El enigma del código de las favas. Alberto Alexis Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alberto Alexis Martínez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468559216
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saber por qué, sentía como un desafío personal que debería enfrentar.

      La situación política de Rumania, exigía el máximo de sigilo, por lo tanto, todo debería ser planeado y ejecutado con mucho cuidado y sin despertar la más mínima sospecha.

      Pero esa… ya es otra historia…

      Estimado Alexis… Creo que estamos en la hora de saborear un whisky, ¿no lo crees?

      - ¡Claro!, ¡Por supuesto!, Realmente, es emocionante esto que me ha contado… y de alguna manera… no sé cómo agradecerle que me lo haya confiado, ya que, me parece, es una especie de “tesoro personal” - Afirmé

      - La vida está llena de sorpresas… de historias, de conocimientos, de sabiduría, y… en fin, muchas cosas que la gran mayoría de las personas no consiguen ver. Es por eso que te sugerí discreción, pues no todos lo pueden entender. ¡Brindemos Alexis! – dijo Malden levantando su vaso.

      - Es un placer Profesor Malden – Respondí, y ambos brindamos en cuanto compartimos degustando un “puro importado”.

      Luego, me retiré, de la misma forma como lo había hecho antes, pero, con una mayor convicción interior de que todo esto, Malden, no me lo estaba contando por casualidad, sino, porque obedecía a algún plan o estrategia que él ya tenía en mente, y que a su debido momento, me lo habría de revelar. Obviamente, todo se limitaba a esperar por un proceso que ya estaba en curso, en el cual, yo debería tener paciencia.

      CAPITULO 4.

       La entrada oculta

      La próxima vez que nos reunimos, varios días después, yo ya estaba tomando todo esto, más como un curso que como una reunión de amigos, porque, en realidad, me sentía como un alumno que está siendo preparado por un maestro, y que obviamente, siendo Malden un profesor, él sabía lo que estaba haciendo... Ciertamente, yo confiaba totalmente en él.

      La naturalidad en su forma de hablar y la simpatía con que lo hacía, me generaba una enorme confianza y satisfacción, porque era algo así como ingresar en un mundo perdido, y de cierta forma, eso es lo que Malden me estaba enseñando, era como que me estaba llevando de la mano rumbo a algo desconocido.

      En esta oportunidad, recuerdo que el tiempo era de un día tormentoso y que amenazaba a llover cuando salí de Porto Alegre rumbo al litoral, el cielo estaba totalmente cubierto, había una inmensa nube de color gris plomo y si bien, puede tornarse algo peligroso en la carretera, no puedo dejar de reconocer que me agradan esos días donde lo inesperado parece aguardar a cada paso del camino como un gran desafío para vencer.

      Lo agradable de conducir en los días de tempestad, es que da la impresión de que el mundo se va a desplomar sobre la cabeza, pero mismo así, uno permanece aislado de toda inclemencia dentro de ese pequeño mundo que se forma dentro del automóvil que le mantiene ileso, seco y cálido, más allá de que el tráfico de camiones en la carretera, no dejaba de ser un peligro constante.

      Fue inevitable que a poco de salir de la ciudad, comenzara a llover con gran intensidad, era un día de verdadero temporal, pero ello no me afectó, así que finalmente llegué sin mayores problemas como siempre a nuestro punto de reunión, donde estaba siendo esperado en esta oportunidad, por Ali.

      Como siempre, dejé mi auto y abordamos la camioneta que, saliendo por el camino lateral, se adhería fuertemente con la doble tracción por la sinuosa ruta de tierra que ahora era un camino de fango repleto de partes semi-inundadas, lo cual justificaba el tener dicho vehículo.

      Alí, era un individuo muy especial, permanentemente emitía simpatía, siempre estaba sonriente, era un tipo enérgico que generaba confianza porque tomaba todo con gran calma, aparentemente, como si en su cabeza los problemas no existieran.

      En el recorrido hasta la casa, comentamos sobre lo que era dirigir en esas condiciones, donde Ali demostraba una evidente destreza, y por lo que él me contó durante el recorrido, en sus aventuras con Malden, ya había conducido en las peores condiciones y por los caminos más inhóspitos del planeta, tanto en África, Europa, y América.

