Con total calma y confianza, fuimos ingresando en la floresta hasta arribar a las ruinas perdidas, donde hallamos todo, tal cual lo habíamos dejado en nuestra visita anterior.
Esto era una buena señal, lo que significaba que nadie había descubierto nada, así que seguimos adelante.
Empezamos por cortar el matorral, para ver bien donde estábamos pisando, y lo que de inicio parecía ser una jungla, era solamente un manto de ramificaciones y enredaderas sobre todo lo que fuera un amontonado de piedras que eran las ruinas del pasado.
Durante días, despejamos palmo a palmo cada parte del lugar, trazando un mapeamiento y determinando parte de lo que había sido el monasterio perdido.
Poco a poco, todo se iba transformando en realidad, hasta encontrar una parte que parecía ser una elevación de tierra. Observamos, que las murallas se introducían dentro de elevación, lo que nos indicaba, que una parte de la construcción había sido sepultada por avalanchas de lodo que habían venido desde la colina, y que había cubierto parcialmente un extremo de las ruinas...
Fueron pasando los días, en cuanto fuimos excavando, limpiando, y sacando a luz todo lo que estaba cubierto de tierra.
La tarea, aparentemente nos iba a insumir mucho más tiempo de lo calculado previamente, pero mismo así, decidimos seguir adelante, ya que una cuadrilla de operarios podría hacerlo bastante más rápido, pero ello pondría en evidencia lo que estábamos haciendo.
No teníamos otra alternativa que continuar nosotros solos con la operación, pero habiendo limpiado gran parte del patio de entrada de las ruinas, trasladamos el campamento hasta el centro de lo que había sido el monasterio, así no tendríamos que desplazarnos para descansar y cocinar cada día.
Igualmente, con el pasar de los días, los alimentos se estaban reduciendo, así que deberíamos dedicarnos a cazar, para no tener que regresar seguidamente al poblado más cercano, a algo mas de 100 kilómetros, en busca de mantenimientos, lo que llamaría la atención de los pobladores. Para evitar estar saliendo de cacería, Alí preparó algunas trampas en el monte, donde solíamos atrapar venados, conejos, y también en el riacho donde obteníamos algunos peces deliciosos.
Tratábamos de aprovechar al máximo el horario diurno que nos permitía excavar e ir limpiando el lugar, por lo cual, estábamos quedando ya bastante agotados. Decidimos entonces, bajar un poco el ritmo de trabajo, para no llegar a un grado extremo de desgaste que nos pudiera afectar.
Pasado ya un mes desde nuestra llegada, todo el panorama estaba comenzando a quedar bien más claro, así fue que, algunas partes que habían estado sepultadas bajo tierra y que estaban formadas por gruesas paredes, las cubrimos con toldos de lona formando un techo y las utilizamos como habitaciones, una para dormir, otra para guardar las cosas y un área para cocinar, donde antiguamente había sido la cocina del monasterio.
A medida, que fuimos removiendo la tierra, las salas del antiguo monasterio se fueron delineando, hasta que, en una de ellas, descubrimos una mesa de madera, que estaba semienterrada y virada de lado.
Al removerla con todo cuidado, por ser una pieza arqueológica, esto me demostró que había un piso de piedra a unos veinte centímetros más abajo del nivel en el que nosotros veníamos trabajando.
Siguiendo con la excavación en este nivel, para llegar al piso de piedra, en cierto momento, hallamos huesos humanos, los restos de un esqueleto de alguien que habría perecido en ese lugar.
Guardados los restos en bolsas, esto nos reveló que, todos los recintos del monasterio, no sólo los que estábamos ocupando, también deberían estar al mismo nivel, por lo que comenzamos a investigar y a remover la tierra, donde nos encontramos que, no solo había un piso de piedra debajo de la tierra, sino que, además, hallamos más restos humanos.
