Ahora bien, la pedagogía teatral (PT) posee una nutrida trayectoria en la Escuela de Teatro de la Pontifica Universidad Católica que comienza con la incorporación de este curso como parte de los Optativos de profundización de la carrera en el año 1991, la posterior creación del Seminario de Perfeccionamiento Docente - Metodologías para el uso del teatro en la educación, actividad académica enmarcada en el Programa de Estudios de Teatro del Centro de Extensión UC (1999), la aprobación del Postítulo de Teatro Mención Dimensión Terapéutica de la Pedagogía Teatral de la Escuela de Teatro (2004) y, finalmente, su incorporación como curso mínimo de la carrera de Actuación.
El curso de Pedagogía Teatral, impartido en la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica, fue incluido como curso mínimo por primera vez en la actual Malla Curricular de Actuación, aprobada el año 2014 e implementada desde 2015, mediante Resolución Nº083 de la Vicerrectoría Académica. Dicho curso se dicta actualmente el quinto semestre, posee diez créditos y se plantea como objetivo principal «Desarrollar habilidades docentes que, a través de la expresión dramática como metodología activa en el aula, permitan implementar acciones pedagógico-teatrales en diversos contextos educacionales y sociales a nivel nacional».
Para concluir y viéndolo en perspectiva histórica, esta metodología ha tenido y tiene actualmente un excepcional impacto en el ámbito educativo chileno, a través de multiplicidad de acciones docentes, cursos, talleres, clases magistrales en regiones, seminarios y del establecimiento de redes de acción como la Red Nacional de Artistas Educadorxs de Teatro ([email protected]) que “busca convocar a personas que realicen cruces entre el teatro y la educación” y que se definen como una red de colaboración y aprendizaje, en medio de una crisis cultural profunda que precariza la actividad teatral en el actual sistema educativo, proponiendo unificación y saber colectivo como vías de emancipación y construcción de nuevos modelos de aprendizaje basados en los aportes de las artes escénicas aplicadas y, particularmente, en metodologías como la propuesta por García-Huidobro. De esta manera la pedagogía teatral, como una metodología activa y dinámica, ha logrado trascender y proyectarse en el contexto educativo nacional e internacional, impactando a cientos de profesores y estudiantes en Chile y el extranjero.
VI.Aportes del teatro en el currículo:
un manifiesto colectivo
En el capítulo anterior se ha expuesto de qué manera se incluye el teatro en la educación en el contexto internacional, tomando como ejemplo tres países: Inglaterra como el pionero y principal representante de la práctica dramática; España donde los antecedentes se remontan a muchos siglos atrás, pero donde los alumnos de magisterio aún no reciben una formación suficiente que les permita incluir de manera cabal la dramatización en el aula y Chile, donde el debate en los contextos formales de educación recién comienza, pese a metodologías que han demostrado ser eficaces por casi treinta años (tal es el caso de la pedagogía teatral). En términos generales, es bastante evidente que la presencia efectiva de las artes escénicas en educación resulta escasa, pese a la consideración de sus múltiples beneficios. En una sociedad que se replantea actualmente hacia dónde dirigir los esfuerzos para mejorar el estado actual en el que se encuentra, donde priman las desigualdades en cuanto a ingreso, educación, salud y satisfacción en la vida de las personas y donde los resultados en cuanto a las asignaturas troncales son alarmantes,20 resulta imperioso abrir nuevos horizontes posibles, ya que es evidente que el sistema tal y como se ha planteado hasta el momento no está dando resultados; es más, está obsoleto, es anacrónico.21
Desde el teatro, es posible ampliar los campos de acción e intervención y devolver a la educación ese sentido primigenio que poseía la palabra didaskalia, utilizada en la Antigua Grecia para designar un “registro donde constaban las obras teatrales representadas”, y vincularlo con su significado actual “enseñanza o instrucción” o “indicaciones del dramaturgo al director y a los actores”. Si se desea cambiar radicalmente un modelo educativo centrado en el conocimiento, en la mente y en el profesor hacia un modelo que considere la creatividad y la práctica artística como eje central del proceso, donde el foco sea el estudiantado y cómo este se relaciona con su entorno, social y afectivamente, entonces sin duda el teatro tiene mucho que aportar: «cuando la representación teatral es aplicada en la enseñanza, en la acción social y en la terapia, se convierte en un medio para cambiar las dinámicas de poder, la consciencia y la conducta» (Landy y Montgomery, 2012).
