Los frutos del árbol de la vida. Omraam Mikhaël Aïvanhov. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Omraam Mikhaël Aïvanhov
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9788412328622
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pero cada uno a su modo, y todos tienen razón. Y yo, cuando os digo que el sol, Tipheret, es el espíritu de Cristo, también es cierto, porque no invento nada por mí mismo: interpreto las cosas según una ley inmutable que existe desde siempre. No soy el primero en decirla... Es una pena, ya me hubiera gustado ser el primero en hablar de esa verdad, pero por desgracia, ¡mil veces por desgracia! ¿cómo hacerlo? Miles de Iniciados hablaron antes de ella y yo, pobre infeliz, sólo repito verdades dichas desde hace ya mucho tiempo. ¿Es que eso me hace realmente infeliz, o feliz? A vosotros os corresponde decidirlo.

      El mensajero que vino a anunciar esta concepción a María, es el Arcángel Gabriel. ¿Por qué? Porque él es el que gobierna la región de Iesod. ¿Por qué no fue otro Arcángel sino Gabriel el elegido para llevar esa noticia a María?... Para aquél que ha estudiado la Cábala, está muy claro. La venida de Gabriel es muy expresiva, muy significativa cuando se conocen las virtudes y las funciones de las diferentes regiones. Jesús fue concebido en la pureza del Espíritu Santo, pero no como los cristianos creen: fue concebido según el único método conocido desde hace milenios. Pues la forma de concebir un niño es siempre la misma, es imposible que un niño nazca de otra manera que por la unión física de un hombre y de una mujer. Lo que varía, es el estado de conciencia de ese hombre y de esa mujer. Es la intención que se pone en un acto la que lo hace santo o impuro.

      Entre las figuras simbólicas que los Iniciados utilizaron para esclarecer la estructura del hombre, está el caduceo. Pero actualmente la gente ve ese símbolo en las farmacias, sobre los automóviles de los médicos... sin comprenderlo en absoluto. El caduceo está compuesto por dos serpientes entrelazadas alrededor de una vara. Esas dos serpientes representan las dos corrientes de la vida cósmica: la corriente de la atracción, o del amor, y la corriente de la repulsión, o del odio, enroscadas alrededor del eje del mundo. El mundo entero se mueve por esas dos corrientes del odio y del amor, pues todo movimiento tiene por origen la atracción o la repulsión. El Iniciado que sabe dirigir esas dos corrientes tiene todos los poderes para atraer o repeler a los seres: atrae a los seres luminosos y rechaza a los seres tenebrosos, atrae las bendiciones del Cielo y rechaza las fuerzas del mal. Pero el hombre es en sí mismo un caduceo viviente.

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      De un lado y de otro de Sushumna,

      Pingala (en blanco) e Ida (en negro)

      Cada símbolo, cada figura, cada pantáculo o talismán, proviene del Árbol de la Vida, y cada ser humano lleva en él el Árbol de la Vida. Hoy también, hablando de los sefirot, os he dado muchos materiales; vamos a ver cuántos de entre vosotros podréis aprovecharlos para construir algo y orientaros correctamente en la vida.

      Sevres, 4 de Enero de 1970

      12 Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. V: “Los sefirot del pilar central”.

      13 Al principio era el Verbo, Obras Completas, t. 9, cap. X: “El pecado contra el Espíritu Santo e el pecado contra el amor”, y Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. X: “La familia cósmica y el misterio de la Santísima Trinidad”.

      14 La Balanza cósmica, Col. Izvor nº 237, cap. IX: “El caduceo de Hermes. La serpiente astral”.

      15 Centros y cuerpos sutiles, Col. Izvor nº 219, cap. V: “La fuerza Kundalini”, y cap. VI: “Los chacras”.

      IV

      El Tetragrama y los setenta y dos genios planetarios

      Las dos primeras letras de ese nombre son pues Iod, símbolo del principio masculino, dinámico, el fuego, y He, símbolo del principio femenino, plástico, receptivo. El número de Iod es 10, el de He, 5. El número de la mujer es por tanto la mitad que el del hombre. Los dos reunidos dan el número 15. Y si sumáis esas dos cifras: 1 + 5, obtendréis el 6, que es el número de la letra Vav, la letra siguiente, lo que demuestra que el hijo es el fruto de la Unión del padre y de la madre.

      Tenemos pues: Iod, el padre, He, la madre, y Vav el hijo que es la prolongación del padre, como puede verse en el grafismo de la letra Vav, que es una prolongación de Iod. En cuanto al segundo He, que repite el primero, es la hija, la repetición de la madre, la gran Madre cósmica. El segundo, He es la naturaleza tal como la vemos. La Trinidad Padre-Madre-Hijo es invisible; sólo la Hija, la naturaleza, que los filósofos llaman “la naturaleza naturada”, es accesible a nuestros cinco sentidos. La verdadera Naturaleza, “la naturaleza naturante”, la que creó los mundos y a través de la cual se manifiesta el Espíritu cósmico, no se la conoce. Es Isis velada a quien el Iniciado procura quitar sus velos para contemplarla en su desnudez, es decir en su verdad.

      Los cabalistas construyeron toda una ciencia concerniente al Nombre de Dios. Cada letra consta de un cierto número de nudos de donde parten tres florones,

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