      Llegando a la casa, ingresamos a la sala donde esta vez, estaba Malden aguardándonos, y como siempre, había café caliente pronto a nuestra espera.

      Esta vez, nos dirigimos a otra sala más reducida, donde Malden tenía su biblioteca particular, allí, no sentamos frente a una ventana donde se veía caer la lluvia que se proyectaba del alero del porche de la entrada.

      La sala poseía grandes estantes, donde se encontraba la más estupenda colección de libros como hacía mucho tiempo que yo no veía. Algunos tomos estaban ricamente encuadernados, en cuanto otros, parecían ser ediciones muy antiguas.

      Había en las paredes también, antiguas fotos de Malden y Ali con finas molduras, donde se atesoraban los años de amistad de ambos amigos en lugares muy distintos.

      Ambos nos sentamos, mientras la mucama nos sirvió los pocillos, y Malden, saboreando su café, me dice:

      Ya hemos charlado bastante, acerca de lo que ha sido una secuencia de vivencias y experiencias, en las cuales, existen lugares que no te los he mencionado por sus nombres, específicamente, porque no son necesarios para que comprendas lo que te voy a contar a continuación, y que creo que es lo que tu estás esperando.

      Yo, sonriendo, moví mi cabeza en sentido afirmativo, concordando plenamente con lo que él decía, y confirmando de esta manera, que estaba dispuesto a seguir escuchando lo que él tenía para contarme, y que yo estaba ansioso por saber.

      Con esto, le di a entender que yo ya sabía que él me estaba preparando para algo y que no lo ignoraba, es más, que estaba plenamente de acuerdo con lo que él estaba haciendo.

      Como la vez anterior, indagó algo más sobre el avance en mis estudios, y extrañamente se interesó mucho en mi habilidad en el dibujo, desde que le había mencionado mi vocación también como artista plástico, actividad que había ejercido bastante tiempo como hobby, más allá de diseñar como proyectista.

      Luego de manejar un poco ese tema, Malden hace una breve pausa, y mirando hacia afuera, se escucha el tronar de la tormenta que en ese momento caía sin cesar, y entonces continúa…

      Este día, que a muchos les puede parecer tenebroso, a mi me recuerda uno de los días más significativos de mi vida... y debo estar agradecido por ello.

      Te contaré algo Alexis... Una vez decidida la misión S.A.M., de realizar la investigación con los recursos dejados por mi padre, esta se inicia en el momento en que fuimos dispensados de la biblioteca por nuestra solicitud, con el pretexto de tener una mejor propuesta de trabajo en Londres, por lo cual, les dijimos que pretendíamos tomar unas vacaciones previas por algún tiempo antes de regresar a Inglaterra, lo que no le resultó para nada extraño al director con el cual no teníamos un gran dialogo.

      Así fue que, una vez dispensados, habiendo adquirido previamente todo lo necesario, incluso mapas actuales de todo el territorio, partimos con nuestra vieja camioneta que ya había mandado dejarla en perfectas condiciones, y con bastante material para efectuar la investigación del lugar donde habíamos encontrado las ruinas.

      En distancia, el lugar estaba a apenas unos 520 kilómetros, pero con la localización ahora exacta, observamos que podríamos entrar por otro lado, donde habría condiciones de llegar con la camioneta hasta el propio lugar, sin tener que dejarla a mucha distancia como la primera vez, para descargar los pertrechos. También existía un pequeño riacho que bajaba de la montaña entre las piedras, el que ahora nos quedaría bastante más cerca.

      Mismo así, la dificultad del acceso a este sitio, parecía hacer que fuera bastante mayor la distancia, así que finalmente llegamos al atardecer, justo a tiempo para poder montar el campamento.

      Una vez que arribamos al lugar, desempacamos, montamos las tiendas, y bajamos todo lo imprescindible, durante lo cual, preparamos una deliciosa cena, ya que esta vez, habíamos traído todo lo suficiente para eventualmente no pasar hambre según nuestros cálculos.

      Descansamos plácidamente,