que se aplican para justificarla y las estrategias prácticas que se implementan para combatirla (p. 17). La violencia, se ha demostrado a lo largo de la historia de la humanidad, puede tener una gran variedad de propósitos y conllevar distintos significados