Bien, en primer lugar, había que determinar más fehacientemente la posición indicada en el viejo mapa, que era muy poco claro. Por lo tanto, comenzamos a trazar coordenadas y a buscar referencias en otros documentos antiguos, que nos pudieran brindar una base más sólida sobre la localización del antiguo monasterio.
Continuando con la búsqueda de mayor información, hallé otras referencias en documentos de la iglesia, que también hacían mención sobre algo que, de la forma en que estaba escrito, parecía indicar un secreto que no se debería revelar.
Estas escrituras, de alguna manera, mencionaban a los “magiares”, una antigua sociedad pagana compuesta por diversos grupos o tribus, que existían en la región de Matra, en Hungría, y que parte de ellos, se habían desplazado hacia el sur, a la región de Transilvania.
Luego, comparando otros mapas antiguos con el de referencia, donde se mencionaba el nombre Manto Negro, pude apreciar una ligera similitud con algunos puntos geográficos, los cuales, verificados con mapas actuales, bien podían ser una definición más o menos aproximada de lo que estábamos buscando.
Si bien, no teníamos ninguna certeza, aunque nos tomó algún tiempo, nos fuimos preparando para hacer la exploración, y así fue que adquirimos paulatinamente, para no despertar sospechas, algunos materiales y pertrechos adecuados que nos habrían de ser necesarios.
Entre otras cosas, habíamos adquirido para esto una vieja camioneta pesada que era del tiempo de la guerra y había pertenecido al ejército, y si bien, su carrocería no estaba en muy buenas condiciones, su parte mecánica, estaba si en perfecto estado, y eso era lo realmente importante, para que no nos fallara y dejara a pie, y a su vez, resultaba ser suficientemente fuerte como para ingresar a lugares difíciles con todos los implementos necesarios.
Entre todo esto, ya habían pasado algunos meses, cuando al fin conseguimos una licencia especial con el pretexto de tomar unas merecidas vacaciones, lo cual, no pareció nada extraño y se nos concedió sin mayores dificultades.
Llegado el día esperado, teniendo todo pronto, partimos hacia el norte, hasta llegar a un poblado cerca de la zona predeterminada, desde donde comenzaríamos nuestra búsqueda.
Allí, nos detuvimos en una posada, donde recopilamos mayores informaciones locales, presentándonos como botánicos que estudiábamos la flora silvestre autóctona del lugar. Los pobladores, no sospecharon nada y nos mencionaron lugares que aparentemente eran de bastante difícil acceso para ingresar con vehículo, por lo cual, decidimos dejar la camioneta en la posada en la cual arrendamos un cuarto, y luego conseguimos un par de caballos junto con dos mulas para cargar los implementos e iniciar así la búsqueda del lugar.
Así fue que seguimos a caballo, y nos fuimos introduciendo por lugares donde no había caminos, hasta llegar a un sitio ideal para acampar.
Levantamos el campamento, y preparamos algo para comer, ya que la noche se aproximaba y nada más podríamos hacer.
Al otro día, salimos a explorar el territorio buscando algún indicio que nos condujera a alguna ruina, pero, nada nos revelaba estar en la posición correcta. Entonces, después de dos días, levantamos el campamento y seguimos adelante buscando otro punto que coincidiera con una localización más precisa.
Habíamos hecho una copia del mapa original y de los otros mapas, pero había algo que no me convencía, porque entre el mapa y las escrituras, existía una diferencia que no encajaba con relación a lo que parecían ser dos elevaciones y una montaña.
Llegado un momento, ya en la noche, habían transcurrido unos cinco días desde el inicio de la exploración en los bosques, estábamos sentados frente al fuego, en cuanto preparábamos algo para cenar, Alí había tomado la copia del mapa y lo observaba atentamente en cuanto yo permanecía ligeramente recostado sobre una roca, con mi mente buscando explicaciones, al tiempo que observaba el fuego que nos iluminaba.
