Lo que subyace en general en los diferentes enfoques en cuanto a la relación entre medios de comunicación y sociedad es la premisa de los medios como una “institución social establecida, con sus propios conjuntos de normas y prácticas, pero cuyo ámbito de actividades queda sujeto a definición y limitación por toda la sociedad” (McQuail, 2010, p. 29).
Ya no en lo concerniente a los enfoques de los estudios, sino a los tipos de teorías existentes sobre los medios de comunicación, el mismo McQuail (2010, pp. 32-34) advierte la existencia de cuatro tipos de teorías principales: de las ciencias sociales, normativas, operativas y del día a día, de las cuales al investigar un fenómeno como el de la violencia contra los periodistas son relevantes las teorías operativas y, en especial, las normativas, es decir, aquellas que prescriben cómo deberían operar los medios si tuvieran que ser defendidos o alcanzados determinados valores sociales. Las teorías se entienden aquí no solamente como un sistema de postulados parecidos a las leyes, sino también como cualquier conjunto de ideas que contribuya a comprender un fenómeno, guiar una acción o predecir una consecuencia (2010, p. 32).
Las teorías normativas aportan a la configuración y legitimación de las instituciones mediáticas y las teorías operativas conciernen a las ideas prácticas reunidas y aplicadas por los profesionales de los medios en el curso de su labor y contribuyen a organizar aspectos de la experiencia y a mantenerse dentro de lo que permite la sociedad. En asuntos de ética periodística, por ejemplo, estas últimas se superponen a las teorías normativas (McQuail, 2010, pp. 32-33). Lo que interesa en este trabajo es, entonces, esa compleja y sugerente tensión, pero a su vez conexión, entre aproximaciones normativas y aproximaciones operativas al periodismo.
De este modo, el punto de partida se fundamenta en la premisa de la existencia de dos tipos de teorías de la prensa, más que de los medios de comunicación en general: las que prescriben sus tareas en la sociedad y las que describen la práctica real de esas tareas; de esta forma se abordan las relaciones entre periodismo y sociedad mediante una articulación entre la dimensión ideal o normativa y la dimensión real o descriptiva (Christians, Glasser, McQuail, Nordenstreng & White, 2009, p. ix).
La idea de que los medios y los profesionales del periodismo tienen unas responsabilidades en la sociedad deviene de las teorías normativas de los medios y de la democracia desde las que se espera que los medios cumplan la función crítica de informar al público, a través de lo cual los ciudadanos pueden participar plenamente de la democracia (Brants, 2013, p. 19). Los medios informativos tienen, así, la responsabilidad de cumplir con ese papel por el bien general y hacerlo, además, de una manera fiable, cuidadosa e independiente. Esto denota que los medios tienen el poder de definir, explicar e interpretar la realidad y darle un significado, de ahí que se tenga la expectativa de que lo hagan de la mejor manera posible y con honestidad, de tal manera que se pueda confiar en ellos para desempeñar ese papel importante que se les ha asignado (Brants, 2013, p. 21).
Sin embargo, los medios y los periodistas deben cumplir esa labor con presiones crecientes, internas y externas, como se verá más adelante. Además,
[…] deben hacer su labor de una manera responsable, pero a su vez atractiva. Deben hablar y escuchar, reír y llorar, ser independientes y neutrales, involucrarse y mantener la distancia. Y, mientras hacen todo esto, deben sostener los valores profesionales de la fiabilidad en el proceso de recolección de información, la precisión y un sentido inteligente en la interpretación de los hechos. (Brants, 2013, p. 21)1
En la esencia de un enfoque normativo está la idea de rol que proviene de la sociología y cuyo origen se ubica en el momento en que la teoría funcionalista de los sistemas sociales se refiere a las tareas o actividades que deben ser desempeñadas por una persona o grupo para asegurar el adecuado funcionamiento de un sistema como un todo. En el caso de los estudios de medios, los primeros teóricos de la comunicación que abordaron el asunto en la década de los años cincuenta subrayaron tres funciones sociales principales de la comunicación que podrían expresarse bien en términos de roles: la vigilancia del entorno, a partir de la revelación de las oportunidades y las amenazas que pueden afectar la posición de valor de una comunidad y de las partes que la componen; la correlación de las distintas partes de la sociedad en su respuesta al entorno, y la transmisión del legado social de una generación a la siguiente (Laswell, 1982 [1955], p. 205).
En este trabajo, la aproximación a los roles de los medios informativos y del periodismo se hace desde el enfoque contemporáneo de las teorías normativas y se circunscribe al estrecho vínculo entre periodismo, sociedad y democracia. En esa medida, el concepto de rol, aplicado a los medios informativos y al periodismo, se entenderá como una combinación de tareas profesionales y propósitos ampliamente reconocidos, estables y perdurables (Christians et al., 2009, p. 119).
De acuerdo con los planteamientos normativos, una prensa libre en una sociedad democrática, como se señaló, no puede estar obligada a seguir algún propósito en particular, por el contrario, los roles de los medios informativos son un asunto de elección, reforzado por las tradiciones y la fuerza de los vínculos sociales. Teniendo esto en perspectiva, en la historia de los estudios en comunicación se configuran cinco roles esenciales (con una amplia variedad de enfoques, formas de enunciarlos y de definirlos):
i. Proveer información acerca de acontecimientos y de sus contextos.
ii. Proveer comentarios, incluyendo orientación y consejos en relación con los sucesos.
iii. Proveer un foro para la expresión de diversos puntos de vista y para la incidencia política.
iv. Proveer un canal de doble vía entre ciudadanos y gobierno.
v. Actuar como crítico o “perro guardián” con el fin presionar al gobierno en su obligación de rendir cuentas (Christians et al., 2009, pp. 29-30).
Si bien es cierto que las formulaciones de estos roles se han referido en el pasado fundamentalmente a aquello que es llamado “la prensa” —que en sentido amplio abarca los medios tradicionales—, el desafío aquí es tomar en cuenta, como lo plantean los enfoques contemporáneos de las teorías normativas, el cambio profundo en la naturaleza de los medios y del periodismo que se está dando en los inicios del siglo XXI, con lo que esto implica para la formulación y el estudio de sus roles en la actualidad. El desarrollo de internet, la apropiación de las TIC por los ciudadanos y la consecuente multiplicación de productores de información, el acceso abierto o la interactividad son realidades que están modificando los paradigmas en el hacer y en el pensar el periodismo.
El enfoque contemporáneo de las teorías normativas de los medios informativos y del periodismo
Este trabajo doctoral se nutre de la preocupación que mueve a autores como Christians et al. (2009, p. vii) sobre la necesidad de tratamientos más teóricos en torno a la relación entre medios y sociedad en general y entre periodismo y democracia en particular, y de responder al desafío intelectual de quienes se preguntan por la ética profesional, el desempeño responsable de los medios, la defensa de la libertad de expresión y la formación de los periodistas.
Tomar las teorías normativas como marco para abordar la violencia contra los periodistas tiene que ver, por un lado, con que una de sus características básicas es el intento de proporcionar una explicación razonada de las relaciones entre una concepción de democracia en una sociedad particular y los roles concretos de los actores en el debate público; esto, en el caso de la presente investigación, cobra sentido al intentar aportar fundamento a aquello que determina para el periodismo el deber de cumplir con unas u otras actividades en la sociedad y el consenso que puede lograrse alrededor de ello (Christians et al., 2009, p. 86). Y, por el otro,