Ahora bien, de acuerdo con García-Huidobro (2012), en términos generales el teatro encuentra tres campos de acción al interior del sistema educativo, los que guardan una estrecha relación con la división en tres áreas del teatro aplicado: en educación (Educación formal), en comunidad (Educación no formal) y en salud (Dimensión terapéutica):
•Educación formal (al interior del sistema educativo): como herramienta pedagógica para apoyar contenidos y objetivos fundamentales transversales de otros sectores curriculares; como asignatura de Expresión Dramática que pretende lograr un desarrollo integral de los estudiantes a través de los objetivos fundamentales transversales y como Programa de Estudio de Artes Escénicas (Teatro y Danza) en la Enseñanza Media.
•Educación no formal (al exterior del sistema educativo): como Taller de teatro vocacional, cuya finalidad es la preparación y presentación de un montaje teatral.
•Dimensión terapéutica: como Taller de expresión artística, en donde el teatro no constituye un fin en sí mismo, sino que se articula como un medio de integración social.
El teatro y la dramatización aparecen al interior del currículo como parte de las asignaturas artísticas, en la enseñanza de lenguas o como recurso para la educación física, por nombrar algunos de sus campos de intervención más comunes. Su presencia en los planes y programas de estudio de la Educación Primaria se manifiesta de diversas maneras, de acuerdo a Núñez y Navarro (2007):
•Como un modelo fragmentado en el que es considerado solo como una herramienta didáctica y no posee un cuerpo de procedimientos, conocimientos y conceptos propios, sino que los adopta del área curricular desde la que se emplea dicha técnica.
•Como un modelo de asignatura separada en la que forma parte de la Educación Artística y posee un currículum propio, junto con la Plástica o la Música.
•Como un modelo integrado en el que el drama funciona como un medio de aprendizaje transversal y posee un cuerpo propio de conocimientos, conceptos y habilidades.
•Como un modelo cultural en el que constituye un eje articulador de la comunidad en sus ámbitos intraescolar y extraescolar, siendo un modelo para las relaciones humanas, la inclusión y la interculturalidad.
Sumado a lo anterior, Motos et al. (2013) señalan que es posible encontrar la expresión teatral en la Educación Primaria (EP) como Pedagogía lúdica, Competencias dramáticas y Kamishibai; en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) como Competencias dramáticas, Mediación para la resolución de conflictos, Dramatizaciones en los géneros literarios y Teatro del lector; en el Bachillerato Artístico (BA) como Formación de espectadores, Aprendizaje y servicio y como Webquest o Trabajo por proyectos. Agregan que, entre las diversas aplicaciones existentes del teatro, las más representativas resultan ser:
•Orientación personal: Con el propósito de construir la personalidad, permitiendo explorar problemas de la psique individual y colectiva.
•Tutorías: Con el propósito de estimular la participación del alumnado en la toma de consciencia de su propio yo y en los procesos de crecimiento personal.
•Aprendizaje de la lengua y la literatura: Con el propósito de dinamizar los textos literarios por medio de dramatizaciones y puestas en escena, desarrollando las destrezas lingüísticas básicas mediante el diálogo.
•Educación para la convivencia: Con el propósito de favorecer la escucha activa, la mediación y resolución de conflictos, permitiendo ver y ensayar diversas posibilidades ante un mismo problema.
•Orientación