Esto, nos demostraba una clara evidencia de que los residentes de ese lugar habían muerto allí mismo, es decir, que no lo habían abandonado. Es más, en uno de los cuerpos, hallamos introducida entre los huesos de las costillas algo que parecían ser los vestigios de una vara, pero que entre los huesos del esqueleto, tenía una punta metálica en forma de punta de flecha, por lo que este cuerpo, era el de alguien que había sido ejecutado dentro del recinto.
Luego de profundizar más en las investigaciones, habíamos hallado los restos de unas seis personas, cuyos vestigios, databan de hacía más de ochocientos años, y que, por lo que pudimos constatar en algunos de ellos, habían sido asesinados salvajemente, ya que uno de los restos, tenía el cráneo visiblemente partido al medio, posiblemente por un hacha o una espada, y otro, tenía la cabeza aparentemente disipada a más de dos metros de su cuerpo.
Fuimos acomodando los restos hallados en improvisadas urnas que hicimos en la tierra, recubriéndolas con piedras para preservar las osamentas, y luego, proseguimos atentamente con la búsqueda.
El monasterio en sí, por el perímetro que habíamos desenterrado, era relativamente pequeño, por lo que seguramente no albergaría a más de una docena de personas a lo máximo.
Uno de los ambientes desenterrados, es el que había sido la cocina, pues tenía una parte donde había una especie de horno de piedras y barro, y en su segmento inferior, había restos de cerámicas y otras piezas metálicas, que, aparentemente, habrían sido ollas o cacerolas de hierro propias de la época.
Descubrimos también, más restos de flechas, un hacha y una espada, que era de origen turco, esto, por si solo, revelaba la existencia de haber sufrido un ataque y una posterior batalla que destruyó a los monjes que allí habitaban.
Además, resultaba obvio que, si estos cuerpos no habían sido removidos de su lugar, es porque nunca habían sido encontrados, es decir, que nunca, nadie más habría estado allí después de aquel desenlace fatal que aniquilara a los monjes hacía tal vez unos ochocientos años.
Arqueológicamente, esto, por si mismo, ya era un gran descubrimiento, pero no era todo, ya que, por algún motivo, los turcos habrían atacado este monasterio, que para nada era algo estratégico, pero, por sobre todo, las indicaciones encontradas en los antiguos documentos lo mantenían de cierta forma en “sigilo”.
Algo más había, pero ¿qué…? – Esto es lo que deberíamos descifrar.
Lo que sabíamos, era que el monasterio había estado ocupado por monjes y que ellos fueron aniquilados por fuerzas de soldados turcos. También, sabíamos que había algún motivo por el cual la Iglesia mandó construir este monasterio de manera reservada, que era para proteger un “secreto”, pero no sabíamos cuál…
Realizamos un relevamiento del local y un diseño elaborando una planta de arquitectura de la construcción. Todo estaba circundado por los límites del foso externo que rodeaba al monasterio, no sabíamos lo qué buscar ni donde buscar algo que hiciera referencia a algún secreto, por lo cual, todo el esfuerzo parecía haber sido en vano, y tan solo teníamos los vestigios de una antigua construcción. - VISTA DEL MONASTERIO – Diseñada por Malden:
En este dibujo, se puede observar la fosa que rodea al monasterio con un formato de seis fases, así como en la parte inferior, se aprecia el pequeño puente que permitía el acceso al interior del mismo. Entre la fosa y la construcción principal, habría un área cubierta de césped.
También se puede observar un recinto al fondo, el cual sería la capilla, la que estaba totalmente destruida, al igual que las cinco habitaciones a la izquierda, cuyas paredes no superaban la altura de un metro. Hay otras cuatro habitaciones a la derecha, las cuales estaban casi enteras. La última de la derecha era la cocina, y la primera de ellas, que posee mayores dimensiones, parecía haber sido la sala principal, posiblemente del director del monasterio. Todos los recintos, daban a un gran patio
El levantamiento arquitectónico de la construcción estaba concluido, y aparentemente, no existían muchas más razones para permanecer en ese lugar, a no ser, el hecho de registrar el hallazgo para fines de estudio sobre la cultura y la presencia de la iglesia en sus caminos de conquista