Sabía que alguna cosa no coincidía… pero no sabía lo qué. En ese ínterin, detengo la mirada sobre el mapa que estaba en manos de Ali, y con el resplandor generado por el fuego, el papel de calco donde se había hecho la copia se transluce, y se me viene a la cabeza una idea increíble, la de que el mapa estaba diseñado en sentido inverso, es decir, que era como si fuese visto en un espejo, y ahí, todo se modificaba.
Déjame ver, le dije a Ali, y comenzamos a analizar el mapa desde el otro lado, en cuanto lo comparábamos con mapas actuales, y ahora, todo parecía adquirir sentido, por lo cual, estaríamos en realidad a kilómetros de distancia de lo que podría ser el lugar indicado.
Llegado el amanecer, emprendimos rumbo de regreso a la ciudad, donde devolvimos los caballos, y pasamos a recoger nuestra vieja camioneta y algunas cosas que habíamos dejado en la posada, y entonces, nos dirigimos de inmediato hacia el nuevo destino.
Determinamos la posición, que sería a más de trescientos kilómetros, y viajamos entonces hacia el lugar que podría ser el punto cierto.
Arribando al lugar, que era totalmente desolado, aquí no teníamos otro centro de apoyo, ya que el más cercano estaba a algo más de cien kilómetros, por lo que tuvimos que entrar hasta una parte con la camioneta, y luego dejarla en un lugar deshabitado, donde la cubrimos con ramas, para continuar inspeccionando la región a pie.
Avanzamos por lugares que eran de vegetación muy cerrada, y dimos varias vueltas, hasta hallar un claro donde se podía instalar el campamento.
Inspeccionamos inicialmente el perímetro sin ninguna señal de nada que nos indicara la presencia humana por ninguna parte. Decidimos entonces instalarnos allí hasta reconocer la región, por lo tanto, esa noche descansamos, y al otro día, hicimos una verificación en otra dirección sin hallar tampoco absolutamente nada.
Habiendo llegado a pie, los víveres que llevamos fueron pocos, ya que habíamos dejado más cosas en la camioneta, por lo que entonces, Alí, que siempre portaba su “daga”, un afilado puñal que poseía desde que le conocí, cortó con su machado una rama, e improvisó una lanza amarrando su daga en la punta. Luego me dijo – “Enciende el fuego que yo vuelvo en media hora con la comida…” – Sabiendo que él era un excelente cazador, no dudé de que traería alguna buena presa para asar, por lo tanto, acomodé las cosas, recogí leña y fui encendiendo el fuego para preparar nuestra cena, en cuanto escuchaba el ruido de algún grillo, y el movimiento de las ramas de los árboles por la brisa primaveral.
Había pasado ya una hora y media, sin que Ali apareciera. Si bien yo confiaba en la habilidad que él tenía para cazar y para defenderse en la floresta, esto comenzó a ponerme nervioso, y cuando ya hacían casi dos horas de su salida, fue que mi paciencia se acabó, y entonces me dispuse a improvisar algunas antorchas para salir a buscarle, pues estaba comenzando a ponerse el sol y ya estaba quedando bastante oscuro especialmente en la floresta.
Estaba casi pronto para salir en la búsqueda de Ali, cuando sentí su voz, que casi gimiendo, me gritaba desde el bosque... Malden… Malden…
Corrí inmediatamente hacia el borde del claro donde estábamos acampados, y en eso me encuentro a Ali, que se aproximaba entre los árboles apoyado en su improvisada lanza, con un gran conejo en una mano, y una de sus piernas medio arrollada y bastante ensangrentada.
De inmediato corrí a ayudarle exclamando… ¿Cómo estás?... ¿Qué te ha sucedido?
¡Estoy bien! ¡Estoy bien! Respondió casi riendo, ¡y traje la cena! pero este maldito conejo me hizo caer en una trampa…
Al ver que él se reía por el contratiempo enfrentado, aún con su pierna herida lo cual no era de mayor gravedad, también comencé a reír diciéndole… ¡al fin…! ¿Entonces, quién atrapó a quién?