Crisis del agua . Jaime Peña Ramírez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jaime Peña Ramírez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9786070252815
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red, en 300-350 euros para acarrear, potabilizar y distribuir; mientras que para captar las aguas residuales y reciclarlas, se estiman 820 euros (Camdessus, 2006: 99). Este costo ha sido ahorrado hasta hoy por las grandes industrias y urbes de nuestro país, en donde apenas se ensayan soluciones a fines de siglo. La contaminación conduce a un particular boom del mercado del agua embotellada, que arranca a finales de la década de los ochenta del siglo XX y que se ha extendido con el incremento incesante de la contaminación de los cuerpos de agua superficiales del país y gran parte de los subterráneos. La contaminación, entonces, trae consigo grandes negocios a los capitales, aunque parte de ellos sufra la persecución del gobierno en turno por violaciones a las leyes ambientales impuestas en los años noventa.

      El crecimiento de las ciudades en el mundo trae aparejado problemas de escasez. Todas las grandes civilizaciones al parecer enfrentaron este problema en forma recurrente o intermitente. En nuestro país, las urbes prehispánicas del altiplano y las que cobijaban las culturas mayas fueron testigos de crisis asociadas al agua. En la actualidad todas las grandes urbes nacionales con acelerado crecimiento demográfico tienden a la crisis del agua por abasto y aceleran la contaminación y sobreexplotación.

      La cantidad de agua es la misma cumpliendo el ciclo hidrológico, pero ha cambiado su calidad a fines del siglo XX, así como la manera en que se deja caer a lo largo del ciclo anual en los diferentes espacios o cuencas. Se observa como fenómeno de crisis el desajuste hidrológico a nivel de cuenca, que ha conducido a serios problemas de abasto regional. Una manifestación más de la crisis es el derroche en la agricultura y las áreas urbanas, asociado a la mala gestión del agua por el Estado y a la falta de cultura.

      Por último, se identifican con claridad fenómenos de sobreexplotación de aguas superficiales y subterráneas, tanto por volúmenes como por la calidad del agua disponible. Ello ha presionado para extender las fuentes de abasto más allá de los límites naturales en algunas regiones, particularmente, de aquellas que dan cobijo a las enormes ciudades en crecimiento. Esto conduce tanto a problemas de desecación de las cuencas fuente, como a problemas de contaminación cuando se envían las aguas más allá del olfato de los ciudadanos.

      Un problema central de la crisis del agua es el aspecto de distribución social del recurso, en tanto que su carencia produce serios problemas de salud entre la población infantil y un conjunto de enfermedades en los habitantes en general. El tema conduce a uno más general sobre la distribución del ingreso. Otro aspecto es la distribución o disponibilidad de agua en el espacio social de que se trate, así como el comportamiento de las lluvias en el tiempo. Estos aspectos definen en gran medida, junto con la tecnología, la relación humana con el agua.

      Lo descrito nos ofrece el conjunto de problemas, que ha dado en llamarse crisis del agua. A ello podemos añadir otros aspectos críticos, tales como financiamiento, gestión, administración, etc., que hacen patente las dificultades con el agua. Para algunos autores partidarios de la gestión hídrica promovida por los organismos multinacionales, el problema del agua refiere una crisis de gobernanza, asociado a la claridad del manejo de la administración y las finanzas, la participación democrática en los órganos de decisión, equidad, etc. Esto es reflejo del ejercicio del poder en cada problema expresado.

      No obstante lo anterior, si vemos con detenimiento, por separado, cada aspecto de la crisis, éste se vincula al conjunto de adversidades que el ser humano enfrenta con el agua y a la vez, cada uno de ellos nos conduce a las relaciones entre los hombres que han dado lugar al fenómeno de crisis. Así, por ejemplo, la crisis del agua es un hecho consumado si atendemos a la pérdida de su calidad por efectos de la contaminación o por los niveles de deterioro del recurso; sin embargo, también es fuente de coerción y de consenso para el Estado y de enormes ganancias para todo capital que se especializa en cada una de las desgracias que el hombre ha sufrido a causa del agua. Estos dos agentes influyen decisivamente en las relaciones básicas del hombre-naturaleza durante el periodo de análisis en términos de poder; sin embargo, refuerzan su presencia a partir del proceso de globalización con la creación de los organismos internacionales en la segunda posguerra, los que, a su vez, promueven políticas neoliberales a nivel mundial y el desarrollo de las grandes firmas multinacionales. Digamos que el retiro del Estado que sugieren los organismos internacionales a los países dominados, habrá de cubrirse por el capital privado, de preferencia transnacional.

