Swortzell (1990), define los Programas de Teatro en Educación (Theatre in Education Programmes-TIE), como un teatro de aprendizaje a través del cual el público, jóvenes y adultos mayores, pueden comprender los problemas relacionados con su entorno social y las posibles soluciones a estos problemas. Sus temas se basan, por lo general, en el currículo escolar, además de problemas sociales o históricos relevantes. Su objetivo principal era llevar las técnicas del teatro al aula y estaban conformados por educadores y profesionales de las artes escénicas que organizaban actividades para promover la participación de los/las niños/as desde la dramatización (Swortzell, 1990 en Pérez, 2003).
De este modo, en la década de los cincuenta, a partir del surgimiento de un modelo constructivista del aprendizaje ―sustentado en los movimientos progresistas y en los aportes de la psicología del desarrollo―, se produce un cambio en la percepción del rol del estudiante, concebido ahora como agente autónomo, constructor de su propio aprendizaje. En la puesta en escena británica, la Ley de Educación de 1944 estableció las bases de un sistema de educación más igualitario que concebía la educación como un medio para la superación personal y la transformación social, potenciando un desarrollo integral de los individuos y ofreciéndoles experiencias significativas para entender el mundo. El modelo tradicional que implicaba la mera transmisión de información fue sustituido por una práctica más dinámica en la que los/las estudiantes eran expuestos a contextos y situaciones con el fin de ayudarles a adquirir nuevas habilidades y conocimientos, así como a explorar su identidad personal y social (Pérez, 2003).
En este contexto, se generaron una serie de documentos que muestran el interés de las instituciones educativas inglesas por el tema: Education Survey 2: Drama HMSO, elaborado por el Department of Education and Science, así como la labor de los School Councils y el trabajo desarrollado en los años sesenta por los asesores comarcales de drama, los advisers, agrupados en la National Association of Drama Advisers (NADA). Posteriormente, asociaciones como la National Association for the Teaching of Drama (NATD) o la National Association for Drama in Education and Children’s Theatre (NADECT), organizan conferencias y congresos, editan revistas, entre otras actividades, mostrando la implantación de la práctica dramática en la enseñanza que hoy constituyen un rol destacado en los programas desde la educación primaria a la Universidad: creative dramatics, improvisation, role playing, studios, drama laboratories, simulations, drama games, story theatre, oral interpretations, reading theatre, choral speaking, puppetry.6
En base a lo anterior y de acuerdo con Pérez (2003), la aparición del teatro organizado en la educación surge a partir de los años cincuenta en medio de este panorama de renovación educativa que vive Inglaterra:
El papel prominente dado al drama en la educación, junto con la exploración de las posibilidades educativas del arte dramático, así como el cuestionamiento de su papel en la sociedad, sentaron las bases para la aparición en los años cincuenta del fenómeno TIE, nacido en la coyuntura generada por los profesionales del teatro y la educación y las autoridades.
Ahora bien, a partir de los estudios realizados por otros autores como Turner (2010), se puede concluir que el establecimiento definitivo de este movimiento se remonta a un tiempo y lugar determinados: 1965 en el Belgrade Theatre de Coventry, Inglaterra. A continuación, se describe de manera sucinta la historia de este teatro y su importancia dentro del panorama del teatro aplicado y particularmente del teatro aplicado en educación en el ámbito europeo.
El Teatro de Belgrado
En 1965, el Belgrade Theatre (el primer teatro municipal que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña) configuró el primer espacio dedicado íntegramente a la utilización de la performance teatral para explorar temas de importancia cultural, social, política y moral como parte de un servicio gratuito para las escuelas y jóvenes de Coventry, Inglaterra (Turner, 2010).
Este teatro se convirtió en símbolo de la restauración y progreso de la posguerra, además de coincidir con un nuevo enfoque en el ámbito educacional. Durante este periodo, se establecieron cambios radicales en la estructura tradicional inglesa, además de una renovada actitud frente al proceso de enseñanza y aprendizaje. El Teatro de Belgrado reunió, por primera vez, a un grupo de “profesores-actores” (actor-teachers), cuyos objetivos fueron presentar de forma dramática problemas complejos, desafiando a las niñas y niños a preguntarse y a tomar decisiones sobre el mundo en el que vivían y a un nuevo futuro posible tras la caída de las grandes utopías (Pérez, 2004).
Fotografía. Vista exterior del Teatro de Belgrado
Fuente: Tomado de http://www.belgrade.co.uk/ [Acceso: 01-12-2016].
Así, una de las características más sobresalientes del programa es el hecho de que se trata de mucho más que la presentación de una obra de teatro. Se contemplan, por ejemplo, talleres y capacitaciones a los profesores participantes con el fin de dar continuidad al proyecto en el aula de clases. La puesta en escena es parte de un proyecto educativo que cubre algún tema curricular o interdisciplinar e incluye, por tanto, un trabajo previo y posterior en la escuela. La participación de los estudiantes en el proceso también es determinante y proporciona una experiencia de aprendizaje significativa, de acuerdo con objetivos educativos específicos (Pérez, 2003).
Pese al enorme aporte que significó el teatro de Belgrado, el reconocimiento formal del drama como método de aprendizaje no surgió hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los profesionales más influyentes de esta época fue Way (1967), fundador del Theatre Centre London en 1953, quien se abocó al desarrollo de la imaginación creativa de los niños mediante la narración de cuentos. Más tarde, Newsom (1963), en su emblemático informe Half our Future señaló:
El drama puede ofrecer algo más significativo que el ensueño… Al jugar mediante situaciones psicológicamente significativas, [los alumnos] pueden resolver sus propios problemas personales. He aquí una manera de ayudarles a reconciliar la realidad del mundo exterior con sus propios mundos privados… Es a través de las artes creativas, incluyendo las artes del lenguaje, que se puede ayudar a los jóvenes (con mayor seguridad y mejor que por cualquier otra vía) a llegar a un acuerdo consigo mismos (Newsom, 1963 en Turner, 2010).
Gracias a la experiencia y a los resultados obtenidos por estos pioneros e innovadores en el mundo anglosajón, las actividades dramáticas prosperaron como actividades extracurriculares en eventos musicales escolares; en clubes de teatro; en la formación del habla, la autoexpresión, el desarrollo emocional y el fomento de la confianza; en la educación de la primera infancia; como parte de programas de estudio en las clases de inglés; como recurso transversal en todo el plan de estudio escolar; en el ciberespacio a través de estructuras de juego de rol y juegos interactivos, entre otros (Carroll, 2004, en O’Toole y O’Mara, 2007). Desde el teatro y a través de diversas técnicas (improvisación, psicodrama, Teatro del Oprimido, role-play, teatro de títeres, etc.) se trataron conflictos tan recurrentes en esta época como la violencia, el racismo, las enfermedades de transmisión sexual o el embarazo adolescente, por ejemplo. Todo lo anterior hizo posible que, entre los años 60 y 70, el arte dramático se convirtiera en un método de enseñanza eficaz en Inglaterra que abarcaba todo el plan de estudios. Sin embargo, en el año 1988 entró en declive producto de la aparición del currículo reglamentario que restringió las libertades docentes y centró la clase en el contenido más que en los estudiantes, debiendo reinventarse y adaptarse a partir