      La crisis del agua entonces, en esta segunda vuelta de tuerca introductoria al tema, es constructo social derivado del desajuste de la relación hombre-naturaleza por una parte, y por otra, resultado de ciertas formas de interpretar esta realidad desde el Estado y el capital, para bien de su desenvolvimiento frente al agua en este periodo histórico. En otro ángulo, no tiene parecido con las crisis económicas que ofrecen posibilidades de reestructuración en cada ciclo económico, sino que la superación de la crisis de disponibilidad de agua limpia, por ejemplo, deja más dañados los elementos de la naturaleza que garantizan su devenir. La eventual reestructuración de la crisis del agua contaminada, siempre parcial, traerá consigo un producto industrial por excelencia, digno de valor y precio; el agotamiento de los acuíferos no parece tener solución sino hasta que estallen manifestaciones extremas del fenómeno.

      La crisis como fenómeno social se manifiesta de diferentes maneras en el espacio y el tiempo, porque la naturaleza puede ser pródiga en agua para una ciudad, región o cuenca, y fallar al mismo tiempo en otro lugar si hablamos de crisis de abastecimiento. La crisis se entiende en tal sentido como un breve periodo de escasez que daña al ser humano y sus actividades en un espacio determinado. Sin embargo, al hablar de contaminación estamos frente a un proceso largo que paulatinamente afecta el recurso y que, en un momento dado, hace crisis con la muerte de seres vivos. Este proceso acompaña a las actividades urbanas e industriales propias de los conglomerados del siglo XX, con todo un conjunto de secuelas contaminantes. La sobreexplotación de los acuíferos aparece con la demanda de agua y la posibilidad técnica y social de atenderse también para el abasto, en cuyo caso, la crisis sobreviene con el agotamiento de los mantos acuíferos y en circunstancias extremas, con el hundimiento del suelo. Así, en toda crisis del agua por exceso, carencia o deterioro del recurso, están los hombres haciendo una ciudad y la mano del hombre construyéndola. En el aspecto espacial, hay diferencia de nuestro objeto de crisis con otros aspectos críticos de la ciudad: la crisis del agua puede ser exportada a otros confines. Así, el abasto de las grandes urbes que acuden a otras cuencas impacta la disponibilidad del recurso y puede generar carencias o daños a las condiciones de su devenir en los lugares de origen hasta su agotamiento. La contaminación daña los hábitats aguas abajo de las grandes urbes o de industrias agresivas al entorno, la especialización de las regiones en ciertos productos, como la leche, deseca la Comarca Lagunera, por poner un ejemplo, y significa el saqueo de agua de una región desértica.

      Con todo lo anterior, lo que es necesario rescatar en este apartado es que cada uno de los aspectos de crisis del agua generalmente no coincide en espacio y tiempo. Aunque pueden presentarse como un proceso general y recurrente los aspectos de sobreexplotación y contaminación ante el privilegio de las urbes y las industrias, lo que se percibe como crisis es el fenómeno de escasez relativa del recurso ante la demanda humana del agua elemental para vivir, la cual aparece en espacios y tiempos diferentes en las urbes demandantes. La posibilidad de transportarse por acueductos u otros medios plantea, por su parte, un problema que trasciende el territorio en crisis, extendiéndola hacia otros confines como posibilidad y realidad.

      El agua de beber como agua-mercancía

      Evidentemente, las soluciones a la crisis del agua promovidas por el capital tienen que ser, a la vez, capitalistas y comandadas por el Estado. Todos los países ahora opulentos vivieron etapas de extrema contaminación del agua en el arranque del desarrollo urbano-industrial (Ensezberger, 1973), con efectos pertinaces sobre la salud de la población, y en particular, de la clase obrera.